Nehemías
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La
reforma de Esdras
No volvieron todos los judíos a su tierra. Muchos de ellos habían
emigrado al extranjero antes del Destierro y se quedaron en los
países en que vivían: Egipto, Asiria, Persia. Otros, que fueron
desterrados, no volvieron de Babilonia, donde habían logrado conseguir
puestos muy decentes. Pero los que volvieron, llegaron por familias
y grupos organizados, y eran los que más habían interiorizado
el mensaje de los profetas invitándolos a reconstruir un Israel
purificado y santo.
Para ellos, un primer peligro era que, al instalarse en su patria
entre extranjeros y judíos poco conscientes de su misión, perdieran
su entusiasmo. Por eso fue importante la obra de Esdras y de Nehemías,
que los mantuvieron unidos entre sí y apartados de todos los demás.
Ver en especial el problema de los matrimonios mixtos (Esdras
9-10; Nehemías 9,2 y 13,10-30).
Luego fue decisiva la obra bíblica de Esdras que reunió por primera
vez los libros de la Biblia e hizo del Libro sagrado la base de
la religión. Pues hasta ese momento, lo que ya existía de los
libros de la Biblia, solamente se encontraba en el palacio o en
manos de los sacerdotes y al pueblo le bastaba concurrir a las
ceremonias tradicionales del Templo. Esdras fue el que inició
una nueva forma de culto en que la lectura comunitaria de la Biblia
pasaría a ser la base de la vida religiosa del pueblo, llevándolo
a una fe mucho más instruida y responsable. Ver Nehemías 8. El
papel de Esdras en la formación de la Biblia se recuerda en 2
Mac 2,13-14.
Esta reforma de Esdras dio sus rasgos propios a la comunidad judía
posterior al Destierro a Babilonia. El pueblo de Dios se constituyó
en un pueblo santo, o sea, consagradao a Dios y separado de los
demás por las mil barreras de su Ley. Toda su razón de ser era
la de mantener el culto del Dios Unico y, como no gozaban de la
independencia nacional, sus sacerdotes detentaban en nombre de
Dios el poder civil y religioso.
El Libro de Esdras y Nehemías
Estos dos libros, que, al comienzo, formaban uno solo, nos proporcionan
algunas informaciones sobre la obra cumplida por esos dos hombres.
Se pueden notar los siguientes pasos del restablecimiento de la
comunidad judía:
A partir del decreto de Ciro en 538, varios grupos de desterrados
vuelven a Jerusalén, donde Zorobabel reconstruye EL TEMPLO. (Ver
Esdras 1,1 a 4,5 y 4,24 a 6,2.)
Luego, los enemigos de los judíos tratan de impedir la reconstrucción
de LA CIUDAD. (Ver Esdras 4,7-23.)
En el año 458, posiblemente, Esdras viene para organizar la comunidad,
imponiéndole como regla la Ley de Moisés. (Ver Esdras 7 a 10.)
En el año 445, Nehemías llega de Persia y reconstruye LAS MURALLAS.
Después administrará Jerusalén durante doce años. (Ver Nehemías
1 a 7.) Finalmente, en el año 425, tuvo lugar una segunda misión
de Nehemías. (Ver Nehemías 13.)
Capítulo 1
Oración de Nehemías sobre Jerusalén
1:1 Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció
en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa,
capital del reino,
1:2 que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones
de Judá, y les pregunté por los judíos que
habían escapado, que habían quedado de la cautividad,
y por Jerusalén.
1:3 Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad,
allí en la provincia, están en gran mal y afrenta,
y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas
a fuego.
1:4 Cuando oí estas palabras me senté y lloré,
e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré
delante del Dios de los cielos.
1:5 Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte,
grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los
que le aman y guardan sus mandamientos;
1:6 esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos
para oír la oración de tu siervo, que hago ahora
delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus
siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos
cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos
pecado.
1:7 En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado
los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés
tu siervo.
1:8 Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés
tu siervo, diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré
por los pueblos;
1:9 pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos,
y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere
hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré,
y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar
allí mi nombre.
1:10 Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste
con tu gran poder, y con tu mano poderosa.
1:11 Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído
a la oración de tu siervo, y a la oración de tus
siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen
éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón.
Porque yo servía de copero al rey.
Capítulo 2
Artajerjes envía a Nehemías
a Jerusalén
2:1 Sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte
del rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de él,
tomé el vino y lo serví al rey. Y como yo no había
estado antes triste en su presencia,
2:2 me dijo el rey: ¿Por qué está triste tu
rostro? pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto
de corazón. Entonces temí en gran manera.
2:3 Y dije al rey: Para siempre viva el rey. ¿Cómo
no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los
sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas
por el fuego?
2:4 Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré
al Dios de los cielos,
2:5 y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia
delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los
sepulcros de mis padres, y la reedificaré.
2:6 Entonces el rey me dijo (y la reina estaba sentada junto a él):
¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás?
Y agradó al rey enviarme, después que yo le señalé
tiempo.
2:7 Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den
cartas para los gobernadores al otro lado del río, para que
me franqueen el paso hasta que llegue a Judá;
2:8 y carta para Asaf guarda del bosque del rey, para que me dé
madera para enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para
el muro de la ciudad, y la casa en que yo estaré. Y me lo
concedió el rey, según la benéfica mano de
mi Dios sobre mí.
2:9 Vine luego a los gobernadores del otro lado del río,
y les di las cartas del rey. Y el rey envió conmigo capitanes
del ejército y gente de a caballo.
2:10 Pero oyéndolo Sanbalat horonita y Tobías el siervo
amonita, les disgustó en extremo que viniese alguno para
procurar el bien de los hijos de Israel.
Nehemías anima al pueblo a reedificar los muros
2:11 Llegué, pues, a Jerusalén, y después
de estar allí tres días,
2:12 me levanté de noche, yo y unos pocos varones conmigo,
y no declaré a hombre alguno lo que Dios había puesto
en mi corazón que hiciese en Jerusalén; ni había
cabalgadura conmigo, excepto la única en que yo cabalgaba.
2:13 Y salí de noche por la puerta del Valle hacia la fuente
del Dragón y a la puerta del Muladar; y observé
los muros de Jerusalén que estaban derribados, y sus puertas
que estaban consumidas por el fuego.
2:14 Pasé luego a la puerta de la Fuente, y al estanque
del Rey; pero no había lugar por donde pasase la cabalgadura
en que iba.
2:15 Y subí de noche por el torrente y observé el
muro, y di la vuelta y entré por la puerta del Valle, y
me volví.
2:16 Y no sabían los oficiales a dónde yo había
ido, ni qué había hecho; ni hasta entonces lo había
declarado yo a los judíos y sacerdotes, ni a los nobles
y oficiales, ni a los demás que hacían la obra.
2:17 Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que
Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas
por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén,
y no estemos más en oprobio.
2:18 Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios
había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras
que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos
y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien.
2:19 Pero cuanto lo oyeron Sanbalat horonita, Tobías el
siervo amonita, y Gesem el árabe, hicieron escarnio de
nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es
esto que hacéis vosotros? ¿Os rebeláis contra
el rey?
2:20 Y en respuesta les dije: El Dios de los cielos, él
nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos
y edificaremos, porque vosotros no tenéis parte ni derecho
ni memoria en Jerusalén.
Capítulo 3
Reparto del trabajo de reedificación
3:1 Entonces se levantó el sumo sacerdote Eliasib con sus
hermanos los sacerdotes, y edificaron la puerta de las Ovejas. Ellos
arreglaron y levantaron sus puertas hasta la torre de Hamea, y edificaron
hasta la torre de Hananeel.
3:2 Junto a ella edificaron los varones de Jericó, y luego
edificó Zacur hijo de Imri.
3:3 Los hijos de Senaa edificaron la puerta del Pescado; ellos la
enmaderaron, y levantaron sus puertas, con sus cerraduras y sus
cerrojos.
3:4 Junto a ellos restauró Meremot hijo de Urías,
hijo de Cos, y al lado de ellos restauró Mesulam hijo de
Berequías, hijo de Mesezabeel. Junto a ellos restauró
Sadoc hijo de Baana.
3:5 E inmediato a ellos restauraron los tecoítas; pero sus
grandes no se prestaron para ayudar a la obra de su Señor.
3:6 La puerta Vieja fue restaurada por Joiada hijo de Paseah y Mesulam
hijo de Besodías; ellos la enmaderaron, y levantaron sus
puertas, con sus cerraduras y cerrojos.
3:7 Junto a ellos restauró Melatías gabaonita y Jadón
meronotita, varones de Gabaón y de Mizpa, que estaban bajo
el dominio del gobernador del otro lado del río.
3:8 Junto a ellos restauró Uziel hijo de Harhaía,
de los plateros; junto al cual restauró también Hananías,
hijo de un perfumero. Así dejaron reparada a Jerusalén
hasta el muro ancho.
3:9 Junto a ellos restauró también Refaías
hijo de Hur, gobernador de la mitad de la región de Jerusalén.
3:10 Asimismo restauró junto a ellos, y frente a su casa,
Jedaías hijo de Harumaf; y junto a él restauró
Hatús hijo de Hasabnías.
3:11 Malquías hijo de Harim y Hasub hijo de Pahat-moab restauraron
otro tramo, y la torre de los Hornos.
3:12 Junto a ellos restauró Salum hijo de Halohes, gobernador
de la mitad de la región de Jerusalén, él con
sus hijas.
3:13 La puerta del Valle la restauró Hanún con los
moradores de Zanoa; ellos la reedificaron, y levantaron sus puertas,
con sus cerraduras y sus cerrojos, y mil codos
del muro, hasta la puerta del Muladar.
3:14 Reedificó la puerta del Muladar Malquías hijo
de Recab, gobernador de la provincia de Bet-haquerem; él
la reedificó, y levantó sus puertas, sus cerraduras
y sus cerrojos.
3:15 Salum hijo de Colhoze, gobernador de la región de Mizpa,
restauró la puerta de la Fuente; él la reedificó,
la enmaderó y levantó sus puertas, sus cerraduras
y sus cerrojos, y el muro del estanque de Siloé hacia el
huerto del rey, y hasta las gradas que descienden de la ciudad de
David.
3:16 Después de él restauró Nehemías
hijo de Azbuc, gobernador de la mitad de la región de Bet-sur,
hasta delante de los sepulcros de David, y hasta el estanque labrado,
y hasta la casa de los Valientes.
3:17 Tras él restauraron los levitas; Rehum hijo de Bani,
y junto a él restauró Hasabías, gobernador
de la mitad de la región de Keila, por su región.
3:18 Después de él restauraron sus hermanos, Bavai
hijo de Henadad, gobernador de la mitad de la región de Keila.
3:19 Junto a él restauró Ezer hijo de Jesúa,
gobernador de Mizpa, otro tramo frente a la subida de la armería
de la esquina.
3:20 Después de él Baruc hijo de Zabai con todo fervor
restauró otro tramo, desde la esquina hasta la puerta de
la casa de Eliasib sumo sacerdote.
3:21 Tras él restauró Meremot hijo de Urías
hijo de Cos otro tramo, desde la entrada de la casa de Eliasib hasta
el extremo de la casa de Eliasib.
3:22 Después de él restauraron los sacerdotes, los
varones de la llanura.
3:23 Después de ellos restauraron Benjamín y Hasub,
frente a su casa; y después de éstos restauró
Azarías hijo de Maasías, hijo de Ananías, cerca
de su casa.
3:24 Después de él restauró Binúi hijo
de Henadad otro tramo, desde la casa de Azarías hasta el
ángulo entrante del muro, y hasta la esquina.
3:25 Palal hijo de Uzai, enfrente de la esquina y la torre alta
que sale de la casa del rey, que está en el patio de la cárcel.
Después de él, Pedaías hijo de Faros.
3:26 Y los sirvientes del templo que habitaban en Ofel restauraron
hasta enfrente de la puerta de las Aguas al oriente, y la torre
que sobresalía.
3:27 Después de ellos restauraron los tecoítas otro
tramo, enfrente de la gran torre que sobresale, hasta el muro de
Ofel.
3:28 Desde la puerta de los Caballos restauraron los sacerdotes,
cada uno enfrente de su casa.
3:29 Después de ellos restauró Sadoc hijo de Imer,
enfrente de su casa; y después de él restauró
Semaías hijo de Secanías, guarda de la puerta Oriental.
3:30 Tras él, Hananías hijo de Selemías y Hanún
hijo sexto de Salaf restauraron otro tramo. Después de ellos
restauró Mesulam hijo de Berequías, enfrente de su
cámara.
3:31 Después de él restauró Malquías
hijo del platero, hasta la casa de los sirvientes del templo y de
los comerciantes, enfrente de la puerta del Juicio, y hasta la sala
de la esquina.
3:32 Y entre la sala de la esquina y la puerta de las Ovejas, restauraron
los plateros y los comerciantes.
Capítulo 4
Precauciones contra los enemigos
4:1 Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos
el muro, se enojó y se enfureció en gran manera, e
hizo escarnio de los judíos.
4:2 Y habló delante de sus hermanos y del ejército
de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles
judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer
sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán
de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?
4:3 Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo:
Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo
derribará.
4:4 Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio, y
vuelve el baldón de ellos sobre su cabeza, y entrégalos
por despojo en la tierra de su cautiverio.
4:5 No cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado delante de
ti, porque se airaron contra los que edificaban.
4:6 Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta
la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.
4:7 Pero aconteció que oyendo Sanbalat y Tobías, y
los árabes, los amonitas y los de Asdod, que los muros de
Jerusalén eran reparados, porque ya los portillos comenzaban
a ser cerrados, se encolerizaron mucho;
4:8 y conspiraron todos a una para venir a atacar a Jerusalén
y hacerle daño.
4:9 Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos
guarda contra ellos de día y de noche.
4:10 Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han
debilitado, y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro.
4:11 Y nuestros enemigos dijeron: No sepan, ni vean, hasta que entremos
en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra.
4:12 Pero sucedió que cuando venían los judíos
que habitaban entre ellos, nos decían hasta diez veces: De
todos los lugares de donde volviereis, ellos caerán sobre
vosotros.
4:13 Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del
muro, y en los sitios abiertos, puse al pueblo por familias, con
sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos.
4:14 Después miré, y me levanté y dije a los
nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis
delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y
pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras
hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.
4:15 Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido,
y que Dios había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos
todos al muro, cada uno a su tarea.
4:16 Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en
la obra, y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas;
y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá.
4:17 Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que
cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían
la espada.
4:18 Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada
ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba
la trompeta estaba junto a mí.
4:19 Y dije a los nobles, y a los oficiales y al resto del pueblo:
La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados en el
muro, lejos unos de otros.
4:20 En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos
allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros.
4:21 Nosotros, pues, trabajábamos en la obra; y la mitad
de ellos tenían lanzas desde la subida del alba hasta que
salían las estrellas.
4:22 También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado
permanezca dentro de Jerusalén, y de noche sirvan de centinela
y de día en la obra.
4:23 Y ni yo ni mis hermanos, ni mis jóvenes, ni la gente
de guardia que me seguía, nos quitamos nuestro vestido; cada
uno se desnudaba solamente para bañarse.
Capítulo 5
Abolición de la usura
5:1 Entonces hubo gran clamor del pueblo y de sus mujeres contra
sus hermanos judíos.
5:2 Había quien decía: Nosotros, nuestros hijos y
nuestras hijas, somos muchos; por tanto, hemos pedido prestado grano
para comer y vivir.
5:3 Y había quienes decían: Hemos empeñado
nuestras tierras, nuestras viñas y nuestras casas, para comprar
grano, a causa del hambre.
5:4 Y había quienes decían: Hemos tomado prestado
dinero para el tributo del rey, sobre nuestras tierras y viñas.
5:5 Ahora bien, nuestra carne es como la carne de nuestros hermanos,
nuestros hijos como sus hijos; y he aquí que nosotros dimos
nuestros hijos y nuestras hijas a servidumbre, y algunas de nuestras
hijas lo están ya, y no tenemos posibilidad de rescatarlas,
porque nuestras tierras y nuestras viñas son de otros.
5:6 Y me enojé en gran manera cuando oí su clamor
y estas palabras.
5:7 Entonces lo medité, y reprendí a los nobles y
a los oficiales, y les dije: ¿Exigís interés
cada uno a vuestros hermanos?
Y convoqué contra ellos una gran asamblea,
5:8 y les dije: Nosotros según nuestras posibilidades rescatamos
a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos
a las naciones; ¿y vosotros vendéis aun a vuestros
hermanos, y serán vendidos a nosotros? Y callaron, pues no
tuvieron qué responder.
5:9 Y dije: No es bueno lo que hacéis. ¿No andaréis
en el temor de nuestro Dios, para no ser oprobio de las naciones
enemigas nuestras?
5:10 También yo y mis hermanos y mis criados les hemos prestado
dinero y grano; quitémosles ahora este gravamen.
5:11 Os ruego que les devolváis hoy sus tierras, sus viñas,
sus olivares y sus casas, y la centésima parte del dinero,
del grano, del vino y del aceite, que demandáis de ellos
como interés.
5:12 Y dijeron: Lo devolveremos, y nada les demandaremos; haremos
así como tú dices. Entonces convoqué a los
sacerdotes, y les hice jurar que harían conforme a esto.
5:13 Además sacudí mi vestido, y dije: Así
sacuda Dios de su casa y de su trabajo a todo hombre que no cumpliere
esto, y así sea sacudido y vacío. Y respondió
toda la congregación: ¡Amén! y alabaron a Jehová.
Y el pueblo hizo conforme a esto.
5:14 También desde el día que me mandó el rey
que fuese gobernador de ellos en la tierra de Judá, desde
el año veinte del rey Artajerjes hasta el año treinta
y dos, doce años, ni yo ni mis hermanos comimos el pan del
gobernador.
5:15 Pero los primeros gobernadores que fueron antes de mí
abrumaron al pueblo, y tomaron de ellos por el pan y por el vino
más de cuarenta siclos de plata,
y aun sus criados se enseñoreaban del pueblo; pero yo no
hice así, a causa del temor de Dios.
5:16 También en la obra de este muro restauré mi parte,
y no compramos heredad; y todos mis criados juntos estaban allí
en la obra.
5:17 Además, ciento cincuenta judíos y oficiales,
y los que venían de las naciones que había alrededor
de nosotros, estaban a mi mesa.
5:18 Y lo que se preparaba para cada día era un buey y seis
ovejas escogidas; también eran preparadas para mí
aves, y cada diez días vino en toda abundancia; y con todo
esto nunca requerí el pan del gobernador, porque la servidumbre
de este pueblo era grave.
5:19 Acuérdate de mí para bien, Dios mío, y
de todo lo que hice por este pueblo.
Capítulo 6
Maquinaciones de los adversarios
6:1 Cuando oyeron Sanbalat y Tobías y Gesem el árabe,
y los demás de nuestros enemigos, que yo había edificado
el muro, y que no quedaba en él portillo (aunque hasta aquel
tiempo no había puesto las hojas en las puertas),
6:2 Sanbalat y Gesem enviaron a decirme: Ven y reunámonos
en alguna de las aldeas en el campo de Ono. Mas ellos habían
pensado hacerme mal.
6:3 Y les envié mensajeros, diciendo: Yo hago una gran obra,
y no puedo ir; porque cesaría la obra, dejándola yo
para ir a vosotros.
6:4 Y enviaron a mí con el mismo asunto hasta cuatro veces,
y yo les respondí de la misma manera.
6:5 Entonces Sanbalat envió a mí su criado para decir
lo mismo por quinta vez, con una carta abierta en su mano,
6:6 en la cual estaba escrito: Se ha oído entre las naciones,
y Gasmu lo dice, que tú y los judíos pensáis
rebelaros; y que por eso edificas tú el muro, con la mira,
según estas palabras, de ser tú su rey;
6:7 y que has puesto profetas que proclamen acerca de ti en Jerusalén,
diciendo: ¡Hay rey en Judá! Y Ahora serán oídas
del rey las tales palabras; ven, por tanto, y consultemos juntos.
6:8 Entonces envié yo a decirle: No hay tal cosa como dices,
sino que de tu corazón tú lo inventas.
6:9 Porque todos ellos nos amedrentaban, diciendo: Se debilitarán
las manos de ellos en la obra, y no será terminada. Ahora,
pues, oh Dios, fortalece tú mis manos.
6:10 Vine luego a casa de Semaías hijo de Delaía,
hijo de Mehetabel, porque él estaba encerrado; el cual me
dijo: Reunámonos en la casa de Dios, dentro del templo, y
cerremos las puertas del templo, porque vienen para matarte; sí,
esta noche vendrán a matarte.
6:11 Entonces dije: ¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Y
quién, que fuera como yo, entraría al templo para
salvarse la vida? No entraré.
6:12 Y entendí que Dios no lo había enviado, sino
que hablaba aquella profecía contra mí porque Tobías
y Sanbalat lo habían sobornado.
6:13 Porque fue sobornado para hacerme temer así, y que pecase,
y les sirviera de mal nombre con que fuera yo infamado.
6:14 Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sanbalat,
conforme a estas cosas que hicieron; también acuérdate
de Noadías profetisa, y de los otros profetas que procuraban
infundirme miedo.
6:15 Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul,
en cincuenta y dos días.
6:16 Y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas
las naciones que estaban alrededor de nosotros, y se sintieron humillados,
y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra.
6:17 Asimismo en aquellos días iban muchas cartas de los
principales de Judá a Tobías, y las de Tobías
venían a ellos.
6:18 Porque muchos en Judá se habían conjurado con
él, porque era yerno de Secanías hijo de Ara; y Johanán
su hijo había tomado por mujer a la hija de Mesulam hijo
de Berequías.
6:19 También contaban delante de mí las buenas obras
de él, y a él le referían mis palabras. Y enviaba
Tobías cartas para atemorizarme.
Capítulo 7
Nehemías designa dirigentes
7:1 Luego que el muro fue edificado, y colocadas las puertas, y
fueron señalados porteros y cantores y levitas,
7:2 mandé a mi hermano Hanani, y a Hananías, jefe
de la fortaleza de Jerusalén (porque éste era varón
de verdad y temeroso de Dios, más que muchos);
7:3 y les dije: No se abran las puertas de Jerusalén hasta
que caliente el sol; y aunque haya gente allí, cerrad las
puertas y atrancadlas. Y señalé guardas de los moradores
de Jerusalén, cada cual en su turno, y cada uno delante de
su casa.
7:4 Porque la ciudad era espaciosa y grande, pero poco pueblo dentro
de ella, y no había casas reedificadas.
Los que volvieron con Zorobabel
(Esd. 2.1-70)
7:5 Entonces puso Dios en mi corazón que reuniese a los
nobles y oficiales y al pueblo, para que fuesen empadronados según
sus genealogías. Y hallé el libro de la genealogía
de los que habían subido antes, y encontré en él
escrito así:
7:6 Estos son los hijos de la provincia que subieron del cautiverio,
de los que llevó cautivos Nabucodonosor rey de Babilonia,
y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a
su ciudad,
7:7 los cuales vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías,
Azarías, Raamías, Nahamani, Mardoqueo, Bilsán,
Misperet, Bigvai, Nehum y Baana. El número de los varones
del pueblo de Israel:
7:8 Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos.
7:9 Los hijos de Sefatías, trescientos setenta y dos.
7:10 Los hijos de Ara, seiscientos cincuenta y dos.
7:11 Los hijos de Pahat-moab, de los hijos de Jesúa y de
Joab, dos mil ochocientos dieciocho.
7:12 Los hijos de Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro.
7:13 Los hijos de Zatu, ochocientos cuarenta y cinco.
7:14 Los hijos de Zacai, setecientos sesenta.
7:15 Los hijos de Binúi, seiscientos cuarenta y ocho.
7:16 Los hijos de Bebai, seiscientos veintiocho.
7:17 Los hijos de Azgad, dos mil seiscientos veintidós.
7:18 Los hijos de Adonicam, seiscientos sesenta y siete.
7:19 Los hijos de Bigvai, dos mil sesenta y siete.
7:20 Los hijos de Adín, seiscientos cincuenta y cinco.
7:21 Los hijos de Ater, de Ezequías, noventa y ocho.
7:22 Los hijos de Hasum, trescientos veintiocho.
7:23 Los hijos de Bezai, trescientos veinticuatro.
7:24 Los hijos de Harif, ciento doce.
7:25 Los hijos de Gabaón, noventa y cinco.
7:26 Los varones de Belén y de Netofa, ciento ochenta y
ocho.
7:27 Los varones de Anatot, ciento veintiocho.
7:28 Los varones de Bet-azmavet, cuarenta y dos.
7:29 Los varones de Quiriat-jearim, Cafira y Beerot, setecientos
cuarenta y tres.
7:30 Los varones de Ramá y de Geba, seiscientos veintiuno.
7:31 Los varones de Micmas, ciento veintidós.
7:32 Los varones de Bet-el y de Hai, ciento veintitrés.
7:33 Los varones del otro Nebo, cincuenta y dos.
7:34 Los hijos del otro Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro.
7:35 Los hijos de Harim, trescientos veinte.
7:36 Los hijos de Jericó, trescientos cuarenta y cinco.
7:37 Los hijos de Lod, Hadid y Ono, setecientos veintiuno.
7:38 Los hijos de Senaa, tres mil novecientos treinta.
7:39 Sacerdotes: los hijos de Jedaía, de la casa de Jesúa,
novecientos setenta y tres.
7:40 Los hijos de Imer, mil cincuenta y dos.
7:41 Los hijos de Pasur, mil doscientos cuarenta y siete.
7:42 Los hijos de Harim, mil diecisiete.
7:43 Levitas: los hijos de Jesúa, de Cadmiel, de los hijos
de Hodavías, setenta y cuatro.
7:44 Cantores: los hijos de Asaf, ciento cuarenta y ocho.
7:45 Porteros: Los hijos de Salum, los hijos de Ater, los hijos
de Talmón, los hijos de Acub, los hijos de Hatita y los
hijos de Sobai, ciento treinta y ocho.
7:46 Sirvientes del templo: los hijos de Ziha, los hijos de Hasufa,
los hijos de Tabaot,
7:47 los hijos de Queros, los hijos de Siaha, los hijos de Padón,
7:48 los hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los hijos de Salmai,
7:49 los hijos de Hanán, los hijos de Gidel, los hijos
de Gahar,
7:50 los hijos de Reaía, los hijos de Rezín, los
hijos de Necoda,
7:51 los hijos de Gazam, los hijos de Uza, los hijos de Paseah,
7:52 los hijos de Besai, los hijos de Mehunim, los hijos de Nefisesim,
7:53 los hijos de Bacbuc, los hijos de Hacufa, los hijos de Harhur,
7:54 los hijos de Bazlut, los hijos de Mehída, los hijos
de Harsa,
7:55 los hijos de Barcos, los hijos de Sísara, los hijos
de Tema,
7:56 los hijos de Nezía, y los hijos de Hatifa.
7:57 Los hijos de los siervos de Salomón: los hijos de
Sotai, los hijos de Soferet, los hijos de Perida,
7:58 los hijos de Jaala, los hijos de Darcón, los hijos
de Gidel,
7:59 los hijos de Sefatías, los hijos de Hatil, los hijos
de Poqueret-hazebaim, los hijos de Amón.
7:60 Todos los sirvientes del templo e hijos de los siervos de
Salomón, trescientos noventa y dos.
7:61 Y estos son los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub,
Adón e Imer, los cuales no pudieron mostrar la casa de
sus padres, ni su genealogía, si eran de Israel:
7:62 los hijos de Delaía, los hijos de Tobías y
los hijos de Necoda, seiscientos cuarenta y dos.
7:63 Y de los sacerdotes: los hijos de Habaía, los hijos
de Cos y los hijos de Barzilai, el cual tomó mujer de las
hijas de Barzilai galaadita, y se llamó del nombre de ellas.
7:64 Estos buscaron su registro de genealogías, y no se
halló; y fueron excluidos del sacerdocio,
7:65 y les dijo el gobernador que no comiesen de las cosas más
santas, hasta que hubiese sacerdote con Urim y Tumim.
7:66 Toda la congregación junta era de cuarenta y dos mil
trescientos sesenta,
7:67 sin sus siervos y siervas, que eran siete mil trescientos
treinta y siete; y entre ellos había doscientos cuarenta
y cinco cantores y cantoras.
7:68 Sus caballos, setecientos treinta y seis; sus mulos, doscientos
cuarenta y cinco;
7:69 camellos, cuatrocientos treinta y cinco; asnos, seis mil
setecientos veinte.
7:70 Y algunos de los cabezas de familias dieron ofrendas para
la obra. El gobernador dio para el tesoro mil dracmas de oro,
cincuenta tazones, y quinientas treinta vestiduras sacerdotales.
7:71 Los cabezas de familias dieron para el tesoro de la obra
veinte mil dracmas de oro y dos mil doscientas libras de plata.
7:72 Y el resto del pueblo dio veinte mil dracmas de oro, dos
mil libras de plata, y sesenta y siete vestiduras sacerdotales.
7:73 Y habitaron los sacerdotes, los levitas, los porteros, los
cantores, los del pueblo, los sirvientes del templo y todo Israel,
en sus ciudades.
Capítulo 8
Esdras lee la ley al pueblo
Venido el mes séptimo, los hijos de Israel estaban en sus
ciudades;
8:1 y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza
que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras
el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual
Jehová había dado a Israel.
8:2 Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación,
así de hombres como de mujeres y de todos los que podían
entender, el primer día del mes séptimo.
8:3 Y leyó en el libro delante de la plaza que está
delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía,
en presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían
entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al
libro de la ley.
8:4 Y el escriba Esdras estaba sobre un púlpito de madera
que habían hecho para ello, y junto a él estaban Matatías,
Sema, Anías, Urías, Hilcías y Maasías
a su mano derecha; y a su mano izquierda, Pedaías, Misael,
Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías y Mesulam.
8:5 Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el pueblo,
porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió,
todo el pueblo estuvo atento.
8:6 Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo
el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén!
alzando sus manos; y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados
a tierra.
8:7 Y los levitas Jesúa, Bani, Serebías, Jamín,
Acub, Sabetai, Hodías, Maasías, Kelita, Azarías,
Jozabed, Hanán y Pelaía, hacían entender al
pueblo la ley; y el pueblo estaba atento en su lugar.
8:8 Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían
el sentido, de modo que entendiesen la lectura.
8:9 Y Nehemías el gobernador, y el sacerdote Esdras, escriba,
y los levitas que hacían entender al pueblo, dijeron a todo
el pueblo: Día santo es a Jehová nuestro Dios; no
os entristezcáis, ni lloréis; porque todo el pueblo
lloraba oyendo las palabras de la ley.
8:10 Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad
porciones a los que no tienen nada preparado; porque día
santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque
el gozo de Jehová es vuestra fuerza.
8:11 Los levitas, pues, hacían callar a todo el pueblo, diciendo:
Callad, porque es día santo, y no os entristezcáis.
8:12 Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones,
y a gozar de grande alegría, porque habían entendido
las palabras que les habían enseñado.
8:13 Al día siguiente se reunieron los cabezas de las familias
de todo el pueblo, sacerdotes y levitas, a Esdras el escriba, para
entender las palabras de la ley.
8:14 Y hallaron escrito en la ley que Jehová había
mandado por mano de Moisés, que habitasen los hijos de Israel
en tabernáculos en la fiesta solemne del mes séptimo;
8:15 y que hiciesen saber, y pasar pregón por todas sus ciudades
y por Jerusalén, diciendo: Salid al monte, y traed ramas
de olivo, de olivo silvestre, de arrayán, de palmeras y de
todo árbol frondoso, para hacer tabernáculos, como
está escrito.
8:16 Salió, pues, el pueblo, y trajeron ramas e hicieron
tabernáculos, cada uno sobre su terrado, en sus patios, en
los patios de la casa de Dios, en la plaza de la puerta de las Aguas,
y en la plaza de la puerta de Efraín.
8:17 Y toda la congregación que volvió de la cautividad
hizo tabernáculos, y en tabernáculos habitó;
porque desde los días de Josué hijo de Nun hasta aquel
día, no habían hecho así los hijos de Israel.
Y hubo alegría muy grande.
8:18 Y leyó Esdras en el libro de la ley de Dios cada día,
desde el primer día hasta el último; e hicieron la
fiesta solemne por siete días, y el octavo día fue
de solemne asamblea, según el rito.
Capítulo 9
Esdras confiesa los pecados de Israel
9:1 El día veinticuatro del mismo mes se reunieron los hijos
de Israel en ayuno, y con cilicio y tierra sobre sí.
9:2 Y ya se había apartado la descendencia de Israel de todos
los extranjeros; y estando en pie, confesaron sus pecados, y las
iniquidades de sus padres.
9:3 Y puestos de pie en su lugar, leyeron el libro de la ley de
Jehová su Dios la cuarta parte del día, y la cuarta
parte confesaron sus pecados y adoraron a Jehová su Dios.
9:4 Luego se levantaron sobre la grada de los levitas, Jesúa,
Bani, Cadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Bani y Quenani,
y clamaron en voz alta a Jehová su Dios.
9:5 Y dijeron los levitas Jesúa, Cadmiel, Bani, Hasabnías,
Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías:
Levantaos, bendecid a Jehová vuestro Dios desde la eternidad
hasta la eternidad; y bendígase el nombre tuyo, glorioso
y alto sobre toda bendición y alabanza.
9:6 Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos,
y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra
y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en
ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos
de los cielos te adoran.
9:7 Tú eres, oh Jehová, el Dios que escogiste a Abram,
y lo sacaste de Ur de los caldeos,
y le pusiste el nombre Abraham;
9:8 y hallaste fiel su corazón delante de ti, e hiciste pacto
con él para darle la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo,
del ferezeo, del jebuseo y del gergeseo,
para darla a su descendencia; y cumpliste tu palabra, porque eres
justo.
9:9 Y miraste la aflicción de nuestros padres en Egipto,
y oíste el clamor de ellos en el Mar Rojo;
9:10 e hiciste señales y maravillas contra Faraón,
contra todos sus siervos, y contra todo el pueblo de su tierra,
porque sabías que habían procedido con soberbia contra
ellos; y te hiciste nombre grande, como en este día.
9:11 Dividiste el mar delante de ellos, y pasaron por medio de él
en seco;
y a sus perseguidores echaste en las profundidades, como una piedra
en profundas aguas.
9:12 Con columna de nube los guiaste de día, y con columna
de fuego de noche, para alumbrarles el camino por donde habían
de ir.
9:13 Y sobre el monte de Sinaí descendiste, y hablaste con
ellos desde el cielo, y les diste juicios rectos, leyes verdaderas,
y estatutos y mandamientos buenos,
9:14 y les ordenaste el día de reposo santo para ti, y por
mano de Moisés tu siervo les prescribiste mandamientos, estatutos
y la ley.
9:15 Les diste pan del cielo en su hambre,
y en su sed les sacaste aguas de la peña;
y les dijiste que entrasen a poseer la tierra, por la cual alzaste
tu mano y juraste que se la darías.
9:16 Mas ellos y nuestros padres fueron soberbios, y endurecieron
su cerviz, y no escucharon tus mandamientos.
9:17 No quisieron oír, ni se acordaron de tus maravillas
que habías hecho con ellos; antes endurecieron su cerviz,
y en su rebelión pensaron poner caudillo para volverse a
su servidumbre.
Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo
para la ira, y grande en misericordia,
porque no los abandonaste.
9:18 Además, cuando hicieron para sí becerro de fundición
y dijeron: Este es tu Dios que te hizo subir de Egipto;
y cometieron grandes abominaciones,
9:19 tú, con todo, por tus muchas misericordias no los abandonaste
en el desierto. La columna de nube no se apartó de ellos
de día, para guiarlos por el camino, ni de noche la columna
de fuego, para alumbrarles el camino por el cual habían de
ir.
9:20 Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles,
y no retiraste tu maná de su boca, y agua les diste para
su sed.
9:21 Los sustentaste cuarenta años en el desierto; de ninguna
cosa tuvieron necesidad; sus vestidos no se envejecieron, ni se
hincharon sus pies.
9:22 Y les diste reinos y pueblos, y los repartiste por distritos;
y poseyeron la tierra de Sehón, la tierra del rey de Hesbón,
y la tierra de Og rey de Basán.
9:23 Multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo,
y los llevaste a la tierra de la cual habías dicho a sus
padres que habían de entrar a poseerla.
9:24 Y los hijos vinieron y poseyeron la tierra, y humillaste delante
de ellos a los moradores del país, a los cananeos, los cuales
entregaste en su mano, y a sus reyes, y a los pueblos de la tierra,
para que hiciesen de ellos como quisieran.
9:25 Y tomaron ciudades fortificadas y tierra fértil, y heredaron
casas llenas de todo bien, cisternas hechas, viñas y olivares,
y muchos árboles frutales; comieron, se saciaron, y se deleitaron
en tu gran bondad.
9:26 Pero te provocaron a ira, y se rebelaron contra ti, y echaron
tu ley tras sus espaldas, y mataron a tus profetas que protestaban
contra ellos para convertirlos a ti, e hicieron grandes abominaciones.
9:27 Entonces los entregaste en mano de sus enemigos, los cuales
los afligieron. Pero en el tiempo de su tribulación clamaron
a ti, y tú desde los cielos los oíste; y según
tu gran misericordia les enviaste libertadores para que los salvasen
de mano de sus enemigos.
9:28 Pero una vez que tenían paz, volvían a hacer
lo malo delante de ti, por lo cual los abandonaste en mano de sus
enemigos que los dominaron; pero volvían y clamaban otra
vez a ti, y tú desde los cielos los oías y según
tus misericordias muchas veces los libraste.
9:29 Les amonestaste a que se volviesen a tu ley; mas ellos se llenaron
de soberbia, y no oyeron tus mandamientos, sino que pecaron contra
tus juicios, los cuales si el hombre hiciere, en ellos vivirá;
se rebelaron, endurecieron su cerviz, y no escucharon.
9:30 Les soportaste por muchos años, y les testificaste con
tu Espíritu por medio de tus profetas, pero no escucharon;
por lo cual los entregaste en mano de los pueblos de la tierra.
9:31 Mas por tus muchas misericordias no los consumiste, ni los
desamparaste; porque eres Dios clemente y misericordioso.
9:32 Ahora pues, Dios nuestro, Dios grande, fuerte, temible, que
guardas el pacto y la misericordia, no sea tenido en poco delante
de ti todo el sufrimiento que ha alcanzado a nuestros reyes, a nuestros
príncipes, a nuestros sacerdotes, a nuestros profetas, a
nuestros padres y a todo tu pueblo, desde los días de los
reyes de Asiria
hasta este día.
9:33 Pero tú eres justo en todo lo que ha venido sobre nosotros;
porque rectamente has hecho, mas nosotros hemos hecho lo malo.
9:34 Nuestros reyes, nuestros príncipes, nuestros sacerdotes
y nuestros padres no pusieron por obra tu ley, ni atendieron a tus
mandamientos y a tus testimonios con que les amonestabas.
9:35 Y ellos en su reino y en tu mucho bien que les diste, y en
la tierra espaciosa y fértil que entregaste delante de ellos,
no te sirvieron, ni se convirtieron de sus malas obras.
9:36 He aquí que hoy somos siervos; henos aquí, siervos
en la tierra que diste a nuestros padres para que comiesen su fruto
y su bien.
9:37 Y se multiplica su fruto para los reyes que has puesto sobre
nosotros por nuestros pecados, quienes se enseñorean sobre
nuestros cuerpos, y sobre nuestros ganados, conforme a su voluntad,
y estamos en grande angustia.
Pacto del pueblo, de guardar la ley
38 A causa, pues, de todo esto, nosotros hacemos fiel promesa,
y la escribimos, firmada por nuestros príncipes, por nuestros
levitas y por nuestros sacerdotes.
Capítulo 10
10:1 Los que firmaron fueron: Nehemías el gobernador, hijo
de Hacalías, y Sedequías,
10:2 Seraías, Azarías, Jeremías,
10:3 Pasur, Amarías, Malquías,
10:4 Hatús, Sebanías, Maluc,
10:5 Harim, Meremot, Obadías,
10:6 Daniel, Ginetón, Baruc,
10:7 Mesulam, Abías, Mijamín,
10:8 Maazías, Bilgai y Semaías; éstos eran
sacerdotes.
10:9 Y los levitas: Jesúa hijo de Azanías, Binúi
de los hijos de Henadad, Cadmiel,
10:10 y sus hermanos Sebanías, Hodías, Kelita, Pelaías,
Hanán,
10:11 Micaía, Rehob, Hasabías,
10:12 Zacur, Serebías, Sebanías,
10:13 Hodías, Bani y Beninu.
10:14 Los cabezas del pueblo: Paros, Pahat-moab, Elam, Zatu, Bani,
10:15 Buni, Azgad, Bebai,
10:16 Adonías, Bigvai, Adín,
10:17 Ater, Ezequías, Azur,
10:18 Hodías, Hasum, Bezai,
10:19 Harif, Anatot, Nebai,
10:20 Magpías, Mesulam, Hezir,
10:21 Mesezabeel, Sadoc, Jadúa,
10:22 Pelatías, Hanán, Anaías,
10:23 Oseas, Hananías, Hasub,
10:24 Halohes, Pilha, Sobec,
10:25 Rehum, Hasabna, Maasías,
10:26 Ahías, Hanán, Anán,
10:27 Maluc, Harim y Baana.
10:28 Y el resto del pueblo, los sacerdotes, levitas, porteros y
cantores, los sirvientes del templo, y todos los que se habían
apartado de los pueblos de las tierras a la ley de Dios, con sus
mujeres, sus hijos e hijas, todo el que tenía comprensión
y discernimiento,
10:29 se reunieron con sus hermanos y sus principales, para protestar
y jurar que andarían en la ley de Dios, que fue dada por
Moisés siervo de Dios, y que guardarían y cumplirían
todos los mandamientos, decretos y estatutos de Jehová nuestro
Señor.
10:30 Y que no daríamos nuestras hijas a los pueblos de la
tierra, ni tomaríamos sus hijas para nuestros hijos.
10:31 Asimismo, que si los pueblos de la tierra trajesen a vender
mercaderías y comestibles en día de reposo, nada tomaríamos
de ellos en ese día ni en otro día santificado; y
que el año séptimo dejaríamos descansar la
tierra,
y remitiríamos toda deuda.
10:32 Nos impusimos además por ley, el cargo de contribuir
cada año con la tercera parte de un siclo
para la obra de la casa de nuestro Dios;
10:33 para el pan de la proposición y para la ofrenda continua,
para el holocausto continuo, los días de reposo, las nuevas
lunas, las festividades, y para las cosas santificadas y los sacrificios
de expiación por el pecado de Israel, y para todo el servicio
de la casa de nuestro Dios.
10:34 Echamos también suertes los sacerdotes, los levitas
y el pueblo, acerca de la ofrenda de la leña, para traerla
a la casa de nuestro Dios, según las casas de nuestros padres,
en los tiempos determinados cada año, para quemar sobre el
altar de Jehová nuestro Dios, como está escrito en
la ley.
10:35 Y que cada año traeríamos a la casa de Jehová
las primicias de nuestra tierra, y las primicias del fruto de todo
árbol.
10:36 Asimismo los primogénitos de nuestros hijos y de nuestros
ganados, como está escrito en la ley; y que traeríamos
los primogénitos de nuestras vacas y de nuestras ovejas a
la casa de nuestro Dios, a los sacerdotes que ministran en la casa
de nuestro Dios;
10:37 que traeríamos también las primicias de nuestras
masas, y nuestras ofrendas, y del fruto de todo árbol, y
del vino y del aceite, para los sacerdotes, a las cámaras
de la casa de nuestro Dios, y el diezmo de nuestra tierra para los
levitas;
y que los levitas recibirían las décimas de nuestras
labores en todas las ciudades;
10:38 y que estaría el sacerdote hijo de Aarón con
los levitas, cuando los levitas recibiesen el diezmo; y que los
levitas llevarían el diezmo del diezmo
a la casa de nuestro Dios, a las cámaras de la casa del tesoro.
10:39 Porque a las cámaras del tesoro han de llevar los hijos
de Israel y los hijos de Leví la ofrenda del grano, del vino
y del aceite; y allí estarán los utensilios del santuario,
y los sacerdotes que ministran, los porteros y los cantores; y no
abandonaremos la casa de nuestro Dios.
Capítulo 11
Los habitantes de Jerusalén
(1 Cr. 9.1-34)
11:1 Habitaron los jefes del pueblo en Jerusalén; mas el
resto del pueblo echó suertes para traer uno de cada diez
para que morase en Jerusalén, ciudad santa, y las otras nueve
partes en las otras ciudades.
11:2 Y bendijo el pueblo a todos los varones que voluntariamente
se ofrecieron para morar en Jerusalén.
11:3 Estos son los jefes de la provincia que moraron en Jerusalén;
pero en las ciudades de Judá habitaron cada uno en su posesión,
en sus ciudades; los israelitas, los sacerdotes y levitas, los sirvientes
del templo y los hijos de los siervos de Salomón.
11:4 En Jerusalén, pues, habitaron algunos de los hijos de
Judá y de los hijos de Benjamín.
De los hijos de Judá: Ataías hijo de Uzías,
hijo de Zacarías, hijo de Amarías, hijo de Sefatías,
hijo de Mahalaleel, de los hijos de Fares,
11:5 y Maasías hijo de Baruc, hijo de Colhoze, hijo de Hazaías,
hijo de Adaías, hijo de Joiarib, hijo de Zacarías,
hijo de Siloni.
11:6 Todos los hijos de Fares que moraron en Jerusalén fueron
cuatrocientos sesenta y ocho hombres fuertes.
11:7 Estos son los hijos de Benjamín:
Salú hijo de Mesulam, hijo de Joed, hijo de Pedaías,
hijo de Colaías, hijo de Maasías, hijo de Itiel, hijo
de Jesaías.
11:8 Y tras él Gabai y Salai, novecientos veintiocho.
11:9 Y Joel hijo de Zicri era el prefecto de ellos, y Judá
hijo de Senúa el segundo en la ciudad.
11:10 De los sacerdotes: Jedaías hijo de Joiarib, Jaquín,
11:11 Seraías hijo de Hilcías, hijo de Mesulam, hijo
de Sadoc, hijo de Meraiot, hijo de Ahitob, príncipe de la
casa de Dios,
11:12 y sus hermanos, los que hacían la obra de la casa,
ochocientos veintidós; y Adaías hijo de Jeroham, hijo
de Pelalías, hijo de Amsi, hijo de Zacarías, hijo
de Pasur, hijo de Malquías,
11:13 y sus hermanos, jefes de familias, doscientos cuarenta y dos;
y Amasai hijo de Azareel, hijo de Azai, hijo de Mesilemot, hijo
de Imer,
11:14 y sus hermanos, hombres de gran vigor, ciento veintiocho,
el jefe de los cuales era Zabdiel hijo de Gedolim.
11:15 De los levitas: Semaías hijo de Hasub, hijo de Azricam,
hijo de Hasabías, hijo de Buni;
11:16 Sabetai y Jozabad, de los principales de los levitas, capataces
de la obra exterior de la casa de Dios;
11:17 y Matanías hijo de Micaía, hijo de Zabdi, hijo
de Asaf, el principal, el que empezaba las alabanzas y acción
de gracias al tiempo de la oración; Bacbuquías el
segundo de entre sus hermanos; y Abda hijo de Samúa, hijo
de Galal, hijo de Jedutún.
11:18 Todos los levitas en la santa ciudad eran doscientos ochenta
y cuatro.
11:19 Los porteros, Acub, Talmón y sus hermanos, guardas
en las puertas, ciento setenta y dos.
11:20 Y el resto de Israel, de los sacerdotes y de los levitas,
en todas las ciudades de Judá, cada uno en su heredad.
11:21 Los sirvientes del templo habitaban en Ofel; y Ziha y Gispa
tenían autoridad sobre los sirvientes del templo.
11:22 Y el jefe de los levitas en Jerusalén era Uzi hijo
de Bani, hijo de Hasabías, hijo de Matanías, hijo
de Micaía, de los hijos de Asaf, cantores, sobre la obra
de la casa de Dios.
11:23 Porque había mandamiento del rey acerca de ellos, y
distribución para los cantores para cada día.
11:24 Y Petaías hijo de Mesezabeel, de los hijos de Zera
hijo de Judá, estaba al servicio del rey en todo negocio
del pueblo.
Lugares habitados fuera de Jerusalén
11:25 Tocante a las aldeas y sus tierras, algunos de los hijos
de Judá habitaron en Quiriat-arba y sus aldeas, en Dibón
y sus aldeas, en Jecabseel y sus aldeas,
11:26 en Jesúa, Molada y Bet-pelet,
11:27 en Hazar-sual, en Beerseba y sus aldeas,
11:28 en Siclag, en Mecona y sus aldeas,
11:29 en En-rimón, en Zora, en Jarmut,
11:30 en Zanoa, en Adulam y sus aldeas, en Laquis y sus tierras,
y en Azeca y sus aldeas. Y habitaron desde Beerseba hasta el valle
de Hinom.
11:31 Y los hijos de Benjamín habitaron desde Geba, en
Micmas, en Aía, en Bet-el y sus aldeas,
11:32 en Anatot, Nob, Ananías,
11:33 Hazor, Ramá, Gitaim,
11:34 Hadid, Seboim, Nebalat,
11:35 Lod, y Ono, valle de los artífices;
11:36 y algunos de los levitas, en los repartimientos de Judá
y de Benjamín.
Capítulo 12
Sacerdotes y levitas
12:1 Estos son los sacerdotes y levitas que subieron con Zorobabel
hijo de Salatiel, y con Jesúa: Seraías, Jeremías,
Esdras,
12:2 Amarías, Maluc, Hatús,
12:3 Secanías, Rehum, Meremot,
12:4 Iddo, Gineto, Abías,
12:5 Mijamín, Maadías, Bilga,
12:6 Semaías, Joiarib, Jedaías,
12:7 Salú, Amoc, Hilcías y Jedaías. Estos eran
los príncipes de los sacerdotes y sus hermanos en los días
de Jesúa.
12:8 Y los levitas: Jesúa, Binúi, Cadmiel, Serebías,
Judá y Matanías, que con sus hermanos oficiaba en
los cantos de alabanza.
12:9 Y Bacbuquías y Uni, sus hermanos, cada cual en su ministerio.
12:10 Jesúa engendró a Joiacim, y Joiacim engendró
a Eliasib, y Eliasib engendró a Joiada;
12:11 Joiada engendró a Jonatán, y Jonatán
engendró a Jadúa.
12:12 Y en los días de Joiacim los sacerdotes jefes de familias
fueron: de Seraías, Meraías; de Jeremías, Hananías;
12:13 de Esdras, Mesulam; de Amarías, Johanán;
12:14 de Melicú, Jonatán; de Sebanías, José;
12:15 de Harim, Adna; de Meraiot, Helcai;
12:16 de Iddo, Zacarías; de Ginetón, Mesulam;
12:17 de Abías, Zicri; de Miniamín, de Moadías,
Piltai;
12:18 de Bilga, Samúa; de Semaías, Jonatán;
12:19 de Joiarib, Matenai; de Jedaías, Uzi;
12:20 de Salai, Calai; de Amoc, Eber;
12:21 de Hilcías, Hasabías; de Jedaías, Natanael.
12:22 Los levitas en días de Eliasib, de Joiada, de Johanán
y de Jadúa fueron inscritos por jefes de familias; también
los sacerdotes, hasta el reinado de Darío el persa.
12:23 Los hijos de Leví, jefes de familias, fueron inscritos
en el libro de las crónicas hasta los días de Johanán
hijo de Eliasib.
12:24 Los principales de los levitas: Hasabías, Serebías,
Jesúa hijo de Cadmiel, y sus hermanos delante de ellos, para
alabar y dar gracias, conforme al estatuto de David varón
de Dios, guardando su turno.
12:25 Matanías, Bacbuquías, Obadías, Mesulam,
Talmón y Acub, guardas, eran porteros para la guardia a las
entradas de las puertas.
12:26 Estos fueron en los días de Joiacim hijo de Jesúa,
hijo de Josadac, y en los días del gobernador Nehemías
y del sacerdote Esdras, escriba.
Dedicación del muro
12:27 Para la dedicación del muro de Jerusalén,
buscaron a los levitas de todos sus lugares para traerlos a Jerusalén,
para hacer la dedicación y la fiesta con alabanzas y con
cánticos, con címbalos, salterios y cítaras.
12:28 Y fueron reunidos los hijos de los cantores, así
de la región alrededor de Jerusalén como de las
aldeas de los netofatitas;
12:29 y de la casa de Gilgal, y de los campos de Geba y de Azmavet;
porque los cantores se habían edificado aldeas alrededor
de Jerusalén.
12:30 Y se purificaron los sacerdotes y los levitas; y purificaron
al pueblo, y las puertas, y el muro.
12:31 Hice luego subir a los príncipes de Judá sobre
el muro, y puse dos coros grandes que fueron en procesión;
el uno a la derecha, sobre el muro, hacia la puerta del Muladar.
12:32 E iba tras de ellos Osaías con la mitad de los príncipes
de Judá,
12:33 y Azarías, Esdras, Mesulam,
12:34 Judá y Benjamín, Semaías y Jeremías.
12:35 Y de los hijos de los sacerdotes iban con trompetas Zacarías
hijo de Jonatán, hijo de Semaías, hijo de Matanías,
hijo de Micaías, hijo de Zacur, hijo de Asaf;
12:36 y sus hermanos Semaías, Azarael, Milalai, Gilalai,
Maai, Natanael, Judá y Hanani, con los instrumentos musicales
de David varón de Dios; y el escriba Esdras delante de
ellos.
12:37 Y a la puerta de la Fuente, en frente de ellos, subieron
por las gradas de la ciudad de David, por la subida del muro,
desde la casa de David hasta la puerta de las Aguas, al oriente.
12:38 El segundo coro iba del lado opuesto, y yo en pos de él,
con la mitad del pueblo sobre el muro, desde la torre de los Hornos
hasta el muro ancho;
12:39 y desde la puerta de Efraín hasta la puerta Vieja
y a la puerta del Pescado, y la torre de Hananeel, y la torre
de Hamea, hasta la puerta de las Ovejas; y se detuvieron en la
puerta de la Cárcel.
12:40 Llegaron luego los dos coros a la casa de Dios; y yo, y
la mitad de los oficiales conmigo,
12:41 y los sacerdotes Eliacim, Maaseías, Miniamín,
Micaías, Elioenai, Zacarías y Hananías, con
trompetas;
12:42 y Maasías, Semaías, Eleazar, Uzi, Johanán,
Malquías, Elam y Ezer. Y los cantores cantaban en alta
voz, e Izrahías era el director.
12:43 Y sacrificaron aquel día numerosas víctimas,
y se regocijaron, porque Dios los había recreado con grande
contentamiento; se alegraron también las mujeres y los
niños; y el alborozo de Jerusalén fue oído
desde lejos.
Porciones para sacerdotes y levitas
12:44 En aquel día fueron puestos varones sobre las cámaras
de los tesoros, de las ofrendas, de las primicias y de los diezmos,
para recoger en ellas, de los ejidos de las ciudades, las porciones
legales para los sacerdotes y levitas; porque era grande el gozo
de Judá con respecto a los sacerdotes y levitas que servían.
12:45 Y habían cumplido el servicio de su Dios, y el servicio
de la expiación, como también los cantores
y los porteros,
conforme al estatuto de David y de Salomón su hijo.
12:46 Porque desde el tiempo de David y de Asaf, ya de antiguo,
había un director de cantores para los cánticos
y alabanzas y acción de gracias a Dios.
12:47 Y todo Israel en días de Zorobabel y en días
de Nehemías daba alimentos a los cantores y a los porteros,
cada cosa en su día; consagraban asimismo sus porciones
a los levitas, y los levitas consagraban parte a los hijos de
Aarón.
Capítulo 13
Reformas de Nehemías
13:1 Aquel día se leyó en el libro de Moisés,
oyéndolo el pueblo, y fue hallado escrito en él que
los amonitas y moabitas no debían entrar jamás en
la congregación de Dios,
13:2 por cuanto no salieron a recibir a los hijos de Israel con
pan y agua, sino que dieron dinero a Balaam para que los maldijera;
mas nuestro Dios volvió la maldición en bendición.
13:3 Cuando oyeron, pues, la ley, separaron de Israel a todos los
mezclados con extranjeros.
13:4 Y antes de esto el sacerdote Eliasib, siendo jefe de la cámara
de la casa de nuestro Dios, había emparentado con Tobías,
13:5 y le había hecho una gran cámara, en la cual
guardaban antes las ofrendas, el incienso, los utensilios, el diezmo
del grano, del vino y del aceite, que estaba mandado dar a los levitas,
a los cantores y a los porteros, y la ofrenda de los sacerdotes.
13:6 Mas a todo esto, yo no estaba en Jerusalén, porque en
el año treinta y dos de Artajerjes rey de Babilonia fui al
rey; y al cabo de algunos días pedí permiso al rey
13:7 para volver a Jerusalén; y entonces supe del mal que
había hecho Eliasib por consideración a Tobías,
haciendo para él una cámara en los atrios de la casa
de Dios.
13:8 Y me dolió en gran manera; y arrojé todos los
muebles de la casa de Tobías fuera de la cámara,
13:9 y dije que limpiasen las cámaras, e hice volver allí
los utensilios de la casa de Dios, las ofrendas y el incienso.
13:10 Encontré asimismo que las porciones para los levitas
no les habían sido dadas, y que los levitas y cantores que
hacían el servicio habían huido cada uno a su heredad.
13:11 Entonces reprendí a los oficiales, y dije: ¿Por
qué está la casa de Dios abandonada? Y los reuní
y los puse en sus puestos.
13:12 Y todo Judá trajo el diezmo del grano, del vino y del
aceite, a los almacenes.
13:13 Y puse por mayordomos de ellos al sacerdote Selemías
y al escriba Sadoc, y de los levitas a Pedaías; y al servicio
de ellos a Hanán hijo de Zacur, hijo de Matanías;
porque eran tenidos por fieles, y ellos tenían que repartir
a sus hermanos.
13:14 Acuérdate de mí, oh Dios, en orden a esto, y
no borres mis misericordias que hice en la casa de mi Dios, y en
su servicio.
13:15 En aquellos días vi en Judá a algunos que pisaban
en lagares en el día de reposo, y que acarreaban haces, y
cargaban asnos con vino, y también de uvas, de higos y toda
suerte de carga, y que traían a Jerusalén en día
de reposo;
y los amonesté acerca del día en que vendían
las provisiones.
13:16 También había en la ciudad tirios que traían
pescado y toda mercadería, y vendían en día
de reposo a los hijos de Judá en Jerusalén.
13:17 Y reprendí a los señores de Judá y les
dije: ¿Qué mala cosa es esta que vosotros hacéis,
profanando así el día de reposo?
13:18 ¿No hicieron así vuestros padres, y trajo nuestro
Dios todo este mal sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¿Y
vosotros añadís ira sobre Israel profanando el día
de reposo?
13:19 Sucedió, pues, que cuando iba oscureciendo a las puertas
de Jerusalén antes del día de reposo, dije que se
cerrasen las puertas, y ordené que no las abriesen hasta
después del día de reposo; y puse a las puertas algunos
de mis criados, para que en día de reposo no introdujeran
carga.
13:20 Y se quedaron fuera de Jerusalén una y dos veces los
negociantes y los que vendían toda especie de mercancía.
13:21 Y les amonesté y les dije: ¿Por qué os
quedáis vosotros delante del muro? Si lo hacéis otra
vez, os echaré mano. Desde entonces no vinieron en día
de reposo.
13:22 Y dije a los levitas que se purificasen y viniesen a guardar
las puertas, para santificar el día del reposo. También
por esto acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname
según la grandeza de tu misericordia.
13:23 Vi asimismo en aquellos días a judíos que habían
tomado mujeres de Asdod, amonitas, y moabitas;
13:24 y la mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod, porque
no sabían hablar judaico, sino que hablaban conforme a la
lengua de cada pueblo.
13:25 Y reñí con ellos, y los maldije, y herí
a algunos de ellos, y les arranqué los cabellos, y les hice
jurar, diciendo: No daréis vuestras hijas a sus hijos, y
no tomaréis de sus hijas para vuestros hijos, ni para vosotros
mismos.
13:26 ¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel?
Bien que en muchas naciones no hubo rey como él, que era
amado de su Dios,
y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel, aun a él
le hicieron pecar las mujeres extranjeras.
13:27 ¿Y obedeceremos a vosotros para cometer todo este mal
tan grande de prevaricar contra nuestro Dios, tomando mujeres extranjeras?
13:28 Y uno de los hijos de Joiada hijo del sumo sacerdote Eliasib
era yerno de Sanbalat
horonita; por tanto, lo ahuyenté de mí.
13:29 Acuérdate de ellos, Dios mío, contra los que
contaminan el sacerdocio, y el pacto del sacerdocio y de los levitas.
13:30 Los limpié, pues, de todo extranjero, y puse a los
sacerdotes y levitas por sus grupos, a cada uno en su servicio;
13:31 y para la ofrenda de la leña en los tiempos señalados,
y para las primicias. Acuérdate de mí, Dios mío,
para bien.
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