2° de Samuel
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Los
libros de Samuel son las dos partes de una misma obra, y vale
para el segundo lo que se dijo en la Introducción al primero.
En esta segunda parte se nos cuentan los hechos de David, rey.
Historia tan sincera como no se escribió ninguna otra en la antigüedad.
Historia escrita por un hombre de Dios que supo descubrir la verdadera
grandeza de David. Lo inimitable del rey David se nota en una
serie de cosas pequeñas que a sus contemporáneos les parecieron
insignificantes o incluso tonterías (ver al respecto las divergencias
entre David y Joab, el hombre cumplidor y «eficaz»). Pero no pasaron
inadvertidas al que contó su vida y, después de él, Israel comprendió
que si bien habían tenido algunos reyes excelentes, sólo David
les había presentado alguna figura anticipada del Rey verdadero,
Cristo.
Para
facilitar la comprensión de los acontecimientos que vienen a continuación,
recordemos que, ya antes de David, la tribu de Judá instalada
en el sur de Palestina se oponía frecuentemente a las tribus de
Israel ubicadas más al norte. Saúl había tenido más partidarios
en el norte, mientras que David era el hombre de Belén, en la
tribu de Judá.
Capítulo 1
David oye de la muerte de Saúl
1:1 Aconteció después de la muerte de Saúl,
que vuelto David de la derrota de los amalecitas, estuvo dos días
en Siclag.
1:2 Al tercer día, sucedió que vino uno del campamento
de Saúl, rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza;
y llegando a David, se postró en tierra e hizo reverencia.
1:3 Y le preguntó David: ¿De dónde vienes?
Y él respondió: Me he escapado del campamento de
Israel.
1:4 David le dijo: ¿Qué ha acontecido? Te ruego
que me lo digas. Y él respondió: El pueblo huyó
de la batalla, y también muchos del pueblo cayeron y son
muertos; también Saúl y Jonatán su hijo murieron.
1:5 Dijo David a aquel joven que le daba las nuevas: ¿Cómo
sabes que han muerto Saúl y Jonatán su hijo?
1:6 El joven que le daba las nuevas respondió: Casualmente
vine al monte de Gilboa, y hallé a Saúl que se apoyaba
sobre su lanza, y venían tras él carros y gente
de a caballo.
1:7 Y mirando él hacia atrás, me vio y me llamó;
y yo dije: Heme aquí.
1:8 Y me preguntó: ¿Quién eres tú?
Y yo le respondí: Soy amalecita.
1:9 El me volvió a decir: Te ruego que te pongas sobre
mí y me mates, porque se ha apoderado de mí la angustia;
pues mi vida está aún toda en mí.
1:10 Yo entonces me puse sobre él y le maté, porque
sabía que no podía vivir después de su caída;
y tomé la corona que tenía en su cabeza, y la argolla
que traía en su brazo, y las he traído acá
a mi señor.
1:11 Entonces David, asiendo de sus vestidos, los rasgó;
y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él.
1:12 Y lloraron y lamentaron y ayunaron hasta la noche, por Saúl
y por Jonatán su hijo, por el pueblo de Jehová y
por la casa de Israel, porque habían caído a filo
de espada.
1:13 Y David dijo a aquel joven que le había traído
las nuevas: ¿De dónde eres tú? Y él
respondió: Yo soy hijo de un extranjero, amalecita.
1:14 Y le dijo David: ¿Cómo no tuviste temor de
extender tu mano para matar al ungido de Jehová?
1:15 Entonces llamó David a uno de sus hombres, y le dijo:
Ve y mátalo. Y él lo hirió, y murió.
1:16 Y David le dijo: Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues tu misma
boca atestiguó contra ti, diciendo: Yo maté al ungido
de Jehová.
David endecha a Saúl y a Jonatán
1:17 Y endechó David a Saúl y a Jonatán
su hijo con esta endecha,
1:18 y dijo que debía enseñarse a los hijos de Judá.
He aquí que está escrito en el libro
de Jaser.
1:19 ¡Ha perecido la gloria de Israel sobre tus alturas!
¡Cómo han caído los valientes!
1:20 No lo anunciéis en Gat,
Ni deis las nuevas en las plazas de Ascalón;
Para que no se alegren las hijas de los filisteos,
Para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos.
1:21 Montes de Gilboa,
Ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros, ni seáis
tierras de ofrendas;
Porque allí fue desechado el escudo de los valientes,
El escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con
aceite.
1:22 Sin sangre de los muertos, sin grosura de los valientes,
El arco de Jonatán no volvía atrás,
Ni la espada de Saúl volvió vacía.
1:23 Saúl y Jonatán, amados y queridos;
Inseparables en su vida, tampoco en su muerte fueron separados;
Más ligeros eran que águilas,
Más fuertes que leones.
1:24 Hijas de Israel, llorad por Saúl,
Quien os vestía de escarlata con deleites,
Quien adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro.
1:25 ¡Cómo han caído los valientes en medio
de la batalla!
¡Jonatán, muerto en tus alturas!
1:26 Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán,
Que me fuiste muy dulce.
Más maravilloso me fue tu amor
Que el amor de las mujeres.
1:27 ¡Cómo han caído los valientes,
Han perecido las armas de guerra!
Capítulo 2
David es proclamado rey de Judá
2:1 Después de esto aconteció que David consultó
a Jehová, diciendo: ¿Subiré a alguna de las
ciudades de Judá? Y Jehová le respondió: Sube.
David volvió a decir: ¿A dónde subiré?
Y él le dijo: A Hebrón.
2:2 David subió allá, y con él sus dos mujeres,
Ahinoam jezreelita y Abigail, la que fue mujer de Nabal el de Carmel.
2:3 Llevó también David consigo a los hombres que
con él habían estado, cada uno con su familia; los
cuales moraron en las ciudades de Hebrón.
2:4 Y vinieron los varones de Judá y ungieron allí
a David por rey sobre la casa de Judá. Y dieron aviso a David,
diciendo: Los de Jabes de Galaad son los que sepultaron a Saúl.
2:5 Entonces envió David mensajeros a los de Jabes de Galaad,
diciéndoles: Benditos seáis vosotros de Jehová,
que habéis hecho esta misericordia con vuestro señor,
con Saúl, dándole sepultura.
2:6 Ahora, pues, Jehová haga con vosotros misericordia y
verdad; y yo también os haré bien por esto que habéis
hecho.
2:7 Esfuércense, pues, ahora vuestras manos, y sed valientes;
pues muerto Saúl vuestro señor, los de la casa de
Judá me han ungido por rey sobre ellos.
Guerra entre David y la casa de Saúl
2:8 Pero Abner hijo de Ner, general del ejército de Saúl,
tomó a Is-boset hijo de Saúl, y lo llevó
a Mahanaim,
2:9 y lo hizo rey sobre Galaad, sobre Gesuri, sobre Jezreel, sobre
Efraín, sobre Benjamín y sobre todo Israel.
2:10 De cuarenta años era Is-boset hijo de Saúl
cuando comenzó a reinar sobre Israel, y reinó dos
años. Solamente los de la casa de Judá siguieron
a David.
2:11 Y fue el número de los días que David reinó
en Hebrón sobre la casa de Judá, siete años
y seis meses.
2:12 Abner hijo de Ner salió de Mahanaim a Gabaón
con los siervos de Is-boset hijo de Saúl,
2:13 y Joab hijo de Sarvia y los siervos de David salieron y los
encontraron junto al estanque de Gabaón; y se pararon los
unos a un lado del estanque, y los otros al otro lado.
2:14 Y dijo Abner a Joab: Levántense ahora los jóvenes,
y maniobren delante de nosotros. Y Joab respondió: Levántense.
2:15 Entonces se levantaron, y pasaron en número igual,
doce de Benjamín por parte de Is-boset hijo de Saúl,
y doce de los siervos de David.
2:16 Y cada uno echó mano de la cabeza de su adversario,
y metió su espada en el costado de su adversario, y cayeron
a una; por lo que fue llamado aquel lugar, Helcat-hazurim, el
cual está en Gabaón.
2:17 La batalla fue muy reñida aquel día, y Abner
y los hombres de Israel fueron vencidos por los siervos de David.
2:18 Estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisai
y Asael. Este Asael era ligero de pies como una gacela del campo.
2:19 Y siguió Asael tras de Abner, sin apartarse ni a derecha
ni a izquierda.
2:20 Y miró atrás Abner, y dijo: ¿No eres
tú Asael? Y él respondió: Sí.
2:21 Entonces Abner le dijo: Apártate a la derecha o a
la izquierda, y echa mano de alguno de los hombres, y toma para
ti sus despojos. Pero Asael no quiso apartarse de en pos de él.
2:22 Y Abner volvió a decir a Asael: Apártate de
en pos de mí; ¿por qué he de herirte hasta
derribarte? ¿Cómo levantaría yo entonces
mi rostro delante de Joab tu hermano?
2:23 Y no queriendo él irse, lo hirió Abner con
el regatón de la lanza por la quinta costilla, y le salió
la lanza por la espalda, y cayó allí, y murió
en aquel mismo sitio. Y todos los que venían por aquel
lugar donde Asael había caído y estaba muerto, se
detenían.
2:24 Mas Joab y Abisai siguieron a Abner; y se puso el sol cuando
llegaron al collado de Amma, que está delante de Gía,
junto al camino del desierto de Gabaón.
2:25 Y se juntaron los hijos de Benjamín en pos de Abner,
formando un solo ejército; e hicieron alto en la cumbre
del collado.
2:26 Y Abner dio voces a Joab, diciendo: ¿Consumirá
la espada perpetuamente? ¿No sabes tú que el final
será amargura? ¿Hasta cuándo no dirás
al pueblo que se vuelva de perseguir a sus hermanos?
2:27 Y Joab respondió: Vive Dios, que si no hubieses hablado,
el pueblo hubiera dejado de seguir a sus hermanos desde esta mañana.
2:28 Entonces Joab tocó el cuerno, y todo el pueblo se
detuvo, y no persiguió más a los de Israel, ni peleó
más.
2:29 Y Abner y los suyos caminaron por el Arabá toda aquella
noche, y pasando el Jordán cruzaron por todo Bitrón
y llegaron a Mahanaim.
2:30 Joab también volvió de perseguir a Abner, y
juntando a todo el pueblo, faltaron de los siervos de David diecinueve
hombres y Asael.
2:31 Mas los siervos de David hirieron de los de Benjamín
y de los de Abner, a trescientos sesenta hombres, los cuales murieron.
2:32 Tomaron luego a Asael, y lo sepultaron en el sepulcro
de su padre en Belén. Y caminaron toda aquella noche
Joab y sus hombres, y les amaneció en Hebrón.
Capítulo 3
3:1 Hubo larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de
David; pero David se iba fortaleciendo, y la casa de Saúl
se iba debilitando.
Hijos de David nacidos en Hebrón
(1 Cr. 3.1-4)
3:2 Y nacieron hijos a David en Hebrón; su primogénito
fue Amnón, de Ahinoam jezreelita;
3:3 su segundo Quileab, de Abigail la mujer de Nabal el de Carmel;
el tercero, Absalón hijo de Maaca, hija de Talmai rey de
Gesur;
3:4 el cuarto, Adonías hijo de Haguit; el quinto, Sefatías
hijo de Abital;
3:5 el sexto, Itream, de Egla mujer de David. Estos le nacieron
a David en Hebrón.
Abner pacta con David en Hebrón
3:6 Como había guerra entre la casa de Saúl y la
de David, aconteció que Abner se esforzaba por la casa
de Saúl.
3:7 Y había tenido Saúl una concubina que se llamaba
Rizpa, hija de Aja; y dijo Is-boset a Abner: ¿Por qué
te has llegado a la concubina de mi padre?
3:8 Y se enojó Abner en gran manera por las palabras de
Is-boset, y dijo: ¿Soy yo cabeza de perro que pertenezca
a Judá? Yo he hecho hoy misericordia con la casa de Saúl
tu padre, con sus hermanos y con sus amigos, y no te he entregado
en mano de David; ¿y tú me haces hoy cargo del pecado
de esta mujer?
3:9 Así haga Dios a Abner y aun le añada, si como
ha jurado Jehová a David, no haga yo así con él,
3:10 trasladando el reino de la casa de Saúl, y confirmando
el trono de David sobre Israel y sobre Judá, desde Dan
hasta Beerseba.
3:11 Y él no pudo responder palabra a Abner, porque le
temía.
3:12 Entonces envió Abner mensajeros a David de su parte,
diciendo: ¿De quién es la tierra? Y que le dijesen:
Haz pacto conmigo, y he aquí que mi mano estará
contigo para volver a ti todo Israel.
3:13 Y David dijo: Bien; haré pacto contigo, mas una cosa
te pido: No me vengas a ver sin que primero traigas a Mical la
hija de Saúl, cuando vengas a verme.
3:14 Después de esto envió David mensajeros a Is-boset
hijo de Saúl, diciendo: Restitúyeme mi mujer Mical,
la cual desposé conmigo por cien prepucios de filisteos.
3:15 Entonces Is-boset envió y se la quitó a su
marido Paltiel hijo de Lais.
3:16 Y su marido fue con ella, siguiéndola y llorando hasta
Bahurim. Y le dijo Abner: Anda, vuélvete. Entonces él
se volvió.
3:17 Y habló Abner con los ancianos de Israel, diciendo:
Hace ya tiempo procurabais que David fuese rey sobre vosotros.
3:18 Ahora, pues, hacedlo; porque Jehová ha hablado a David,
diciendo: Por la mano de mi siervo David libraré a mi pueblo
Israel de mano de los filisteos, y de mano de todos sus enemigos.
3:19 Habló también Abner a los de Benjamín;
y fue también Abner a Hebrón a decir a David todo
lo que parecía bien a los de Israel y a toda la casa de
Benjamín.
3:20 Vino, pues, Abner a David en Hebrón, y con él
veinte hombres; y David hizo banquete a Abner y a los que con
él habían venido.
3:21 Y dijo Abner a David: Yo me levantaré e iré,
y juntaré a mi señor el rey a todo Israel, para
que hagan contigo pacto, y tú reines como lo desea tu corazón.
David despidió luego a Abner, y él se fue en paz.
Joab mata a Abner
3:22 Y he aquí que los siervos de David y Joab venían
del campo, y traían consigo gran botín. Mas Abner
no estaba con David en Hebrón, pues ya lo había
despedido, y él se había ido en paz.
3:23 Y luego que llegó Joab y todo el ejército que
con él estaba, fue dado aviso a Joab, diciendo: Abner hijo
de Ner ha venido al rey, y él le ha despedido, y se fue
en paz.
3:24 Entonces Joab vino al rey, y le dijo: ¿Qué
has hecho? He aquí Abner vino a ti; ¿por qué,
pues, le dejaste que se fuese?
3:25 Tú conoces a Abner hijo de Ner. No ha venido sino
para engañarte, y para enterarse de tu salida y de tu entrada,
y para saber todo lo que tú haces.
3:26 Y saliendo Joab de la presencia de David, envió mensajeros
tras Abner, los cuales le hicieron volver desde el pozo de Sira,
sin que David lo supiera.
3:27 Y cuando Abner volvió a Hebrón, Joab lo llevó
aparte en medio de la puerta para hablar con él en secreto;
y allí, en venganza de la muerte de Asael su hermano, le
hirió por la quinta costilla, y murió.
3:28 Cuando David supo después esto, dijo: Inocente soy
yo y mi reino, delante de Jehová, para siempre, de la sangre
de Abner hijo de Ner.
3:29 Caiga sobre la cabeza de Joab, y sobre toda la casa de su
padre; que nunca falte de la casa de Joab quien padezca flujo,
ni leproso, ni quien ande con báculo, ni quien muera a
espada, ni quien tenga falta de pan.
3:30 Joab, pues, y Abisai su hermano, mataron a Abner, porque
él había dado muerte a Asael hermano de ellos en
la batalla de Gabaón.
3:31 Entonces dijo David a Joab, y a todo el pueblo que con él
estaba: Rasgad vuestros vestidos, y ceñíos de cilicio,
y haced duelo delante de Abner. Y el rey David iba detrás
del féretro.
3:32 Y sepultaron a Abner en Hebrón; y alzando el rey su
voz, lloró junto al sepulcro de Abner; y lloró también
todo el pueblo.
3:33 Y endechando el rey al mismo Abner, decía:
¿Había de morir Abner como muere un villano?
3:34 Tus manos no estaban atadas, ni tus pies ligados con grillos;
Caíste como los que caen delante de malos hombres.
Y todo el pueblo volvió a llorar sobre él.
3:35 Entonces todo el pueblo vino para persuadir a David que comiera,
antes que acabara el día. Mas David juró diciendo:
Así me haga Dios y aun me añada, si antes que se
ponga el sol gustare yo pan, o cualquiera otra cosa.
3:36 Todo el pueblo supo esto, y le agradó; pues todo lo
que el rey hacía agradaba a todo el pueblo.
3:37 Y todo el pueblo y todo Israel entendió aquel día,
que no había procedido del rey el matar a Abner hijo de
Ner.
3:38 También dijo el rey a sus siervos: ¿No sabéis
que un príncipe y grande ha caído hoy en Israel?
3:39 Y yo soy débil hoy, aunque ungido rey; y estos hombres,
los hijos de Sarvia,
son muy duros para mí; Jehová dé el pago
al que mal hace, conforme a su maldad.
Capítulo 4
Is-boset es asesinado
4:1 Luego que oyó el hijo de Saúl que Abner había
sido muerto en Hebrón, las manos se le debilitaron, y fue
atemorizado todo Israel.
4:2 Y el hijo de Saúl tenía dos hombres, capitanes
de bandas de merodeadores; el nombre de uno era Baana, y el del
otro, Recab, hijos de Rimón beerotita, de los hijos de
Benjamín (porque Beerot era también contado con
Benjamín,
4:3 pues los beerotitas habían huido a Gitaim, y moran
allí como forasteros hasta hoy).
4:4 Y Jonatán hijo de Saúl tenía un hijo
lisiado de los pies.
Tenía cinco años de edad cuando llegó de
Jezreel la noticia de la muerte de Saúl y de Jonatán,
y su nodriza le tomó y huyó; y mientras iba huyendo
apresuradamente, se le cayó el niño y quedó
cojo. Su nombre era Mefi-boset.
4:5 Los hijos, pues, de Rimón beerotita, Recab y Baana,
fueron y entraron en el mayor calor del día en casa de
Is-boset, el cual estaba durmiendo la siesta en su cámara.
4:6 Y he aquí la portera de la casa había estado
limpiando trigo, pero se durmió; y fue así como
Recab y Baana su hermano se introdujeron en la casa.
4:7 Cuando entraron en la casa, Is=boset dormía sobre su
lecho en su cámara; y lo hirieron y lo mataron, y le cortaron
la cabeza, y habiéndola tomado, caminaron toda la noche
por el camino del Arabá.
4:8 Y trajeron la cabeza de Is-boset a David en Hebrón,
y dijeron al rey: He aquí la cabeza de Is-boset hijo de
Saúl tu enemigo, que procuraba matarte; y Jehová
ha vengado hoy a mi señor el rey, de Saúl y de su
linaje.
4:9 Y David respondió a Recab y a su hermano Baana, hijos
de Rimón beerotita, y les dijo: Vive Jehová que
ha redimido mi alma de toda angustia,
4:10 que cuando uno me dio nuevas, diciendo: He aquí Saúl
ha muerto, imaginándose que traía buenas nuevas,
yo lo prendí, y le maté en Siclag en pago de la
nueva.
4:11 ¿Cuánto más a los malos hombres que
mataron a un hombre justo en su casa, y sobre su cama? Ahora,
pues, ¿no he de demandar yo su sangre de vuestras manos,
y quitaros de la tierra?
4:12 Entonces David ordenó a sus servidores, y ellos los
mataron, y les cortaron las manos y los pies, y los colgaron sobre
el estanque en Hebrón. Luego tomaron la cabeza de Is- boset,
y la enterraron en el sepulcro de Abner en Hebrón.
Capítulo 5
David es proclamado rey de Israel
(1 Cr. 11.1-3)
5:1 Vinieron todas las tribus de Israel a David en Hebrón
y hablaron, diciendo: Henos aquí, hueso tuyo y carne tuya
somos.
5:2 Y aun antes de ahora, cuando Saúl reinaba sobre nosotros,
eras tú quien sacabas a Israel a la guerra, y lo volvías
a traer. Además Jehová te ha dicho: Tú apacentarás
a mi pueblo Israel, y tú serás príncipe sobre
Israel.
5:3 Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón,
y el rey David hizo pacto con ellos en Hebrón delante de
Jehová; y ungieron a David por rey sobre Israel.
5:4 Era David de treinta años cuando comenzó a reinar,
y reinó cuarenta años.
5:5 En Hebrón reinó sobre Judá siete años
y seis meses, y en Jerusalén reinó treinta y tres
años sobre todo Israel y Judá.
David toma la fortaleza de Sion
(1 Cr. 11.4-9)
5:6 Entonces marchó el rey con sus hombres a Jerusalén
contra los jebuseos
que moraban en aquella tierra; los cuales hablaron a David, diciendo:
Tú no entrarás acá, pues aun los ciegos y
los cojos te echarán (queriendo decir: David no puede entrar
acá).
5:7 Pero David tomó la fortaleza de Sion, la cual es la
ciudad de David.
5:8 Y dijo David aquel día: Todo el que hiera a los jebuseos,
suba por el canal y hiera a los cojos y ciegos aborrecidos del
alma de David. Por esto se dijo: Ciego ni cojo no entrará
en la casa.
5:9 Y David moró en la fortaleza, y le puso por nombre
la Ciudad de David; y edificó alrededor desde Milo hacia
adentro.
5:10 Y David iba adelantando y engrandeciéndose, y Jehová
Dios de los ejércitos estaba con él.
Hiram envía embajadores a David
(1 Cr. 14.1-2)
5:11 También Hiram rey de Tiro envió embajadores
a David, y madera de cedro, y carpinteros, y canteros para los
muros, los cuales edificaron la casa de David.
5:12 Y entendió David que Jehová le había
confirmado por rey sobre Israel, y que había engrandecido
su reino por amor de su pueblo Israel.
Hijos de David nacidos en Jerusalén
(1 Cr. 3.5-9;
14.3-7)
5:13 Y tomó David más concubinas y mujeres de Jerusalén,
después que vino de Hebrón, y le nacieron más
hijos e hijas.
5:14 Estos son los nombres de los que le nacieron en Jerusalén:
Samúa, Sobab, Natán, Salomón,
5:15 Ibhar, Elisúa, Nefeg, Jafía,
5:16 Elisama, Eliada y Elifelet.
David derrota a los filisteos
(1 Cr. 14.8-17)
5:17 Oyendo los filisteos que David había sido ungido
por rey sobre Israel, subieron todos los filisteos para buscar
a David; y cuando David lo oyó, descendió a la fortaleza.
5:18 Y vinieron los filisteos, y se extendieron por el valle de
Refaim.
5:19 Entonces consultó David a Jehová, diciendo:
¿Iré contra los filisteos? ¿Los entregarás
en mi mano? Y Jehová respondió a David: Ve, porque
ciertamente entregaré a los filisteos en tu mano.
5:20 Y vino David a Baal-perazim, y allí los venció
David, y dijo: Quebrantó Jehová a mis enemigos delante
de mí, como corriente impetuosa. Por esto llamó
el nombre de aquel lugar Baal-perazim.
5:21 Y dejaron allí sus ídolos, y David y sus hombres
los quemaron.
5:22 Y los filisteos volvieron a venir, y se extendieron en el
valle de Refaim.
5:23 Y consultando David a Jehová, él le respondió:
No subas, sino rodéalos, y vendrás a ellos enfrente
de las balsameras.
5:24 Y cuando oigas ruido como de marcha por las copas de las
balsameras, entonces te moverás; porque Jehová saldrá
delante de ti a herir el campamento de los filisteos.
5:25 Y David lo hizo así, como Jehová se lo había
mandado; e hirió a los filisteos desde Geba hasta llegar
a Gezer.
Capítulo 6
David intenta llevar el arca a Jerusalén
(1 Cr. 13.5-14)
6:1 David volvió a reunir a todos los escogidos de Israel,
treinta mil.
6:2 Y se levantó David y partió de Baala de Judá
con todo el pueblo que tenía consigo, para hacer pasar de
allí el arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre
de Jehová de los ejércitos, que mora entre los querubines.
6:3 Pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo, y la llevaron
de la casa de Abinadab, que estaba en el collado;
y Uza y Ahío, hijos de Abinadab, guiaban el carro nuevo.
6:4 Y cuando lo llevaban de la casa de Abinadab, que estaba en el
collado, con el arca de Dios, Ahío iba delante del arca.
6:5 Y David y toda la casa de Israel danzaban delante de Jehová
con toda clase de instrumentos de madera de haya; con arpas, salterios,
panderos, flautas y címbalos.
6:6 Cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió
su mano al arca de Dios, y la sostuvo; porque los bueyes tropezaban.
6:7 Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y
lo hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó
allí muerto junto al arca de Dios.
6:8 Y se entristeció David por haber herido Jehová
a Uza, y fue llamado aquel lugar Pérez-uza, hasta hoy.
6:9 Y temiendo David a Jehová aquel día, dijo: ¿Cómo
ha de venir a mí el arca de Jehová?
6:10 De modo que David no quiso traer para sí el arca de
Jehová a la ciudad de David; y la hizo llevar David a casa
de Obed-edom geteo.
6:11 Y estuvo el arca de Jehová en casa de Obed-edom geteo
tres meses; y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa.
David trae el arca a Jerusalén
(1 Cr. 15.1E6.6)
6:12 Fue dado aviso al rey David, diciendo: Jehová ha
bendecido la casa de Obed-edom y todo lo que tiene, a causa del
arca de Dios. Entonces David fue, y llevó con alegría
el arca de Dios de casa de Obed-edom a la ciudad de David.
6:13 Y cuando los que llevaban el arca de Dios habían andado
seis pasos, él sacrificó un buey y un carnero engordado.
6:14 Y David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová;
y estaba David vestido con un efod de lino.
6:15 Así David y toda la casa de Israel conducían
el arca de Jehová con júbilo y sonido de trompeta.
6:16 Cuando el arca de Jehová llegó a la ciudad
de David, aconteció que Mical hija de Saúl miró
desde una ventana, y vio al rey David que saltaba y danzaba delante
de Jehová; y le menospreció en su corazón.
6:17 Metieron, pues, el arca de Jehová, y la pusieron en
su lugar en medio de una tienda que David le había levantado;
y sacrificó David holocaustos y ofrendas de paz delante
de Jehová.
6:18 Y cuando David había acabado de ofrecer los holocaustos
y ofrendas de paz, bendijo al pueblo en el nombre de Jehová
de los ejércitos.
6:19 Y repartió a todo el pueblo, y a toda la multitud
de Israel, así a hombres como a mujeres, a cada uno un
pan, y un pedazo de carne y una torta de pasas. Y se fue todo
el pueblo, cada uno a su casa.
6:20 Volvió luego David para bendecir su casa;
y saliendo Mical a recibir a David, dijo: ¡Cuán honrado
ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose hoy delante
de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un
cualquiera!
6:21 Entonces David respondió a Mical: Fue delante de Jehová,
quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa,
para constituirme por príncipe sobre el pueblo de Jehová,
sobre Israel. Por tanto, danzaré delante de Jehová.
6:22 Y aun me haré más vil que esta vez, y seré
bajo a tus ojos; pero seré honrado delante de las criadas
de quienes has hablado.
6:23 Y Mical hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta el día
de su muerte.
Capítulo 7
Pacto de Dios con David
(1 Cr. 17.1-27)
7:1 Aconteció que cuando ya el rey habitaba en su casa,
después que Jehová le había dado reposo de
todos sus enemigos en derredor,
7:2 dijo el rey al profeta Natán: Mira ahora, yo habito
en casa de cedro, y el arca de Dios está entre cortinas.
7:3 Y Natán dijo al rey: Anda, y haz todo lo que está
en tu corazón, porque Jehová está contigo.
7:4 Aconteció aquella noche, que vino palabra de Jehová
a Natán, diciendo:
7:5 Ve y di a mi siervo David: Así ha dicho Jehová:
¿Tú me has de edificar casa en que yo more?
7:6 Ciertamente no he habitado en casas desde el día en
que saqué a los hijos de Israel de Egipto hasta hoy, sino
que he andado en tienda y en tabernáculo.
7:7 Y en todo cuanto he andado con todos los hijos de Israel,
¿he hablado yo palabra a alguna de las tribus de Israel,
a quien haya mandado apacentar a mi pueblo de Israel, diciendo:
¿Por qué no me habéis edificado casa de cedro?
7:8 Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así
ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé
del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe
sobre mi pueblo, sobre Israel;
7:9 y he estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de
ti he destruido a todos tus enemigos, y te he dado nombre grande,
como el nombre de los grandes que hay en la tierra.
7:10 Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel
y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más
sea removido, ni los inicuos le aflijan más, como al principio,
7:11 desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel;
y a ti te daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo
Jehová te hace saber que él te hará casa.
7:12 Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus
padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje,
el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré
su reino.
7:13 El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré
para siempre el trono de su reino.
7:14 Yo le seré a él padre, y él me será
a mí hijo.
Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de
hombres, y con azotes de hijos de hombres;
7:15 pero mi misericordia no se apartará de él como
la aparté de Saúl, al cual quité de delante
de ti.
7:16 Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante
de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.
7:17 Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión,
así habló Natán a David.
7:18 Y entró el rey David y se puso delante de Jehová,
y dijo: Señor Jehová, ¿quién soy yo,
y qué es mi casa, para que tú me hayas traído
hasta aquí?
7:19 Y aun te ha parecido poco esto, Señor Jehová,
pues también has hablado de la casa de tu siervo en lo
por venir. ¿Es así como procede el hombre, Señor
Jehová?
7:20 ¿Y qué más puede añadir David
hablando contigo? Pues tú conoces a tu siervo, Señor
Jehová.
7:21 Todas estas grandezas has hecho por tu palabra y conforme
a tu corazón, haciéndolas saber a tu siervo.
7:22 Por tanto, tú te has engrandecido, Jehová Dios;
por cuanto no hay como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme
a todo lo que hemos oído con nuestros oídos.
7:23 ¿Y quién como tu pueblo, como Israel, nación
singular en la tierra? Porque fue Dios para rescatarlo por pueblo
suyo, y para ponerle nombre, y para hacer grandezas a su favor,
y obras terribles a tu tierra, por amor de tu pueblo que rescataste
para ti de Egipto, de las naciones y de sus dioses.
7:24 Porque tú estableciste a tu pueblo Israel por pueblo
tuyo para siempre; y tú, oh Jehová, fuiste a ellos
por Dios.
7:25 Ahora pues, Jehová Dios, confirma para siempre la
palabra que has hablado sobre tu siervo y sobre su casa, y haz
conforme a lo que has dicho.
7:26 Que sea engrandecido tu nombre para siempre, y se diga: Jehová
de los ejércitos es Dios sobre Israel; y que la casa de
tu siervo David sea firme delante de ti.
7:27 Porque tú, Jehová de los ejércitos,
Dios de Israel, revelaste al oído de tu siervo, diciendo:
Yo te edificaré casa. Por esto tu siervo ha hallado en
su corazón valor para hacer delante de ti esta súplica.
7:28 Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus
palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu
siervo.
7:29 Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que
permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová
Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita
la casa de tu siervo para siempre.
Capítulo 8
David extiende sus dominios
(1 Cr. 18.1-13)
8:1 Después de esto, aconteció que David derrotó
a los filisteos y los sometió, y tomó David a Meteg-ama
de mano de los filisteos.
8:2 Derrotó también a los de Moab, y los midió
con cordel, haciéndolos tender por tierra; y midió
dos cordeles para hacerlos morir, y un cordel entero para preservarles
la vida; y fueron los moabitas siervos de David, y pagaron tributo.
8:3 Asimismo derrotó David a Hadad=ezer hijo de Rehob, rey
de Soba, al ir éste a recuperar su territorio al río
Eufrates.
8:4 Y tomó David de ellos mil setecientos hombres de a caballo,
y veinte mil hombres de a pie; y desjarretó David los caballos
de todos los carros, pero dejó suficientes para cien carros.
8:5 Y vinieron los sirios de Damasco para dar ayuda a Hadad-ezer
rey de Soba; y David hirió de los sirios a veintidós
mil hombres.
8:6 Puso luego David guarnición en Siria de Damasco, y los
sirios fueron hechos siervos de David, sujetos a tributo. Y Jehová
dio la victoria a David por dondequiera que fue.
8:7 Y tomó David los escudos de oro que traían los
siervos de Hadad-ezer, y los llevó a Jerusalén.
8:8 Asimismo de Beta y de Berotai, ciudades de Hadad-ezer, tomó
el rey David gran cantidad de bronce.
8:9 Entonces oyendo Toi rey de Hamat, que David había derrotado
a todo el ejército de Hadad-ezer,
8:10 envió Toi a Joram su hijo al rey David, para saludarle
pacíficamente y para bendecirle, porque había peleado
con Hadad-ezer y lo había vencido; porque Toi era enemigo
de Hadad- ezer. Y Joram llevaba en su mano utensilios de plata,
de oro y de bronce;
8:11 los cuales el rey David dedicó a Jehová, con
la plata y el oro que había dedicado de todas las naciones
que había sometido;
8:12 de los sirios, de los moabitas, de los amonitas, de los filisteos,
de los amalecitas, y del botín de Hadad=ezer hijo de Rehob,
rey de Soba.
8:13 Así ganó David fama. Cuando regresaba de derrotar
a los sirios, destrozó a dieciocho mil edomitas en el Valle
de la Sal.
8:14 Y puso guarnición en Edom; por todo Edom puso guarnición,
y todos los edomitas fueron siervos de David. Y Jehová dio
la victoria a David por dondequiera que fue.
Oficiales de David
(2 S. 20.23-26; 1
Cr. 18.14-17)
8:15 Y reinó David sobre todo Israel; y David administraba
justicia y equidad a todo su pueblo.
8:16 Joab hijo de Sarvia era general de su ejército, y
Josafat hijo de Ahilud era cronista;
8:17 Sadoc hijo de Ahitob y Ahimelec hijo de Abiatar eran sacerdotes;
Seraías era escriba;
8:18 Benaía hijo de Joiada estaba sobre los cereteos y
peleteos; y los hijos de David eran los príncipes.
Capítulo 9
Bondad de David hacia Mefi-boset
9:1 Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl,
a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?
9:2 Y había un siervo de la casa de Saúl, que se
llamaba Siba, al cual llamaron para que viniese a David. Y el
rey le dijo: ¿Eres tú Siba? Y él respondió:
Tu siervo.
9:3 El rey le dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de
Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios? Y Siba respondió
al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado
de los pies.
9:4 Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está?
Y Siba respondió al rey: He aquí, está en
casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar.
9:5 Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa
de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar.
9:6 Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl,
a David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia.
Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí
tu siervo.
9:7 Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré
contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te
devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y
tú comerás siempre a mi mesa.
9:8 Y él inclinándose, dijo: ¿Quién
es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?
9:9 Entonces el rey llamó a Siba siervo de Saúl,
y le dijo: Todo lo que fue de Saúl y de toda su casa, yo
lo he dado al hijo de tu señor.
9:10 Tú, pues, le labrarás las tierras, tú
con tus hijos y tus siervos, y almacenarás los frutos,
para que el hijo de tu señor tenga pan para comer; pero
Mefi-boset el hijo de tu señor comerá siempre a
mi mesa. Y tenía Siba quince hijos y veinte siervos.
9:11 Y respondió Siba al rey: Conforme a todo lo que ha
mandado mi señor el rey a su siervo, así lo hará
tu siervo. Mefi-boset, dijo el rey, comerá a mi mesa, como
uno de los hijos del rey.
9:12 Y tenía Mefi-boset un hijo pequeño, que se
llamaba Micaía. Y toda la familia de la casa de Siba eran
siervos de Mefi-boset.
9:13 Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía
siempre a la mesa del rey; y estaba lisiado de ambos pies.
Capítulo 10
Derrotas de amonitas y sirios
(1 Cr. 19. 1-19)
10:1 Después de esto, aconteció que murió
el rey de los hijos de Amón, y reinó en lugar suyo
Hanún su hijo.
10:2 Y dijo David: Yo haré misericordia con Hanún
hijo de Nahas, como su padre la hizo conmigo. Y envió David
sus siervos para consolarlo por su padre. Mas llegados los siervos
de David a la tierra de los hijos de Amón,
10:3 los príncipes de los hijos de Amón dijeron
a Hanún su señor: ¿Te parece que por honrar
David a tu padre te ha enviado consoladores? ¿No ha enviado
David sus siervos a ti para reconocer e inspeccionar la ciudad,
para destruirla?
10:4 Entonces Hanún tomó los siervos de David, les
rapó la mitad de la barba, les cortó los vestidos
por la mitad hasta las nalgas, y los despidió.
10:5 Cuando se le hizo saber esto a David, envió a encontrarles,
porque ellos estaban en extremo avergonzados; y el rey mandó
que les dijeran: Quedaos en Jericó hasta que os vuelva
a nacer la barba, y entonces volved.
10:6 Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho
odiosos a David, enviaron los hijos de Amón y tomaron a
sueldo a los sirios de Bet-rehob y a los sirios de Soba, veinte
mil hombres de a pie, del rey de Maaca mil hombres, y de Is-tob
doce mil hombres.
10:7 Cuando David oyó esto, envió a Joab con todo
el ejército de los valientes.
10:8 Y saliendo los hijos de Amón, se pusieron en orden
de batalla a la entrada de la puerta; pero los sirios de Soba,
de Rehob, de Is-tob y de Maaca estaban aparte en el campo.
10:9 Viendo, pues, Joab que se le presentaba la batalla de frente
y a la retaguardia, entresacó de todos los escogidos de
Israel, y se puso en orden de batalla contra los sirios.
10:10 Entregó luego el resto del ejército en mano
de Abisai su hermano, y lo alineó para encontrar a los
amonitas.
10:11 Y dijo: Si los sirios pudieren más que yo, tú
me ayudarás; y si los hijos de Amón pudieren más
que tú, yo te daré ayuda.
10:12 Esfuérzate, y esforcémonos por nuestro pueblo,
y por las ciudades de nuestro Dios; y haga Jehová lo que
bien le pareciere.
10:13 Y se acercó Joab, y el pueblo que con él estaba,
para pelear contra los sirios; mas ellos huyeron delante de él.
10:14 Entonces los hijos de Amón, viendo que los sirios
habían huido, huyeron también ellos delante de Abisai,
y se refugiaron en la ciudad. Se volvió, pues, Joab de
luchar contra los hijos de Amón, y vino a Jerusalén.
10:15 Pero los sirios, viendo que habían sido derrotados
por Israel, se volvieron a reunir.
10:16 Y envió Hadad-ezer e hizo salir a los sirios que
estaban al otro lado del Eufrates, los cuales vinieron a Helam,
llevando por jefe a Sobac, general del ejército de Hadad-ezer.
10:17 Cuando fue dado aviso a David, reunió a todo Israel,
y pasando el Jordán vino a Helam; y los sirios se pusieron
en orden de batalla contra David y pelearon contra él.
10:18 Mas los sirios huyeron delante de Israel; y David mató
de los sirios a la gente de setecientos carros, y cuarenta mil
hombres de a caballo; hirió también a Sobac general
del ejército, quien murió allí.
10:19 Viendo, pues, todos los reyes que ayudaban a Hadad-ezer,
cómo habían sido derrotados delante de Israel, hicieron
paz con Israel y le sirvieron; y de allí en adelante los
sirios temieron ayudar más a los hijos de Amón.
Capítulo 11
David y Betsabé
11:1 Aconteció al año siguiente, en el tiempo que
salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y
con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los
amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó
en Jerusalén.
11:2 Y sucedió un día, al caer la tarde, que se
levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado
de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba
bañando, la cual era muy hermosa.
11:3 Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron:
Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías
heteo.
11:4 Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino
a él, y él durmió con ella. Luego ella se
purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa.
11:5 Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber
a David, diciendo: Estoy encinta.
11:6 Entonces David envió a decir a Joab: Envíame
a Urías heteo. Y Joab envió a Urías a David.
11:7 Cuando Urías vino a él, David le preguntó
por la salud de Joab, y por la salud del pueblo, y por el estado
de la guerra.
11:8 Después dijo David a Urías: Desciende a tu
casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa del
rey, le fue enviado presente de la mesa real.
11:9 Mas Urías durmió a la puerta de la casa del
rey con todos los siervos de su señor, y no descendió
a su casa.
11:10 E hicieron saber esto a David, diciendo: Urías no
ha descendido a su casa. Y dijo David a Urías: ¿No
has venido de camino? ¿Por qué, pues, no descendiste
a tu casa?
11:11 Y Urías respondió a David: El arca e Israel
y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab,
y los siervos de mi señor, en el campo; ¿y había
yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi
mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré
tal cosa.
11:12 Y David dijo a Urías: Quédate aquí
aún hoy, y mañana te despacharé. Y se quedó
Urías en Jerusalén aquel día y el siguiente.
11:13 Y David lo convidó a comer y a beber con él,
hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir
en su cama con los siervos de su señor; mas no descendió
a su casa.
11:14 Venida la mañana, escribió David a Joab una
carta, la cual envió por mano de Urías.
11:15 Y escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías
al frente, en lo más recio de la batalla, y retiraos de
él, para que sea herido y muera.
11:16 Así fue que cuando Joab sitió la ciudad, puso
a Urías en el lugar donde sabía que estaban los
hombres más valientes.
11:17 Y saliendo luego los de la ciudad, pelearon contra Joab,
y cayeron algunos del ejército de los siervos de David;
y murió también Urías heteo.
11:18 Entonces envió Joab e hizo saber a David todos los
asuntos de la guerra.
11:19 Y mandó al mensajero, diciendo: Cuando acabes de
contar al rey todos los asuntos de la guerra,
11:20 si el rey comenzare a enojarse, y te dijere: ¿Por
qué os acercasteis demasiado a la ciudad para combatir?
¿No sabíais lo que suelen arrojar desde el muro?
11:21 ¿Quién hirió a Abimelec hijo de Jerobaal?
¿No echó una mujer del muro un pedazo de una rueda
de molino, y murió en Tebes?
¿Por qué os acercasteis tanto al muro? Entonces
tú le dirás: También tu siervo Urías
heteo es muerto.
11:22 Fue el mensajero, y llegando, contó a David todo
aquello a que Joab le había enviado.
11:23 Y dijo el mensajero a David: Prevalecieron contra nosotros
los hombres que salieron contra nosotros al campo, bien que nosotros
les hicimos retroceder hasta la entrada de la puerta;
11:24 pero los flecheros tiraron contra tus siervos desde el muro,
y murieron algunos de los siervos del rey; y murió también
tu siervo Urías heteo.
11:25 Y David dijo al mensajero: Así dirás a Joab:
No tengas pesar por esto, porque la espada consume, ora a uno,
ora a otro; refuerza tu ataque contra la ciudad, hasta que la
rindas. Y tú aliéntale.
11:26 Oyendo la mujer de Urías que su marido Urías
era muerto, hizo duelo por su marido.
11:27 Y pasado el luto, envió David y la trajo a su casa;
y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo. Mas esto que David
había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová.
Capítulo 12
Natán amonesta a David
12:1 Jehová envió a Natán a David;y
viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad,
el uno rico, y el otro pobre.
12:2 El rico tenía numerosas ovejas y vacas;
12:3 pero el pobre no tenía más que una sola corderita,
que él había comprado y criado, y que había
crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su
bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía
como a una hija.
12:4 Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso
tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante
que había venido a él, sino que tomó la oveja
de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había
venido a él.
12:5 Entonces se encendió el furor de David en gran manera
contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová,
que el que tal hizo es digno de muerte.
12:6 Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal
cosa, y no tuvo misericordia.
12:7 Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre.
Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí
por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl,
12:8 y te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor
en tu seno; además te di la casa de Israel y de Judá;
y si esto fuera poco, te habría añadido mucho más.
12:9 ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de
Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías
heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él
lo mataste con la espada de los hijos de Amón.
12:10 Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu
casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer
de Urías heteo para que fuese tu mujer.
12:11 Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré
levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres
delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual
yacerá con tus mujeres a la vista del sol.
12:12 Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré
esto delante de todo Israel y a pleno sol.
12:13 Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová.
Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido
tu pecado; no morirás.
12:14 Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos
de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá.
12:15 Y Natán se volvió a su casa. Y Jehová
hirió al niño que la mujer de Urías había
dado a David, y enfermó gravemente.
12:16 Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó
David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra.
12:17 Y se levantaron los ancianos de su casa, y fueron a él
para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso, ni comió
con ellos pan.
12:18 Y al séptimo día murió el niño;
y temían los siervos de David hacerle saber que el niño
había muerto, diciendo entre sí: Cuando el niño
aún vivía, le hablábamos, y no quería
oír nuestra voz; ¿cuánto más se afligirá
si le decimos que el niño ha muerto?
12:19 Mas David, viendo a sus siervos hablar entre sí, entendió
que el niño había muerto; por lo que dijo David a
sus siervos: ¿Ha muerto el niño? Y ellos respondieron:
Ha muerto.
12:20 Entonces David se levantó de la tierra, y se lavó
y se ungió, y cambió sus ropas, y entró a la
casa de Jehová, y adoró. Después vino a su
casa, y pidió, y le pusieron pan, y comió.
12:21 Y le dijeron sus siervos: ¿Qué es esto que has
hecho? Por el niño, viviendo aún, ayunabas y llorabas;
y muerto él, te levantaste y comiste pan.
12:22 Y él respondió: Viviendo aún el niño,
yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios
tendrá compasión de mí, y vivirá el
niño?
12:23 Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar?
¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas
él no volverá a mí.
12:24 Y consoló David a Betsabé su mujer, y llegándose
a ella durmió con ella; y ella le dio a luz un hijo, y llamó
su nombre Salomón, al cual amó Jehová,
12:25 y envió un mensaje por medio de Natán profeta;
así llamó su nombre Jedidías, a causa de Jehová.
David captura Rabá
(1 Cr. 20.1-3)
12:26 Joab peleaba contra Rabá de los hijos de Amón,
y tomó la ciudad real.
12:27 Entonces envió Joab mensajeros a David, diciendo:
Yo he puesto sitio a Rabá, y he tomado la ciudad de las
aguas.
12:28 Reúne, pues, ahora al pueblo que queda, y acampa
contra la ciudad y tómala, no sea que tome yo la ciudad
y sea llamada de mi nombre.
12:29 Y juntando David a todo el pueblo, fue contra Rabá,
y combatió contra ella, y la tomó.
12:30 Y quitó la corona de la cabeza de su rey, la cual
pesaba un talento de oro,
y tenía piedras preciosas; y fue puesta sobre la cabeza
de David. Y sacó muy grande botín de la ciudad.
12:31 Sacó además a la gente que estaba en ella,
y los puso a trabajar con sierras, con trillos de hierro y hachas
de hierro, y además los hizo trabajar en los hornos de
ladrillos; y lo mismo hizo a todas las ciudades de los hijos de
Amón. Y volvió David con todo el pueblo a Jerusalén.
Capítulo 13
Amnón y Tamar
13:1 Aconteció después de esto, que teniendo Absalón
hijo de David una hermana hermosa que se llamaba Tamar, se enamoró
de ella Amnón hijo de David.
13:2 Y estaba Amnón angustiado hasta enfermarse por Tamar
su hermana, pues por ser ella virgen, le parecía a Amnón
que sería difícil hacerle cosa alguna.
13:3 Y Amnón tenía un amigo que se llamaba Jonadab,
hijo de Simea, hermano de David; y Jonadab era hombre muy astuto.
13:4 Y éste le dijo: Hijo del rey, ¿por qué
de día en día vas enflaqueciendo así? ¿No
me lo descubrirás a mí? Y Amnón le respondió:
Yo amo a Tamar la hermana de Absalón mi hermano.
13:5 Y Jonadab le dijo: Acuéstate en tu cama, y finge que
estás enfermo; y cuando tu padre viniere a visitarte, dile:
Te ruego que venga mi hermana Tamar, para que me dé de comer,
y prepare delante de mí alguna vianda, para que al verla
yo la coma de su mano.
13:6 Se acostó, pues, Amnón, y fingió que estaba
enfermo; y vino el rey a visitarle. Y dijo Amnón al rey:
Yo te ruego que venga mi hermana Tamar, y haga delante de mí
dos hojuelas, para que coma yo de su mano.
13:7 Y David envió a Tamar a su casa, diciendo: Ve ahora
a casa de Amnón tu hermano, y hazle de comer.
13:8 Y fue Tamar a casa de su hermano Amnón, el cual estaba
acostado; y tomó harina, y amasó, e hizo hojuelas
delante de él y las coció.
13:9 Tomó luego la sartén, y las sacó delante
de él; mas él no quiso comer. Y dijo Amnón:
Echad fuera de aquí a todos. Y todos salieron de allí.
13:10 Entonces Amnón dijo a Tamar: Trae la comida a la alcoba,
para que yo coma de tu mano. Y tomando Tamar las hojuelas que había
preparado, las llevó a su hermano Amnón a la alcoba.
13:11 Y cuando ella se las puso delante para que comiese, asió
de ella, y le dijo: Ven, hermana mía, acuéstate conmigo.
13:12 Ella entonces le respondió: No, hermano mío,
no me hagas violencia; porque no se debe hacer así en Israel.
No hagas tal vileza.
13:13 Porque ¿adónde iría yo con mi deshonra?
Y aun tú serías estimado como uno de los perversos
en Israel. Te ruego pues, ahora, que hables al rey, que él
no me negará a ti.
13:14 Mas él no la quiso oír, sino que pudiendo más
que ella, la forzó, y se acostó con ella.
13:15 Luego la aborreció Amnón con tan gran aborrecimiento,
que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con
que la había amado. Y le dijo Amnón: Levántate,
y vete.
13:16 Y ella le respondió: No hay razón; mayor mal
es este de arrojarme, que el que me has hecho. Mas él no
la quiso oír,
13:17 sino que llamando a su criado que le servía, le dijo:
Echame a ésta fuera de aquí, y cierra tras ella la
puerta.
13:18 Y llevaba ella un vestido de diversos colores, traje que vestían
las hijas vírgenes de los reyes. Su criado, pues, la echó
fuera, y cerró la puerta tras ella.
13:19 Entonces Tamar tomó ceniza y la esparció sobre
su cabeza, y rasgó la ropa de colores de que estaba vestida,
y puesta su mano sobre su cabeza, se fue gritando.
Venganza y huida de Absalón
13:20 Y le dijo su hermano Absalón: ¿Ha estado
contigo tu hermano Amnón? Pues calla ahora, hermana mía;
tu hermano es; no se angustie tu corazón por esto. Y se
quedó Tamar desconsolada en casa de Absalón su hermano.
13:21 Y luego que el rey David oyó todo esto, se enojó
mucho.
13:22 Mas Absalón no habló con Amnón ni malo
ni bueno; aunque Absalón aborrecía a Amnón,
porque había forzado a Tamar su hermana.
13:23 Aconteció pasados dos años, que Absalón
tenía esquiladores en Baal-hazor, que está junto
a Efraín; y convidó Absalón a todos los hijos
del rey.
13:24 Y vino Absalón al rey, y dijo: He aquí, tu
siervo tiene ahora esquiladores; yo ruego que venga el rey y sus
siervos con tu siervo.
13:25 Y respondió el rey a Absalón: No, hijo mío,
no vamos todos, para que no te seamos gravosos. Y aunque porfió
con él, no quiso ir, mas le bendijo.
13:26 Entonces dijo Absalón: Pues si no, te ruego que venga
con nosotros Amnón mi hermano. Y el rey le respondió:
¿Para qué ha de ir contigo?
13:27 Pero como Absalón le importunaba, dejó ir
con él a Amnón y a todos los hijos del rey.
13:28 Y Absalón había dado orden a sus criados,
diciendo: Os ruego que miréis cuando el corazón
de Amnón esté alegre por el vino; y al decir yo:
Herid a Amnón, entonces matadle, y no temáis, pues
yo os lo he mandado. Esforzaos, pues, y sed valientes.
13:29 Y los criados de Absalón hicieron con Amnón
como Absalón les había mandado. Entonces se levantaron
todos los hijos del rey, y montaron cada uno en su mula, y huyeron.
13:30 Estando ellos aún en el camino, llegó a David
el rumor que decía: Absalón ha dado muerte a todos
los hijos del rey, y ninguno de ellos ha quedado.
13:31 Entonces levantándose David, rasgó sus vestidos,
y se echó en tierra, y todos sus criados que estaban junto
a él también rasgaron sus vestidos.
13:32 Pero Jonadab, hijo de Simea hermano de David, habló
y dijo: No diga mi señor que han dado muerte a todos los
jóvenes hijos del rey, pues sólo Amnón ha
sido muerto; porque por mandato de Absalón esto había
sido determinado desde el día en que Amnón forzó
a Tamar su hermana.
13:33 Por tanto, ahora no ponga mi señor el rey en su corazón
ese rumor que dice: Todos los hijos del rey han sido muertos;
porque sólo Amnón ha sido muerto.
13:34 Y Absalón huyó. Entre tanto, alzando sus ojos
el joven que estaba de atalaya, miró, y he aquí
mucha gente que venía por el camino a sus espaldas, del
lado del monte.
13:35 Y dijo Jonadab al rey: He allí los hijos del rey
que vienen; es así como tu siervo ha dicho.
13:36 Cuando él acabó de hablar, he aquí
los hijos del rey que vinieron, y alzando su voz lloraron. Y también
el mismo rey y todos sus siervos lloraron con muy grandes lamentos.
13:37 Mas Absalón huyó y se fue a Talmai hijo de
Amiud, rey de Gesur.
Y David lloraba por su hijo todos los días.
13:38 Así huyó Absalón y se fue a Gesur,
y estuvo allá tres años.
13:39 Y el rey David deseaba ver a Absalón; pues ya estaba
consolado acerca de Amnón, que había muerto.
Capítulo 14
Joab procura el regreso de Absalón
14:1 Conociendo Joab hijo de Sarvia que el corazón del
rey se inclinaba por Absalón,
14:2 envió Joab a Tecoa, y tomó de allá una
mujer astuta, y le dijo: Yo te ruego que finjas estar de duelo,
y te vistas ropas de luto, y no te unjas con óleo, sino
preséntate como una mujer que desde mucho tiempo está
de duelo por algún muerto;
14:3 y entrarás al rey, y le hablarás de esta manera.
Y puso Joab las palabras en su boca.
14:4 Entró, pues, aquella mujer de Tecoa al rey, y postrándose
en tierra sobre su rostro, hizo reverencia, y dijo: ¡Socorro,
oh rey!
14:5 El rey le dijo: ¿Qué tienes? Y ella respondió:
Yo a la verdad soy una mujer viuda y mi marido ha muerto.
14:6 Tu sierva tenía dos hijos, y los dos riñeron
en el campo; y no habiendo quien los separase, hirió el
uno al otro, y lo mató.
14:7 Y he aquí toda la familia se ha levantado contra tu
sierva, diciendo: Entrega al que mató a su hermano, para
que le hagamos morir por la vida de su hermano a quien él
mató, y matemos también al heredero. Así
apagarán el ascua que me ha quedado, no dejando a mi marido
nombre ni reliquia sobre la tierra.
14:8 Entonces el rey dijo a la mujer: Vete a tu casa, y yo daré
órdenes con respecto a ti.
14:9 Y la mujer de Tecoa dijo al rey: Rey señor mío,
la maldad sea sobre mí y sobre la casa de mi padre; mas
el rey y su trono sean sin culpa.
14:10 Y el rey dijo: Al que hablare contra ti, tráelo a
mí, y no te tocará más.
14:11 Dijo ella entonces: Te ruego, oh rey, que te acuerdes de
Jehová tu Dios, para que el vengador de la sangre no aumente
el daño, y no destruya a mi hijo. Y el respondió:
Vive Jehová, que no caerá ni un cabello de la cabeza
de tu hijo en tierra.
14:12 Y la mujer dijo: Te ruego que permitas que tu sierva hable
una palabra a mi señor el rey. Y él dijo: Habla.
14:13 Entonces la mujer dijo: ¿Por qué, pues, has
pensado tú cosa semejante contra el pueblo de Dios? Porque
hablando el rey esta palabra, se hace culpable él mismo,
por cuanto el rey no hace volver a su desterrado.
14:14 Porque de cierto morimos, y somos como aguas derramadas
por tierra, que no pueden volver a recogerse; ni Dios quita la
vida, sino que provee medios para no alejar de sí al desterrado.
14:15 Y el haber yo venido ahora para decir esto al rey mi señor,
es porque el pueblo me atemorizó; y tu sierva dijo: Hablaré
ahora al rey; quizá él hará lo que su sierva
diga.
14:16 Pues el rey oirá, para librar a su sierva de mano
del hombre que me quiere destruir a mí y a mi hijo juntamente,
de la heredad de Dios.
14:17 Tu sierva, pues, dice: Sea ahora de consuelo la respuesta
de mi señor el rey, pues que mi señor el rey es
como un ángel de Dios para discernir entre lo bueno y lo
malo. Así Jehová tu Dios sea contigo.
14:18 Entonces David respondió y dijo a la mujer: Yo te
ruego que no me encubras nada de lo que yo te preguntare. Y la
mujer dijo: Hable mi señor el rey.
14:19 Y el rey dijo: ¿No anda la mano de Joab contigo en
todas estas cosas? La mujer respondió y dijo: Vive tu alma,
rey señor mío, que no hay que apartarse a derecha
ni a izquierda de todo lo que mi señor el rey ha hablado;
porque tu siervo Joab, él me mandó, y él
puso en boca de tu sierva todas estas palabras.
14:20 Para mudar el aspecto de las cosas Joab tu siervo ha hecho
esto; pero mi señor es sabio conforme a la sabiduría
de un ángel de Dios, para conocer lo que hay en la tierra.
14:21 Entonces el rey dijo a Joab: He aquí yo hago esto;
ve, y haz volver al joven Absalón.
14:22 Y Joab se postró en tierra sobre su rostro e hizo
reverencia, y después que bendijo al rey, dijo: Hoy ha
entendido tu siervo que he hallado gracia en tus ojos, rey señor
mío, pues ha hecho el rey lo que su siervo ha dicho.
14:23 Se levantó luego Joab y fue a Gesur, y trajo a Absalón
a Jerusalén.
14:24 Mas el rey dijo: Váyase a su casa, y no vea mi rostro.
Y volvió Absalón a su casa, y no vio el rostro del
rey.
14:25 Y no había en todo Israel ninguno tan alabado por
su hermosura como Absalón; desde la planta de su pie hasta
su coronilla no había en él defecto.
14:26 Cuando se cortaba el cabello (lo cual hacía al fin
de cada año, pues le causaba molestia, y por eso se lo
cortaba), pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos
de peso real.
14:27 Y le nacieron a Absalón tres hijos, y una hija que
se llamó Tamar, la cual era mujer de hermoso semblante.
14:28 Y estuvo Absalón por espacio de dos años en
Jerusalén, y no vio el rostro del rey.
14:29 Y mandó Absalón por Joab, para enviarlo al
rey, pero él no quiso venir; y envió aun por segunda
vez, y no quiso venir.
14:30 Entonces dijo a sus siervos: Mirad, el campo de Joab está
junto al mío, y tiene allí cebada; id y prendedle
fuego. Y los siervos de Absalón prendieron fuego al campo.
14:31 Entonces se levantó Joab y vino a casa de Absalón,
y le dijo: ¿Por qué han prendido fuego tus siervos
a mi campo?
14:32 Y Absalón respondió a Joab: He aquí
yo he enviado por ti, diciendo que vinieses acá, con el
fin de enviarte al rey para decirle: ¿Para qué vine
de Gesur? Mejor me fuera estar aún allá. Vea yo
ahora el rostro del rey; y si hay en mí pecado, máteme.
14:33 Vino, pues, Joab al rey, y se lo hizo saber. Entonces llamó
a Absalón, el cual vino al rey, e inclinó su rostro
a tierra delante del rey; y el rey besó a Absalón.
Capítulo 15
Absalón se subleva contra David
15:1 Aconteció después de esto, que Absalón
se hizo de carros y caballos, y cincuenta hombres que corriesen
delante de él.
15:2 Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía
a un lado del camino junto a la puerta; y a cualquiera que tenía
pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba
y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él
respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel.
15:3 Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras
son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga de parte del
rey.
15:4 Y decía Absalón: ¡Quién me pusiera
por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los
que tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia!
15:5 Y acontecía que cuando alguno se acercaba para inclinarse
a él, él extendía la mano y lo tomaba, y
lo besaba.
15:6 De esta manera hacía con todos los israelitas que
venían al rey a juicio; y así robaba Absalón
el corazón de los de Israel.
15:7 Al cabo de cuatro años, aconteció que Absalón
dijo al rey: Yo te ruego me permitas que vaya a Hebrón,
a pagar mi voto que he prometido a Jehová.
15:8 Porque tu siervo hizo voto cuando estaba en Gesur en Siria,
diciendo: Si Jehová me hiciere volver a Jerusalén,
yo serviré a Jehová.
15:9 Y el rey le dijo: Ve en paz. Y él se levantó,
y fue a Hebrón.
15:10 Entonces envió Absalón mensajeros por todas
las tribus de Israel, diciendo: Cuando oigáis el sonido
de la trompeta diréis: Absalón reina en Hebrón.
15:11 Y fueron con Absalón doscientos hombres de Jerusalén
convidados por él, los cuales iban en su sencillez, sin
saber nada.
15:12 Y mientras Absalón ofrecía los sacrificios,
llamó a Ahitofel gilonita, consejero de David, de su ciudad
de Gilo. Y la conspiración se hizo poderosa, y aumentaba
el pueblo que seguía a Absalón.
15:13 Y un mensajero vino a David, diciendo: El corazón
de todo Israel se va tras Absalón.
15:14 Entonces David dijo a todos sus siervos que estaban con
él en Jerusalén: Levantaos y huyamos, porque no
podremos escapar delante de Absalón; daos prisa a partir,
no sea que apresurándose él nos alcance, y arroje
el mal sobre nosotros, y hiera la ciudad a filo de espada.
15:15 Y los siervos del rey dijeron al rey: He aquí, tus
siervos están listos a todo lo que nuestro señor
el rey decida.
15:16 El rey entonces salió, con toda su familia en pos
de él. Y dejó el rey diez mujeres concubinas, para
que guardasen la casa.
15:17 Salió, pues, el rey con todo el pueblo que le seguía,
y se detuvieron en un lugar distante.
15:18 Y todos sus siervos pasaban a su lado, con todos los cereteos
y peleteos; y todos los geteos, seiscientos hombres que habían
venido a pie desde Gat, iban delante del rey.
15:19 Y dijo el rey a Itai geteo: ¿Para qué vienes
tú también con nosotros? Vuélvete y quédate
con el rey; porque tú eres extranjero, y desterrado también
de tu lugar.
15:20 Ayer viniste, ¿y he de hacer hoy que te muevas para
ir con nosotros? En cuanto a mí, yo iré a donde
pueda ir; tú vuélvete, y haz volver a tus hermanos;
y Jehová te muestre amor permanente y fidelidad.
15:21 Y respondió Itai al rey, diciendo: Vive Dios, y vive
mi señor el rey, que o para muerte o para vida, donde mi
señor el rey estuviere, allí estará también
tu siervo.
15:22 Entonces David dijo a Itai: Ven, pues, y pasa. Y pasó
Itai geteo, y todos sus hombres, y toda su familia.
15:23 Y todo el país lloró en alta voz; pasó
luego toda la gente el torrente de Cedrón; asimismo pasó
el rey, y todo el pueblo pasó al camino que va al desierto.
15:24 Y he aquí, también iba Sadoc, y con él
todos los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios; y asentaron
el arca del pacto de Dios. Y subió Abiatar después
que todo el pueblo hubo acabado de salir de la ciudad.
15:25 Pero dijo el rey a Sadoc: Vuelve el arca de Dios a la ciudad.
Si yo hallare gracia ante los ojos de Jehová, él
hará que vuelva, y me dejará verla y a su tabernáculo.
15:26 Y si dijere: No me complazco en ti; aquí estoy, haga
de mí lo que bien le pareciere.
15:27 Dijo además el rey al sacerdote Sadoc: ¿No
eres tú el vidente? Vuelve en paz a la ciudad, y con vosotros
vuestros dos hijos; Ahimaas tu hijo, y Jonatán hijo de
Abiatar.
15:28 Mirad, yo me detendré en los vados del desierto,
hasta que venga respuesta de vosotros que me dé aviso.
15:29 Entonces Sadoc y Abiatar volvieron el arca de Dios a Jerusalén,
y se quedaron allá.
15:30 Y David subió la cuesta de los Olivos; y la subió
llorando, llevando la cabeza cubierta y los pies descalzos. También
todo el pueblo que tenía consigo cubrió cada uno
su cabeza, e iban llorando mientras subían.
15:31 Y dieron aviso a David, diciendo: Ahitofel está entre
los que conspiraron con Absalón. Entonces dijo David: Entorpece
ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel.
15:32 Cuando David llegó a la cumbre del monte para adorar
allí a Dios, he aquí Husai arquita que le salió
al encuentro, rasgados sus vestidos, y tierra sobre su cabeza.
15:33 Y le dijo David: Si pasares conmigo, me serás carga.
15:34 Mas si volvieres a la ciudad, y dijeres a Absalón:
Rey, yo seré tu siervo; como hasta aquí he sido
siervo de tu padre, así seré ahora siervo tuyo;
entonces tú harás nulo el consejo de Ahitofel.
15:35 ¿No estarán allí contigo los sacerdotes
Sadoc y Abiatar? Por tanto, todo lo que oyeres en la casa del
rey, se lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar.
15:36 Y he aquí que están con ellos sus dos hijos,
Ahimaas el de Sadoc y Jonatán el de Abiatar; por medio
de ellos me enviaréis aviso de todo lo que oyereis.
15:37 Así vino Husai amigo de David a la ciudad; y Absalón
entró en Jerusalén.
Capítulo 16
16:1 Cuando David pasó un poco más allá
de la cumbre del monte, he aquí Siba el criado de Mefi-boset,
que salía a recibirle con un par de asnos enalbardados,
y sobre ellos doscientos panes, cien racimos de pasas, cien panes
de higos secos, y un cuero de vino.
16:2 Y dijo el rey a Siba: ¿Qué es esto? Y Siba
respondió: Los asnos son para que monte la familia del
rey, los panes y las pasas para que coman los criados, y el vino
para que beban los que se cansen en el desierto.
16:3 Y dijo el rey: ¿Dónde está el hijo de
tu señor? Y Siba respondió al rey: He aquí
él se ha quedado en Jerusalén, porque ha dicho:
Hoy me devolverá la casa de Israel el reino de mi padre.
16:4 Entonces el rey dijo a Siba: He aquí, sea tuyo todo
lo que tiene Mefi-boset. Y respondió Siba inclinándose:
Rey señor mío, halle yo gracia delante de ti.
16:5 Y vino el rey David hasta Bahurim; y he aquí salía
uno de la familia de la casa de Saúl, el cual se llamaba
Simei hijo de Gera; y salía maldiciendo,
16:6 y arrojando piedras contra David, y contra todos los siervos
del rey David; y todo el pueblo y todos los hombres valientes
estaban a su derecha y a su izquierda.
16:7 Y decía Simei, maldiciéndole: ¡Fuera,
fuera, hombre sanguinario y perverso!
16:8 Jehová te ha dado el pago de toda la sangre de la
casa de Saúl, en lugar del cual tú has reinado,
y Jehová ha entregado el reino en mano de tu hijo Absalón;
y hete aquí sorprendido en tu maldad, porque eres hombre
sanguinario.
16:9 Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo al rey: ¿Por qué
maldice este perro muerto a mi señor el rey? Te ruego que
me dejes pasar, y le quitaré la cabeza.
16:10 Y el rey respondió: ¿Qué tengo yo con
vosotros, hijos de Sarvia? Si él así maldice, es
porque Jehová le ha dicho que maldiga a David. ¿Quién,
pues, le dirá: ¿Por qué lo haces así?
16:11 Y dijo David a Abisai y a todos sus siervos: He aquí,
mi hijo que ha salido de mis entrañas, acecha mi vida;
¿cuánto más ahora un hijo de Benjamín?
Dejadle que maldiga, pues Jehová se lo ha dicho.
16:12 Quizá mirará Jehová mi aflicción,
y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy.
16:13 Y mientras David y los suyos iban por el camino, Simei iba
por el lado del monte delante de él, andando y maldiciendo,
y arrojando piedras delante de él, y esparciendo polvo.
16:14 Y el rey y todo el pueblo que con él estaba, llegaron
fatigados, y descansaron allí.
16:15 Y Absalón y toda la gente suya, los hombres de Israel,
entraron en Jerusalén, y con él Ahitofel.
16:16 Aconteció luego, que cuando Husai arquita, amigo
de David, vino al encuentro de Absalón, dijo Husai: ¡Viva
el rey, viva el rey!
16:17 Y Absalón dijo a Husai: ¿Es este tu agradecimiento
para con tu amigo? ¿Por qué no fuiste con tu amigo?
16:18 Y Husai respondió a Absalón: No, sino que
de aquel que eligiere Jehová y este pueblo y todos los
varones de Israel, de aquél seré yo, y con él
me quedaré.
16:19 ¿Y a quién había yo de servir? ¿No
es a su hijo? Como he servido delante de tu padre, así
seré delante de ti.
16:20 Entonces dijo Absalón a Ahitofel: Dad vuestro consejo
sobre lo que debemos hacer.
16:21 Y Ahitofel dijo a Absalón: Llégate a las concubinas
de tu padre, que él dejó para guardar la casa; y
todo el pueblo de Israel oirá que te has hecho aborrecible
a tu padre, y así se fortalecerán las manos de todos
los que están contigo.
16:22 Entonces pusieron para Absalón una tienda sobre el
terrado, y se llegó Absalón a las concubinas de
su padre, ante los ojos de todo Israel.
16:23 Y el consejo que daba Ahitofel en aquellos días,
era como si se consultase la palabra de Dios. Así era todo
consejo de Ahitofel, tanto con David como con Absalón.
Capítulo 17
Consejos de Ahitofel y de Husai
17:1 Entonces Ahitofel dijo a Absalón: Yo escogeré
ahora doce mil hombres, y me levantaré y seguiré
a David esta noche,
17:2 y caeré sobre él mientras está cansado
y débil de manos; lo atemorizaré, y todo el pueblo
que está con él huirá, y mataré al
rey solo.
17:3 Así haré volver a ti todo el pueblo (pues tú
buscas solamente la vida de un hombre); y cuando ellos hayan vuelto,
todo el pueblo estará en paz.
17:4 Este consejo pareció bien a Absalón y a todos
los ancianos de Israel.
17:5 Y dijo Absalón: Llamad también ahora a Husai
arquita, para que asimismo oigamos lo que él dirá.
17:6 Cuando Husai vino a Absalón, le habló Absalón,
diciendo: Así ha dicho Ahitofel; ¿seguiremos su
consejo, o no? Di tú.
17:7 Entonces Husai dijo a Absalón: El consejo que ha dado
esta vez Ahitofel no es bueno.
17:8 Y añadió Husai: Tú sabes que tu padre
y los suyos son hombres valientes, y que están con amargura
de ánimo, como la osa en el campo cuando le han quitado
sus cachorros. Además, tu padre es hombre de guerra, y
no pasará la noche con el pueblo.
17:9 He aquí él estará ahora escondido en
alguna cueva, o en otro lugar; y si al principio cayeren algunos
de los tuyos, quienquiera que lo oyere dirá: El pueblo
que sigue a Absalón ha sido derrotado.
17:10 Y aun el hombre valiente, cuyo corazón sea como corazón
de león, desmayará por completo; porque todo Israel
sabe que tu padre es hombre valiente, y que los que están
con él son esforzados.
17:11 Aconsejo, pues, que todo Israel se junte a ti, desde Dan
hasta Beerseba, en multitud como la arena que está a la
orilla del mar, y que tú en persona vayas a la batalla.
17:12 Entonces le acometeremos en cualquier lugar en donde se
hallare, y caeremos sobre él como cuando el rocío
cae sobre la tierra, y ni uno dejaremos de él y de todos
los que están con él.
17:13 Y si se refugiare en alguna ciudad, todos los de Israel
llevarán sogas a aquella ciudad, y la arrastraremos hasta
el arroyo, hasta que no se encuentre allí ni una piedra.
17:14 Entonces Absalón y todos los de Israel dijeron: El
consejo de Husai arquita es mejor que el consejo de Ahitofel.
Porque Jehová había ordenado que el acertado consejo
de Ahitofel se frustrara, para que Jehová hiciese venir
el mal sobre Absalón.
17:15 Dijo luego Husai a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: Así
y así aconsejó Ahitofel a Absalón y a los
ancianos de Israel; y de esta manera aconsejé yo.
17:16 Por tanto, enviad inmediatamente y dad aviso a David, diciendo:
No te quedes esta noche en los vados del desierto, sino pasa luego
el Jordán, para que no sea destruido el rey y todo el pueblo
que con él está.
17:17 Y Jonatán y Ahimaas estaban junto a la fuente de
Rogel, y fue una criada y les avisó, porque ellos no podían
mostrarse viniendo a la ciudad; y ellos fueron y se lo hicieron
saber al rey David.
17:18 Pero fueron vistos por un joven, el cual lo hizo saber a
Absalón; sin embargo, los dos se dieron prisa a caminar,
y llegaron a casa de un hombre en Bahurim, que tenía en
su patio un pozo, dentro del cual se metieron.
17:19 Y tomando la mujer de la casa una manta, la extendió
sobre la boca del pozo, y tendió sobre ella el grano trillado;
y nada se supo del asunto.
17:20 Llegando luego los criados de Absalón a la casa de
la mujer, le dijeron: ¿Dónde están Ahimaas
y Jonatán? Y la mujer les respondió: Ya han pasado
el vado de las aguas. Y como ellos los buscaron y no los hallaron,
volvieron a Jerusalén.
17:21 Y después que se hubieron ido, aquéllos salieron
del pozo y se fueron, y dieron aviso al rey David, diciéndole:
Levantaos y daos prisa a pasar las aguas, porque Ahitofel ha dado
tal consejo contra vosotros.
17:22 Entonces David se levantó, y todo el pueblo que con
él estaba, y pasaron el Jordán antes que amaneciese;
ni siquiera faltó uno que no pasase el Jordán.
17:23 Pero Ahitofel, viendo que no se había seguido su
consejo, enalbardó su asno, y se levantó y se fue
a su casa a su ciudad; y después de poner su casa en orden,
se ahorcó, y así murió, y fue sepultado en
el sepulcro de su padre.
17:24 Y David llegó a Mahanaim; y Absalón pasó
el Jordán con toda la gente de Israel.
17:25 Y Absalón nombró a Amasa jefe del ejército
en lugar de Joab. Amasa era hijo de un varón de Israel
llamado Itra, el cual se había llegado a Abigail hija de
Nahas, hermana de Sarvia madre de Joab.
17:26 Y acampó Israel con Absalón en tierra de Galaad.
17:27 Luego que David llegó a Mahanaim, Sobi hijo de Nahas,
de Rabá de los hijos de Amón, Maquir hijo de Amiel,
de Lodebar, y Barzilai galaadita de Rogelim,
17:28 trajeron a David y al pueblo que estaba con él, camas,
tazas, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano tostado,
habas, lentejas, garbanzos tostados,
17:29 miel, manteca, ovejas, y quesos de vaca, para que comiesen;
porque decían: El pueblo está hambriento y cansado
y sediento en el desierto.
Capítulo 18
Muerte de Absalón
18:1 David, pues, pasó revista al pueblo que tenía
consigo, y puso sobre ellos jefes de millares y jefes de centenas.
18:2 Y envió David al pueblo, una tercera parte bajo el
mando de Joab, una tercera parte bajo el mando de Abisai hijo
de Sarvia, hermano de Joab, y una tercera parte al mando de Itai
geteo. Y dijo el rey al pueblo: Yo también saldré
con vosotros.
18:3 Mas el pueblo dijo: No saldrás; porque si nosotros
huyéremos, no harán caso de nosotros; y aunque la
mitad de nosotros muera, no harán caso de nosotros; mas
tú ahora vales tanto como diez mil de nosotros. Será,
pues, mejor que tú nos des ayuda desde la ciudad.
18:4 Entonces el rey les dijo: Yo haré lo que bien os parezca.
Y se puso el rey a la entrada de la puerta, mientras salía
todo el pueblo de ciento en ciento y de mil en mil.
18:5 Y el rey mandó a Joab, a Abisai y a Itai, diciendo:
Tratad benignamente por amor de mí al joven Absalón.
Y todo el pueblo oyó cuando dio el rey orden acerca de
Absalón a todos los capitanes.
18:6 Salió, pues, el pueblo al campo contra Israel, y se
libró la batalla en el bosque de Efraín.
18:7 Y allí cayó el pueblo de Israel delante de
los siervos de David, y se hizo allí en aquel día
una gran matanza de veinte mil hombres.
18:8 Y la batalla se extendió por todo el país;
y fueron más los que destruyó el bosque aquel día,
que los que destruyó la espada.
18:9 Y se encontró Absalón con los siervos de David;
e iba Absalón sobre un mulo, y el mulo entró por
debajo de las ramas espesas de una gran encina, y se le enredó
la cabeza en la encina, y Absalón quedó suspendido
entre el cielo y la tierra; y el mulo en que iba pasó delante.
18:10 Viéndolo uno, avisó a Joab, diciendo: He aquí
que he visto a Absalón colgado de una encina.
18:11 Y Joab respondió al hombre que le daba la nueva:
Y viéndolo tú, ¿por qué no le mataste
luego allí echándole a tierra? Me hubiera placido
darte diez siclos de plata,
y un talabarte.
18:12 El hombre dijo a Joab: Aunque me pesaras mil siclos de plata,
no extendería yo mi mano contra el hijo del rey; porque
nosotros oímos cuando el rey te mandó a ti y a Abisai
y a Itai, diciendo: Mirad que ninguno toque al joven Absalón.
18:13 Por otra parte, habría yo hecho traición contra
mi vida, pues que al rey nada se le esconde, y tú mismo
estarías en contra.
18:14 Y respondió Joab: No malgastaré mi tiempo
contigo. Y tomando tres dardos en su mano, los clavó en
el corazón de Absalón, quien estaba aún vivo
en medio de la encina.
18:15 Y diez jóvenes escuderos de Joab rodearon e hirieron
a Absalón, y acabaron de matarle.
18:16 Entonces Joab tocó la trompeta, y el pueblo se volvió
de seguir a Israel, porque Joab detuvo al pueblo.
18:17 Tomando después a Absalón, le echaron en un
gran hoyo en el bosque, y levantaron sobre él un montón
muy grande de piedras; y todo Israel huyó, cada uno a su
tienda.
18:18 Y en vida, Absalón había tomado y erigido
una columna, la cual está en el valle del rey; porque había
dicho: Yo no tengo hijo que conserve la memoria de mi nombre.
Y llamó aquella columna por su nombre, y así se
ha llamado Columna de Absalón, hasta hoy.
18:19 Entonces Ahimaas hijo de Sadoc dijo: ¿Correré
ahora, y daré al rey las nuevas de que Jehová ha
defendido su causa de la mano de sus enemigos?
18:20 Respondió Joab: Hoy no llevarás las nuevas;
las llevarás otro día; no darás hoy la nueva,
porque el hijo del rey ha muerto.
18:21 Y Joab dijo a un etíope: Ve tú, y di al rey
lo que has visto. Y el etíope hizo reverencia ante Joab,
y corrió.
18:22 Entonces Ahimaas hijo de Sadoc volvió a decir a Joab:
Sea como fuere, yo correré ahora tras el etíope.
Y Joab dijo: Hijo mío, ¿para qué has de correr
tú, si no recibirás premio por las nuevas?
18:23 Mas él respondió: Sea como fuere, yo correré.
Entonces le dijo: Corre. Corrió, pues, Ahimaas por el camino
de la llanura, y pasó delante del etíope.
18:24 Y David estaba sentado entre las dos puertas; y el atalaya
había ido al terrado sobre la puerta en el muro, y alzando
sus ojos, miró, y vio a uno que corría solo.
18:25 El atalaya dio luego voces, y lo hizo saber al rey. Y el
rey dijo: Si viene solo, buenas nuevas trae. En tanto que él
venía acercándose,
18:26 vio el atalaya a otro que corría; y dio voces el
atalaya al portero, diciendo: He aquí otro hombre que corre
solo. Y el rey dijo: Este también es mensajero.
18:27 Y el atalaya volvió a decir: Me parece el correr
del primero como el correr de Ahimaas hijo de Sadoc. Y respondió
el rey: Ese es hombre de bien, y viene con buenas nuevas.
18:28 Entonces Ahimaas dijo en alta voz al rey: Paz. Y se inclinó
a tierra delante del rey, y dijo: Bendito sea Jehová Dios
tuyo, que ha entregado a los hombres que habían levantado
sus manos contra mi señor el rey.
18:29 Y el rey dijo: ¿El joven Absalón está
bien? Y Ahimaas respondió: Vi yo un gran alboroto cuando
envió Joab al siervo del rey y a mí tu siervo; mas
no sé qué era.
18:30 Y el rey dijo: Pasa, y ponte allí. Y él pasó,
y se quedó de pie.
18:31 Luego vino el etíope, y dijo: Reciba nuevas mi señor
el rey, que hoy Jehová ha defendido tu causa de la mano
de todos los que se habían levantado contra ti.
18:32 El rey entonces dijo al etíope: ¿El joven
Absalón está bien? Y el etíope respondió:
Como aquel joven sean los enemigos de mi señor el rey,
y todos los que se levanten contra ti para mal.
18:33 Entonces el rey se turbó, y subió a la sala
de la puerta, y lloró; y yendo, decía así:
¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío
Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en
lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!
Capítulo 19
David vuelve a Jerusalén
19:1 Dieron aviso a Joab: He aquí el rey llora, y hace
duelo por Absalón.
19:2 Y se volvió aquel día la victoria en luto para
todo el pueblo; porque oyó decir el pueblo aquel día
que el rey tenía dolor por su hijo.
19:3 Y entró el pueblo aquel día en la ciudad escondidamente,
como suele entrar a escondidas el pueblo avergonzado que ha huido
de la batalla.
19:4 Mas el rey, cubierto el rostro, clamaba en alta voz: ¡Hijo
mío Absalón, Absalón, hijo mío, hijo
mío!
19:5 Entonces Joab vino al rey en la casa, y dijo: Hoy has avergonzado
el rostro de todos tus siervos, que hoy han librado tu vida, y
la vida de tus hijos y de tus hijas, y la vida de tus mujeres,
y la vida de tus concubinas,
19:6 amando a los que te aborrecen, y aborreciendo a los que te
aman; porque hoy has declarado que nada te importan tus príncipes
y siervos; pues hoy me has hecho ver claramente que si Absalón
viviera, aunque todos nosotros estuviéramos muertos, entonces
estarías contento.
19:7 Levántate pues, ahora, y ve afuera y habla bondadosamente
a tus siervos; porque juro por Jehová que si no sales,
no quedará ni un hombre contigo esta noche; y esto te será
peor que todos los males que te han sobrevenido desde tu juventud
hasta ahora.
19:8 Entonces se levantó el rey y se sentó a la
puerta, y fue dado aviso a todo el pueblo, diciendo: He aquí
el rey está sentado a la puerta. Y vino todo el pueblo
delante del rey; pero Israel había huido, cada uno a su
tienda.
19:9 Y todo el pueblo disputaba en todas las tribus de Israel,
diciendo: El rey nos ha librado de mano de nuestros enemigos,
y nos ha salvado de mano de los filisteos; y ahora ha huido del
país por miedo de Absalón.
19:10 Y Absalón, a quien habíamos ungido sobre nosotros,
ha muerto en la batalla. ¿Por qué, pues, estáis
callados respecto de hacer volver al rey?
19:11 Y el rey David envió a los sacerdotes Sadoc y Abiatar,
diciendo: Hablad a los ancianos de Judá, y decidles: ¿Por
qué seréis vosotros los postreros en hacer volver
el rey a su casa, cuando la palabra de todo Israel ha venido al
rey para hacerle volver a su casa?
19:12 Vosotros sois mis hermanos; mis huesos y mi carne sois.
¿Por qué, pues, seréis vosotros los postreros
en hacer volver al rey?
19:13 Asimismo diréis a Amasa: ¿No eres tú
también hueso mío y carne mía? Así
me haga Dios, y aun me añada, si no fueres general del
ejército delante de mí para siempre, en lugar de
Joab.
19:14 Así inclinó el corazón de todos los
varones de Judá, como el de un solo hombre, para que enviasen
a decir al rey: Vuelve tú, y todos tus siervos.
19:15 Volvió, pues, el rey, y vino hasta el Jordán.
Y Judá vino a Gilgal para recibir al rey y para hacerle
pasar el Jordán.
19:16 Y Simei
hijo de Gera, hijo de Benjamín, que era de Bahurim, se
dio prisa y descendió con los hombres de Judá a
recibir al rey David.
19:17 Con él venían mil hombres de Benjamín;
asimismo Siba, criado de la casa de Saúl, con sus quince
hijos y sus veinte siervos, los cuales pasaron el Jordán
delante del rey.
19:18 Y cruzaron el vado para pasar a la familia del rey, y para
hacer lo que a él le pareciera. Entonces Simei hijo de
Gera se postró delante del rey cuando él hubo pasado
el Jordán,
19:19 y dijo al rey: No me culpe mi señor de iniquidad,
ni tengas memoria de los males que tu siervo hizo el día
en que mi señor el rey salió de Jerusalén;
no los guarde el rey en su corazón.
19:20 Porque yo tu siervo reconozco haber pecado, y he venido
hoy el primero de toda la casa de José, para descender
a recibir a mi señor el rey.
19:21 Respondió Abisai hijo de Sarvia y dijo: ¿No
ha de morir por esto Simei, que maldijo al ungido de Jehová?
19:22 David entonces dijo: ¿Qué tengo yo con vosotros,
hijos de Sarvia, para que hoy me seáis adversarios? ¿Ha
de morir hoy alguno en Israel? ¿Pues no sé yo que
hoy soy rey sobre Israel?
19:23 Y dijo el rey a Simei: No morirás. Y el rey se lo
juró.
19:24 También Mefi-boset
hijo de Saúl descendió a recibir al rey; no había
lavado sus pies, ni había cortado su barba, ni tampoco
había lavado sus vestidos, desde el día en que el
rey salió hasta el día en que volvió en paz.
19:25 Y luego que vino él a Jerusalén a recibir
al rey, el rey le dijo: Mefi-boset, ¿por qué no
fuiste conmigo?
19:26 Y él respondió: Rey señor mío,
mi siervo me engañó; pues tu siervo había
dicho: Enalbárdame un asno, y montaré en él,
e iré al rey; porque tu siervo es cojo.
19:27 Pero él ha calumniado a tu siervo delante de mi señor
el rey; mas mi señor el rey es como un ángel de
Dios; haz, pues, lo que bien te parezca.
19:28 Porque toda la casa de mi padre era digna de muerte delante
de mi señor el rey, y tú pusiste a tu siervo entre
los convidados a tu mesa. ¿Qué derecho, pues, tengo
aún para clamar más al rey?
19:29 Y el rey le dijo: ¿Para qué más palabras?
Yo he determinado que tú y Siba os dividáis las
tierras.
19:30 Y Mefi-boset dijo al rey: Deja que él las tome todas,
pues que mi señor el rey ha vuelto en paz a su casa.
19:31 También Barzilai
galaadita descendió de Rogelim, y pasó el Jordán
con el rey, para acompañarle al otro lado del Jordán.
19:32 Era Barzilai muy anciano, de ochenta años, y él
había dado provisiones al rey cuando estaba en Mahanaim,
porque era hombre muy rico.
19:33 Y el rey dijo a Barzilai: Pasa conmigo, y yo te sustentaré
conmigo en Jerusalén.
19:34 Mas Barzilai dijo al rey: ¿Cuántos años
más habré de vivir, para que yo suba con el rey
a Jerusalén?
19:35 De edad de ochenta años soy este día. ¿Podré
distinguir entre lo que es agradable y lo que no lo es? ¿Tomará
gusto ahora tu siervo en lo que coma o beba? ¿Oiré
más la voz de los cantores y de las cantoras? ¿Para
qué, pues, ha de ser tu siervo una carga para mi señor
el rey?
19:36 Pasará tu siervo un poco más allá del
Jordán con el rey; ¿por qué me ha de dar
el rey tan grande recompensa?
19:37 Yo te ruego que dejes volver a tu siervo, y que muera en
mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Mas he
aquí a tu siervo Quimam; que pase él con mi señor
el rey, y haz a él lo que bien te pareciere.
19:38 Y el rey dijo: Pues pase conmigo Quimam, y yo haré
con él como bien te parezca; y todo lo que tú pidieres
de mí, yo lo haré.
19:39 Y todo el pueblo pasó el Jordán; y luego que
el rey hubo también pasado, el rey besó a Barzilai,
y lo bendijo; y él se volvió a su casa.
19:40 El rey entonces pasó a Gilgal, y con él pasó
Quimam; y todo el pueblo de Judá acompañaba al rey,
y también la mitad del pueblo de Israel.
19:41 Y he aquí todos los hombres de Israel vinieron al
rey, y le dijeron: ¿Por qué los hombres de Judá,
nuestros hermanos, te han llevado, y han hecho pasar el Jordán
al rey y a su familia, y a todos los siervos de David con él?
19:42 Y todos los hombres de Judá respondieron a todos
los de Israel: Porque el rey es nuestro pariente. Mas ¿por
qué os enojáis vosotros de eso? ¿Hemos nosotros
comido algo del rey? ¿Hemos recibido de él algún
regalo?
19:43 Entonces respondieron los hombres de Israel, y dijeron a
los de Judá: Nosotros tenemos en el rey diez partes, y
en el mismo David más que vosotros. ¿Por qué,
pues, nos habéis tenido en poco? ¿No hablamos nosotros
los primeros, respecto de hacer volver a nuestro rey? Y las palabras
de los hombres de Judá fueron más violentas que
las de los hombres de Israel.
Capítulo 20
Sublevación de Seba
20:1 Aconteció que se hallaba allí un hombre perverso
que se llamaba Seba hijo de Bicri, hombre de Benjamín, el
cual tocó la trompeta, y dijo: No tenemos nosotros parte
en David, ni heredad con el hijo de Isaí. ¡Cada uno
a su tienda, Israel!
20:2 Así todos los hombres de Israel abandonaron a David,
siguiendo a Seba hijo de Bicri; mas los de Judá siguieron
a su rey desde el Jordán hasta Jerusalén.
20:3 Y luego que llegó David a su casa en Jerusalén,
tomó el rey las diez mujeres concubinas
que había dejado para guardar la casa, y las puso en reclusión,
y les dio alimentos; pero nunca más se llegó a ellas,
sino que quedaron encerradas hasta que murieron, en viudez perpetua.
20:4 Después dijo el rey a Amasa: Convócame a los
hombres de Judá para dentro de tres días, y hállate
tú aquí presente.
20:5 Fue, pues, Amasa para convocar a los de Judá; pero se
detuvo más del tiempo que le había sido señalado.
20:6 Y dijo David a Abisai: Seba hijo de Bicri nos hará ahora
más daño que Absalón; toma, pues, tú
los siervos de tu señor, y ve tras él, no sea que
halle para sí ciudades fortificadas, y nos cause dificultad.
20:7 Entonces salieron en pos de él los hombres de Joab,
y los cereteos y peleteos y todos los valientes; salieron de Jerusalén
para ir tras Seba hijo de Bicri.
20:8 Y estando ellos cerca de la piedra grande que está en
Gabaón, les salió Amasa al encuentro. Y Joab estaba
ceñido de su ropa, y sobre ella tenía pegado a sus
lomos el cinto con una daga en su vaina, la cual se le cayó
cuando él avanzó.
20:9 Entonces Joab dijo a Amasa: ¿Te va bien, hermano mío?
Y tomó Joab con la diestra la barba de Amasa, para besarlo.
20:10 Y Amasa no se cuidó de la daga que estaba en la mano
de Joab; y éste le hirió con ella en la quinta costilla,
y derramó sus entrañas por tierra, y cayó muerto
sin darle un segundo golpe. Después Joab y su hermano Abisai
fueron en persecución de Seba hijo de Bicri.
20:11 Y uno de los hombres de Joab se paró junto a él,
diciendo: Cualquiera que ame a Joab y a David, vaya en pos de Joab.
20:12 Y Amasa yacía revolcándose en su sangre en mitad
del camino; y todo el que pasaba, al verle, se detenía; y
viendo aquel hombre que todo el pueblo se paraba, apartó
a Amasa del camino al campo, y echó sobre él una vestidura.
20:13 Luego que fue apartado del camino, pasaron todos los que seguían
a Joab, para ir tras Seba hijo de Bicri.
20:14 Y él pasó por todas las tribus de Israel hasta
Abel-bet-maaca y todo Barim; y se juntaron, y lo siguieron también.
20:15 Y vinieron y lo sitiaron en Abel-bet-maaca, y pusieron baluarte
contra la ciudad, y quedó sitiada; y todo el pueblo que estaba
con Joab trabajaba por derribar la muralla.
20:16 Entonces una mujer sabia dio voces en la ciudad, diciendo:
Oíd, oíd; os ruego que digáis a Joab que venga
acá, para que yo hable con él.
20:17 Cuando él se acercó a ella, dijo la mujer: ¿Eres
tú Joab? Y él respondió: Yo soy. Ella le dijo:
Oye las palabras de tu sierva. Y él respondió: Oigo.
20:18 Entonces volvió ella a hablar, diciendo: Antiguamente
solían decir: Quien preguntare, pregunte en Abel; y así
concluían cualquier asunto.
20:19 Yo soy de las pacíficas y fieles de Israel; pero tú
procuras destruir una ciudad que es madre en Israel. ¿Por
qué destruyes la heredad de Jehová?
20:20 Joab respondió diciendo: Nunca tal, nunca tal me acontezca,
que yo destruya ni deshaga.
20:21 La cosa no es así: mas un hombre del monte de Efraín,
que se llama Seba hijo de Bicri, ha levantado su mano contra el
rey David; entregad a ése solamente, y me iré de la
ciudad. Y la mujer dijo a Joab: He aquí su cabeza te será
arrojada desde el muro.
20:22 La mujer fue luego a todo el pueblo con su sabiduría;
y ellos cortaron la cabeza a Seba hijo de Bicri, y se la arrojaron
a Joab. Y él tocó la trompeta, y se retiraron de la
ciudad, cada uno a su tienda. Y Joab se volvió al rey a Jerusalén.
Oficiales de David
(2 S. 8.15-18; 1
Cr. 18.14-17)
20:23 Así quedó Joab sobre todo el ejército
de Israel, y Benaía hijo de Joiada sobre los cereteos y
peleteos,
20:24 y Adoram sobre los tributos, y Josafat hijo de Ahilud era
el cronista.
20:25 Seva era escriba, y Sadoc y Abiatar, sacerdotes,
20:26 e Ira jaireo fue también sacerdote de David.
Capítulo 21
Venganza de los gabaonitas
21:1 Hubo hambre en los días de David por tres años
consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová
le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre,
por cuanto mató a los gabaonitas.
21:2 Entonces el rey llamó a los gabaonitas, y les habló.
(Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del resto de
los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho
juramento;
pero Saúl había procurado matarlos en su celo por
los hijos de Israel y de Judá.)
21:3 Dijo, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué haré
por vosotros, o qué satisfacción os daré, para
que bendigáis la heredad de Jehová?
21:4 Y los gabaonitas le respondieron: No tenemos nosotros querella
sobre plata ni sobre oro con Saúl y con su casa; ni queremos
que muera hombre de Israel. Y él les dijo: Lo que vosotros
dijereis, haré.
21:5 Ellos respondieron al rey: De aquel hombre que nos destruyó,
y que maquinó contra nosotros para exterminarnos sin dejar
nada de nosotros en todo el territorio de Israel,
21:6 dénsenos siete varones de sus hijos, para que los ahorquemos
delante de Jehová en Gabaa de Saúl, el escogido de
Jehová. Y el rey dijo: Yo los daré.
21:7 Y perdonó el rey a Mefi-boset hijo de Jonatán,
hijo de Saúl, por el juramento de Jehová que hubo
entre ellos, entre David y Jonatán hijo de Saúl.
21:8 Pero tomó el rey a dos hijos de Rizpa hija de Aja, los
cuales ella había tenido de Saúl, Armoni y Mefi-boset,
y a cinco hijos de Mical
hija de Saúl, los cuales ella había tenido de Adriel
hijo de Barzilai meholatita,
21:9 y los entregó en manos de los gabaonitas, y ellos los
ahorcaron en el monte delante de Jehová; y así murieron
juntos aquellos siete, los cuales fueron muertos en los primeros
días de la siega, al comenzar la siega de la cebada.
21:10 Entonces Rizpa hija de Aja tomó una tela de cilicio
y la tendió para sí sobre el peñasco, desde
el principio de la siega hasta que llovió sobre ellos agua
del cielo; y no dejó que ninguna ave del cielo se posase
sobre ellos de día, ni fieras del campo de noche.
21:11 Y fue dicho a David lo que hacía Rizpa hija de Aja,
concubina de Saúl.
21:12 Entonces David fue y tomó los huesos de Saúl
y los huesos de Jonatán su hijo, de los hombres de Jabes
de Galaad, que los habían hurtado de la plaza de Bet-sán,
donde los habían colgado los filisteos, cuando los filisteos
mataron a Saúl en Gilboa;
21:13 e hizo llevar de allí los huesos de Saúl y los
huesos de Jonatán su hijo; y recogieron también los
huesos de los ahorcados.
21:14 Y sepultaron los huesos de Saúl y los de su hijo Jonatán
en tierra de Benjamín, en Zela, en el sepulcro de Cis su
padre; e hicieron todo lo que el rey había mandado. Y Dios
fue propicio a la tierra después de esto.
Abisai libra a David del gigante
21:15 Volvieron los filisteos a hacer la guerra a Israel, y descendió
David y sus siervos con él, y pelearon con los filisteos;
y David se cansó.
21:16 E Isbi-benob, uno de los descendientes de los gigantes,
cuya lanza pesaba trescientos siclos de bronce,
y quien estaba ceñido con una espada nueva, trató
de matar a David;
21:17 mas Abisai hijo de Sarvia llegó en su ayuda, e hirió
al filisteo y lo mató. Entonces los hombres de David le
juraron, diciendo: Nunca más de aquí en adelante
saldrás con nosotros a la batalla, no sea que apagues la
lámpara de Israel.
Los hombres de David matan a los gigantes
(1 Cr. 20. 4-8)
21:18 Otra segunda guerra hubo después en Gob contra los
filisteos; entonces Sibecai husatita mató a Saf, quien
era uno de los descendientes de los gigantes.
21:19 Hubo otra vez guerra en Gob contra los filisteos, en la
cual Elhanán, hijo de Jaare-oregim de Belén, mató
a Goliat geteo, el asta de cuya lanza era como el rodillo de un
telar.
21:20 Después hubo otra guerra en Gat, donde había
un hombre de gran estatura, el cual tenía doce dedos en
las manos, y otros doce en los pies, veinticuatro por todos; y
también era descendiente de los gigantes.
21:21 Este desafió a Israel, y lo mató Jonatán,
hijo de Simea hermano de David.
21:22 Estos cuatro eran descendientes de los gigantes en Gat,
los cuales cayeron por mano de David y por mano de sus siervos.
Capítulo 22
Cántico de liberación de David
(Sal. 18 título,
1-50)
22:1 Habló David a Jehová las palabras de este
cántico, el día que Jehová le había
librado de la mano de todos sus enemigos, y de la mano de Saúl.
22:2 Dijo:
Jehová es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador;
22:3 Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;
Mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio;
Salvador mío; de violencia me libraste.
22:4 Invocaré a Jehová, quien es digno de ser
alabado,
Y seré salvo de mi enemigos.
22:5 Me rodearon ondas de muerte,
Y torrentes de perversidad me atemorizaron.
22:6 Ligaduras del Seol me rodearon;
Tendieron sobre mí lazos de muerte.
22:7 En mi angustia invoqué a Jehová,
Y clamé a mi Dios;
El oyó mi voz desde su templo,
Y mi clamor llegó a sus oídos.
22:8 La tierra fue conmovida, y tembló,
Y se conmovieron los cimientos de los cielos;
Se estremecieron, porque se indignó él.
22:9 Humo subió de su nariz,
Y de su boca fuego consumidor;
Carbones fueron por él encendidos.
22:10 E inclinó los cielos, y descendió;
Y había tinieblas debajo de sus pies.
22:11 Y cabalgó sobre un querubín, y voló;
Voló sobre las alas del viento.
22:12 Puso tinieblas por su escondedero alrededor de sí;
Oscuridad de aguas y densas nubes.
22:13 Por el resplandor de su presencia se encendieron carbones
ardientes.
22:14 Y tronó desde los cielos Jehová,
Y el Altísimo dio su voz;
22:15 Envió sus saetas, y los dispersó;
Y lanzó relámpagos, y los destruyó.
22:16 Entonces aparecieron los torrentes de las aguas,
Y quedaron al descubierto los cimientos del mundo;
A la reprensión de Jehová,
Por el soplo del aliento de su nariz.
22:17 Envió desde lo alto y me tomó;
Me sacó de las muchas aguas.
22:18 Me libró de poderoso enemigo,
Y de los que me aborrecían, aunque eran más fuertes
que yo.
22:19 Me asaltaron en el día de mi quebranto;
Mas Jehová fue mi apoyo,
22:20 Y me sacó a lugar espacioso;
Mi libró, porque se agradó de mí.
22:21 Jehová me ha premiado conforme a mi justicia;
Conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado.
22:22 Porque yo he guardado los caminos de Jehová,
Y no me aparté impíamente de mi Dios.
22:23 Pues todos sus decretos estuvieron delante de mí,
Y no me he apartado de sus estatutos.
22:24 Fui recto para con él,
Y me he guardado de mi maldad;
22:25 Por lo cual me ha recompensado Jehová conforme
a mi justicia;
Conforme a la limpieza de mis manos delante de su vista.
22:26 Con el misericordioso te mostrarás misericordioso,
Y recto para con el hombre íntegro.
22:27 Limpio te mostrarás para con el limpio,
Y rígido serás para con el perverso.
22:28 Porque tú salvas al pueblo afligido,
Mas tus ojos están sobre los altivos para abatirlos.
22:29 Tú eres mi lámpara, oh Jehová;
Mi Dios alumbrará mis tinieblas.
22:30 Contigo desbarataré ejércitos,
Y con mi Dios asaltaré muros.
22:31 En cuanto a Dios, perfecto es su camino,
Y acrisolada la palabra de Jehová.
Escudo es a todos los que en él esperan.
22:32 Porque ¿quién es Dios, sino sólo
Jehová?
¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?
22:33 Dios es el que me ciñe de fuerza,
Y quien despeja mi camino;
22:34 Quien hace mis pies como de ciervas,
Y me hace estar firme sobre mis alturas;
22:35 Quien adiestra mis manos para la batalla,
De manera que se doble el arco de bronce con mis brazos.
22:36 Me diste asimismo el escudo de tu salvación,
Y tu benignidad me ha engrandecido.
22:37 Tú ensanchaste mis pasos debajo de mí,
Y mis pies no han resbalado.
22:38 Perseguiré a mis enemigos, y los destruiré,
Y no volveré hasta acabarlos.
22:39 Los consumiré y los heriré, de modo que
no se levanten;
Caerán debajo de mis pies.
22:40 Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea;
Has humillado a mis enemigos debajo de mí,
22:41 Y has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas,
Para que yo destruyese a los que me aborrecen.
22:42 Clamaron, y no hubo quien los salvase;
Aun a Jehová, mas no les oyó.
22:43 Como polvo de la tierra los molí;
Como lodo de las calles los pisé y los trituré.
22:44 Me has librado de las contiendas del pueblo;
Me guardaste para que fuese cabeza de naciones;
Pueblo que yo no conocía me servirá.
22:45 Los hijos de extraños se someterán a mí;
Al oir de mí, me obedecerán.
22:46 Los extraños se debilitarán,
Y saldrán temblando de sus encierros.
22:47 Viva Jehová, y bendita sea mi roca,
Y engrandecido sea el Dios de mi salvación.
22:48 El Dios que venga mis agravios,
Y sujeta pueblos debajo de mí;
22:49 El que me libra de enemigos,
Y aun me exalta sobre los que se levantan contra mí;
Me libraste del varón violento.
22:50 Por tanto, yo te confesaré entre las naciones,
oh Jehová,
Y cantaré a tu nombre.
22:51 El salva gloriosamente a su rey,
Y usa de misericordia para con su ungido,
A David y a su descendencia para siempre.
Capítulo 23
Ultimas palabras de David
23:1 Estas son las palabras postreras de David.
Dijo David hijo de Isaí,
Dijo aquel varón que fue levantado en alto,
El ungido del Dios de Jacob,
El dulce cantor de Israel:
23:2 El Espíritu de Jehová ha hablado por mí,
Y su palabra ha estado en mi lengua.
23:3 El Dios de Israel ha dicho,
Me habló la Roca de Israel:
Habrá un justo que gobierne entre los hombres,
Que gobierne en el temor de Dios.
23:4 Será como la luz de la mañana,
Como el resplandor del sol en una mañana sin nubes,
Como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra.
23:5 No es así mi casa para con Dios;
Sin embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo,
Ordenado en todas las cosas, y será guardado,
Aunque todavía no haga él florecer
Toda mi salvación y mi deseo.
23:6 Mas los impíos serán todos ellos como espinos
arrancados,
Los cuales nadie toma con la mano;
23:7 Sino que el que quiere tocarlos
Se arma de hierro y de asta de lanza,
Y son del todo quemados en su lugar.
Los valientes de David
(1 Cr. 11.10-47)
23:8 Estos son los nombres de los valientes que tuvo David: Joseb-basebet
el tacmonita, principal de los capitanes; éste era Adino
el eznita, que mató a ochocientos hombres en una ocasión.
23:9 Después de éste, Eleazar hijo de Dodo, ahohíta,
uno de los tres valientes que estaban con David cuando desafiaron
a los filisteos que se habían reunido allí para
la batalla, y se habían alejado los hombres de Israel.
23:10 Este se levantó e hirió a los filisteos hasta
que su mano se cansó, y quedó pegada su mano a la
espada. Aquel día Jehová dio una gran victoria,
y se volvió el pueblo en pos de él tan sólo
para recoger el botín.
23:11 Después de éste fue Sama hijo de Age, ararita.
Los filisteos se habían reunido en Lehi, donde había
un pequeño terreno lleno de lentejas, y el pueblo había
huido delante de los filisteos.
23:12 El entonces se paró en medio de aquel terreno y lo
defendió, y mató a los filisteos; y Jehová
dio una gran victoria.
23:13 Y tres de los treinta jefes descendieron y vinieron en tiempo
de la siega a David en la cueva de Adulam; y el campamento de
los filisteos estaba en el valle de Refaim.
23:14 David entonces estaba en el lugar fuerte, y había
en Belén una guarnición de los filisteos.
23:15 Y David dijo con vehemencia: ¡Quién me diera
a beber del agua del pozo de Belén que está junto
a la puerta!
23:16 Entonces los tres valientes irrumpieron por el campamento
de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén que
estaba junto a la puerta; y tomaron, y la trajeron a David; mas
él no la quiso beber, sino que la derramó para Jehová,
diciendo:
23:17 Lejos sea de mí, oh Jehová, que yo haga esto.
¿He de beber yo la sangre de los varones que fueron con
peligro de su vida? Y no quiso beberla. Los tres valientes hicieron
esto.
23:18 Y Abisai hermano de Joab, hijo de Sarvia, fue el principal
de los treinta. Este alzó su lanza contra trescientos,
a quienes mató, y ganó renombre con los tres.
23:19 El era el más renombrado de los treinta, y llegó
a ser su jefe; mas no igualó a los tres primeros.
23:20 Después, Benaía hijo de Joiada, hijo de un
varón esforzado, grande en proezas, de Cabseel. Este mató
a dos leones de Moab; y él mismo descendió y mató
a un león en medio de un foso cuando estaba nevando.
23:21 También mató él a un egipcio, hombre
de gran estatura; y tenía el egipcio una lanza en su mano,
pero descendió contra él con un palo, y arrebató
al egipcio la lanza de la mano, y lo mató con su propia
lanza.
23:22 Esto hizo Benaía hijo de Joiada, y ganó renombre
con los tres valientes.
23:23 Fue renombrado entre los treinta, pero no igualó
a los tres primeros. Y lo puso David como jefe de su guardia personal.
23:24 Asael hermano de Joab fue de los treinta; Elhanán
hijo de Dodo de Belén,
23:25 Sama harodita, Elica harodita,
23:26 Heles paltita, Ira hijo de Iques, tecoíta,
23:27 Abiezer anatotita, Mebunai husatita,
23:28 Salmón ahohíta, Maharai netofatita,
23:29 Heleb hijo de Baana, netofatita, Itai hijo de Ribai, de
Gabaa de los hijos de Benjamín,
23:30 Benaía piratonita, Hidai del arroyo de Gaas,
23:31 Abi-albón arbatita, Azmavet barhumita,
23:32 Eliaba saalbonita, Jonatán de los hijos de Jasén,
23:33 Sama ararita, Ahíam hijo de Sarar, ararita,
23:34 Elifelet hijo de Ahasbai, hijo de Maaca, Eliam hijo de Ahitofel,
gilonita,
23:35 Hezrai carmelita, Paarai arbita,
23:36 Igal hijo de Natán, de Soba, Bani gadita,
23:37 Selec amonita, Naharai beerotita, escudero de Joab hijo
de Sarvia,
23:38 Ira itrita, Gareb itrita,
23:39 Urías heteo; treinta y siete por todos.
Capítulo 24
David censa al pueblo
(1 Cr. 21.1-27)
24:1 Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel,
e incitó a David contra ellos a que dijese: Ve, haz un censo
de Israel y de Judá.
24:2 Y dijo el rey a Joab, general del ejército que estaba
con él: Recorre ahora todas las tribus de Israel, desde Dan
hasta Beerseba, y haz un censo del pueblo, para que yo sepa el número
de la gente.
24:3 Joab respondió al rey: Añada Jehová tu
Dios al pueblo cien veces tanto como son, y que lo vea mi señor
el rey; mas ¿por qué se complace en esto mi señor
el rey?
24:4 Pero la palabra del rey prevaleció sobre Joab y sobre
los capitanes del ejército. Salió, pues, Joab, con
los capitanes del ejército, de delante del rey, para hacer
el censo del pueblo de Israel.
24:5 Y pasando el Jordán acamparon en Aroer, al sur de la
ciudad que está en medio del valle de Gad y junto a Jazer.
24:6 Después fueron a Galaad y a la tierra baja de Hodsi;
y de allí a Danjaán y a los alrededores de Sidón.
24:7 Fueron luego a la fortaleza de Tiro, y a todas las ciudades
de los heveos y de los cananeos, y salieron al Neguev de Judá
en Beerseba.
24:8 Después que hubieron recorrido toda la tierra, volvieron
a Jerusalén al cabo de nueve meses y veinte días.
24:9 Y Joab dio el censo del pueblo al rey; y fueron los de Israel
ochocientos mil hombres fuertes que sacaban espada, y los de Judá
quinientos mil hombres.
24:10 Después que David hubo censado al pueblo, le pesó
en su corazón; y dijo David a Jehová: Yo he pecado
gravemente por haber hecho esto; mas ahora, oh Jehová, te
ruego que quites el pecado de tu siervo, porque yo he hecho muy
neciamente.
24:11 Y por la mañana, cuando David se hubo levantado, vino
palabra de Jehová al profeta Gad, vidente de David, diciendo:
24:12 Ve y di a David: Así ha dicho Jehová: Tres cosas
te ofrezco; tú escogerás una de ellas, para que yo
la haga.
24:13 Vino, pues, Gad a David, y se lo hizo saber, y le dijo: ¿Quieres
que te vengan siete años de hambre en tu tierra? ¿o
que huyas tres meses delante de tus enemigos y que ellos te persigan?
¿o que tres días haya peste en tu tierra? Piensa ahora,
y mira qué responderé al que me ha enviado.
24:14 Entonces David dijo a Gad: En grande angustia estoy; caigamos
ahora en mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas,
mas no caiga yo en manos de hombres.
24:15 Y Jehová envió la peste sobre Israel desde la
mañana hasta el tiempo señalado; y murieron del pueblo,
desde Dan hasta Beerseba, setenta mil hombres.
24:16 Y cuando el ángel extendió su mano sobre Jerusalén
para destruirla, Jehová se arrepintió de aquel mal,
y dijo al ángel que destruía al pueblo: Basta ahora;
detén tu mano. Y el ángel de Jehová estaba
junto a la era de Arauna jebuseo.
24:17 Y David dijo a Jehová, cuando vio al ángel que
destruía al pueblo: Yo pequé, yo hice la maldad; ¿qué
hicieron estas ovejas? Te ruego que tu mano se vuelva contra mí,
y contra la casa de mi padre.
24:18 Y Gad vino a David aquel día, y le dijo: Sube, y levanta
un altar a Jehová en la era de Arauna jebuseo.
24:19 Subió David, conforme al dicho de Gad, según
había mandado Jehová;
24:20 y Arauna miró, y vio al rey y a sus siervos que venían
hacia él. Saliendo entonces Arauna, se inclinó delante
del rey, rostro a tierra.
24:21 Y Arauna dijo: ¿Por qué viene mi señor
el rey a su siervo? Y David respondió: Para comprar de ti
la era, a fin de edificar un altar a Jehová, para que cese
la mortandad del pueblo.
24:22 Y Arauna dijo a David: Tome y ofrezca mi señor el rey
lo que bien le pareciere; he aquí bueyes para el holocausto,
y los trillos y los yugos de los bueyes para leña.
24:23 Todo esto, oh rey, Arauna lo da al rey. Luego dijo Arauna
al rey: Jehová tu Dios te sea propicio.
24:24 Y el rey dijo a Arauna: No, sino por precio te lo compraré;
porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que
no me cuesten nada. Entonces David compró la era y los bueyes
por cincuenta siclos de plata.
24:25 Y edificó allí David un altar a Jehová,
y sacrificó holocaustos y ofrendas de paz; y Jehová
oyó las súplicas de la tierra, y cesó la plaga
en Israel.
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