Joel
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Joel habla con ocasión de una invasión de langostas. La gente contempla
sus campos devastados y las cosechas perdidas. Joel ve más allá:
Yavé hace oír su voz, ¿quién podrá soportar su venida? Y también
Dios, al prometer la liberación de dicha plaga, anuncia el tiempo
feliz en que no habrá ya ni dolor ni temor. Se anuncia el día
en que Dios dará a todos sus hijos el Espíritu de los profetas.
Para la Iglesia, Joel es el profeta que anunció el día de Pentecostés
(ver Hechos 2;17).
Capítulo 1
Devastación de la tierra por la langosta
1:1 Palabra de Jehová que vino a Joel, hijo de Petuel.
1:2 Oíd esto, ancianos, y escuchad, todos los moradores
de la tierra. ¿Ha acontecido esto en vuestros días,
o en los días de vuestros padres?
1:3 De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos
a sus hijos, y sus hijos a la otra generación.
1:4 Lo que quedó de la oruga comió el saltón,
y lo que quedó del saltón comió el revoltón;
y la langosta comió lo que del revoltón había
quedado.
1:5 Despertad, borrachos, y llorad; gemid, todos los que bebéis
vino, a causa del mosto, porque os es quitado de vuestra boca.
1:6 Porque pueblo fuerte e innumerable subió a mi tierra;
sus dientes son dientes de león,
y sus muelas, muelas de león.
1:7 Asoló mi vid, y descortezó mi higuera; del todo
la desnudó y derribó; sus ramas quedaron blancas.
1:8 Llora tú como joven vestida de cilicio por el marido
de su juventud.
1:9 Desapareció de la casa de Jehová la ofrenda
y la libación; los sacerdotes ministros de Jehová
están de duelo.
1:10 El campo está asolado, se enlutó la tierra;
porque el trigo fue destruido, se secó el mosto, se perdió
el aceite.
1:11 Confundíos, labradores; gemid, viñeros, por
el trigo y la cebada, porque se perdió la mies del campo.
1:12 La vid está seca, y pereció la higuera; el
granado también, la palmera y el manzano; todos los árboles
del campo se secaron, por lo cual se extinguió el gozo
de los hijos de los hombres.
1:13 Ceñíos y lamentad, sacerdotes; gemid, ministros
del altar; venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios; porque
quitada es de la casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación.
1:14 Proclamad ayuno, convocad a asamblea; congregad a los ancianos
y a todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová
vuestro Dios, y clamad a Jehová.
1:15 ¡Ay del día! porque cercano está el día
de Jehová, y vendrá como destrucción por
el Todopoderoso.
1:16 ¿No fue arrebatado el alimento de delante de nuestros
ojos, la alegría y el placer de la casa de nuestro Dios?
1:17 El grano se pudrió debajo de los terrones, los graneros
fueron asolados, los alfolíes destruidos; porque se secó
el trigo.
1:18 ¡Cómo gimieron las bestias! ¡cuán
turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron
pastos! También fueron asolados los rebaños de las
ovejas.
1:19 A ti, oh Jehová, clamaré; porque fuego consumió
los pastos del desierto, y llama abrasó todos los árboles
del campo.
1:20 Las bestias del campo bramarán también a ti,
porque se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió
las praderas del desierto.
Capítulo 2
2:1 Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen
todos los moradores de la tierra, porque viene el día de
Jehová, porque está cercano.
2:2 Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y
de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así
vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no
lo hubo jamás, ni después de él lo habrá
en años de muchas generaciones.
2:3 Delante de él consumirá fuego, tras de él
abrasará llama; como el huerto del Edén será
la tierra delante de él, y detrás de él como
desierto asolado; ni tampoco habrá quien de él escape.
2:4 Su aspecto, como aspecto de caballos, y como gente de a caballo
correrán.
2:5 Como estruendo de carros saltarán sobre las cumbres de
los montes; como sonido de llama de fuego que consume hojarascas,
como pueblo fuerte dispuesto para la batalla.
2:6 Delante de él temerán los pueblos; se pondrán
pálidos todos los semblantes.
2:7 Como valientes correrán, como hombres de guerra subirán
el muro; cada cual marchará por su camino, y no torcerá
su rumbo.
2:8 Ninguno estrechará a su compañero, cada uno irá
por su carrera; y aun cayendo sobre la espada no se herirán.
2:9 Irán por la ciudad, correrán por el muro, subirán
por las casas, entrarán por las ventanas a manera de ladrones.
2:10 Delante de él temblará la tierra, se estremecerán
los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas
retraerán su resplandor.
2:11 Y Jehová dará su orden delante de su ejército;
porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su
orden; porque grande es el día de Jehová, y muy terrible;
¿quién podrá soportarlo?
La misericordia de Jehová
2:12 Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos
a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro
y lamento.
2:13 Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y
convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso
es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que
se duele del castigo.
2:14 ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá
y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda
y libación para Jehová vuestro Dios?
2:15 Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea.
2:16 Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a
los ancianos, congregad a los niños y a los que maman,
salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia.
2:17 Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros
de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo,
y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se
enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir
entre los pueblos: Dónde está su Dios?
2:18 Y Jehová, solícito por su tierra, perdonará
a su pueblo.
2:19 Responderá Jehová, y dirá a su pueblo:
He aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis
saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio
entre las naciones.
2:20 Y haré alejar de vosotros al del norte, y lo echaré
en tierra seca y desierta; su faz será hacia el mar oriental,
y su fin al mar occidental; y exhalará su hedor, y subirá
su pudrición, porque hizo grandes cosas.
2:21 Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque
Jehová hará grandes cosas.
2:22 Animales del campo, no temáis; porque los pastos del
desierto reverdecerán, porque los árboles llevarán
su fruto, la higuera y la vid darán sus frutos.
2:23 Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos
en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia
a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana
y tardía como al principio.
2:24 Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán
de vino y aceite.
2:25 Y os restituiré los años que comió la
oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi
gran ejército que envié contra vosotros.
2:26 Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre
de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros;
y nunca jamás será mi pueblo avergonzado.
2:27 Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que
yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo
nunca jamás será avergonzado.
Derramamiento del Espíritu de Dios
2:28 Y después de esto derramaré mi Espíritu
sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras
hijas; vuestros ancianos soñarán sueños,
y vuestros jóvenes verán visiones.
2:29 Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré
mi Espíritu en aquellos días.
2:30 Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre,
y fuego, y columnas de humo.
2:31 El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre,
antes que venga el día grande y espantoso de Jehová.
2:32 Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será
salvo;
porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá
salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente
al cual él habrá llamado.
Capítulo 3
Juicio de Jehová sobre las naciones
3:1 Porque he aquí que en aquellos días, y en aquel
tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y
de Jerusalén,
3:2 reuniré a todas las naciones, y las haré descender
al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con
ellas a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a quien ellas
esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra;
3:3 y echaron suertes sobre mi pueblo, y dieron los niños
por una ramera, y vendieron las niñas por vino para beber.
3:4 Y también, ¿qué tengo yo con vosotras,
Tiro y Sidón,
y todo el territorio de Filistea?
¿Queréis vengaros de mí? Y si de mí
os vengáis, bien pronto haré yo recaer la paga sobre
vuestra cabeza.
3:5 Porque habéis llevado mi plata y mi oro, y mis cosas
preciosas y hermosas metisteis en vuestros templos;
3:6 y vendisteis los hijos de Judá y los hijos de Jerusalén
a los hijos de los griegos, para alejarlos de su tierra.
3:7 He aquí yo los levantaré del lugar donde los vendisteis,
y volveré vuestra paga sobre vuestra cabeza;
3:8 y venderé vuestros hijos y vuestras hijas a los hijos
de Judá, y ellos los venderán a los sabeos, nación
lejana; porque Jehová ha hablado.
3:9 Proclamad esto entre las naciones, proclamad guerra, despertad
a los valientes, acérquense, vengan todos los hombres de
guerra.
3:10 Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces;
diga el débil: Fuerte soy.
3:11 Juntaos y venid, naciones todas de alrededor, y congregaos;
haz venir allí, oh Jehová, a tus fuertes.
3:12 Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat;
porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones
de alrededor.
3:13 Echad la hoz, porque la mies está ya madura.
Venid, descended, porque el lagar está lleno,
rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos.
3:14 Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano
está el día de Jehová en el valle de la decisión.
3:15 El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán
su resplandor.
Liberación de Judá
3:16 Y Jehová rugirá desde Sion, y dará
su voz desde Jerusalén,
y temblarán los cielos y la tierra; pero Jehová
será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos
de Israel.
3:17 Y conoceréis que yo soy Jehová vuestro Dios,
que habito en Sion, mi santo monte; y Jerusalén será
santa, y extraños no pasarán más por ella.
3:18 Sucederá en aquel tiempo, que los montes destilarán
mosto, y los collados fluirán leche, y por todos los arroyos
de Judá correrán aguas; y saldrá una fuente
de la casa de Jehová, y regará el valle de Sitim.
3:19 Egipto será destruido, y Edom será vuelto en
desierto asolado, por la injuria hecha a los hijos de Judá;
porque derramaron en su tierra sangre inocente.
3:20 Pero Judá será habitada para siempre, y Jerusalén
por generación y generación.
3:21 Y limpiaré la sangre de los que no había limpiado;
y Jehová morará en Sion.
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