Zacarías
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Al igual que Hageo, Zacarías participó en la «restauración» del pueblo
de Dios y del Templo, cuando recién regresaban de Babilonia los
judíos (520 antes de Cristo).
Zacarías considera la reconstrucción del Templo como un símbolo:
un tiempo nuevo ha empezado, y Yavé se prepara para el día de
su trascendental salvación.
Las visiones que ocupan los seis primeros capítulos enseñan a
los judíos reunidos en torno a su Templo que deben esperar, atentos,
el Día de Yavé.
Los capítulos 9-14 son obra de otro profeta que vivió dos siglos
después, muy posiblemente cuando el célebre conquistador Alejandro
llegó a los países de Oriente. El enseña a los judíos que no deben
asustarse: la victoria de Dios y la venida de su reino tendrá
lugar en medio de acontecimientos muy dolorosos.
Capítulo 1
Llamamiento a volver a Jehová
1:1 En el octavo mes del año segundo de Darío,
vino palabra de Jehová al profeta Zacarías
hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo:
1:2 Se enojó Jehová en gran manera contra vuestros
padres.
1:3 Diles, pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos:
Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos,
y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los
ejércitos.
1:4 No seáis como vuestros padres, a los cuales clamaron
los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová
de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos
y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon,
dice Jehová.
1:5 Vuestros padres, ¿dónde están? y los
profetas, ¿han de vivir para siempre?
1:6 Pero mis palabras y mis ordenanzas que mandé a mis
siervos los profetas, ¿no alcanzaron a vuestros padres?
Por eso volvieron ellos y dijeron: Como Jehová de los ejércitos
pensó tratarnos conforme a nuestros caminos, y conforme
a nuestras obras, así lo hizo con nosotros.
La visión de los caballos
1:7 A los veinticuatro días del mes undécimo, que
es el mes de Sebat, en el año segundo de Darío,
vino palabra de Jehová al profeta Zacarías hijo
de Berequías, hijo de Iddo, diciendo:
1:8 Vi de noche, y he aquí un varón que cabalgaba
sobre un caballo alazán,
el cual estaba entre los mirtos que había en la hondura;
y detrás de él había caballos alazanes, overos
y blancos.
1:9 Entonces dije: ¿Qué son éstos, señor
mío? Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Yo
te enseñaré lo que son éstos.
1:10 Y aquel varón que estaba entre los mirtos respondió
y dijo: Estos son los que Jehová ha enviado a recorrer
la tierra.
1:11 Y ellos hablaron a aquel ángel de Jehová que
estaba entre los mirtos, y dijeron: Hemos recorrido la tierra,
y he aquí toda la tierra está reposada y quieta.
1:12 Respondió el ángel de Jehová y dijo:
Oh Jehová de los ejércitos, ¿hasta cuándo
no tendrás piedad de Jerusalén, y de las ciudades
de Judá, con las cuales has estado airado por espacio de
setenta años?
1:13 Y Jehová respondió buenas palabras, palabras
consoladoras, al ángel que hablaba conmigo.
1:14 Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Clama diciendo:
Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Celé
con gran celo a Jerusalén y a Sion.
1:15 Y estoy muy airado contra las naciones que están reposadas;
porque cuando yo estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal.
1:16 Por tanto, así ha dicho Jehová: Yo me he vuelto
a Jerusalén con misericordia; en ella será edificada
mi casa, dice Jehová de los ejércitos, y la plomada
será tendida sobre Jerusalén.
1:17 Clama aún, diciendo: Así dice Jehová
de los ejércitos: Aún rebosarán mis ciudades
con la abundancia del bien, y aún consolará Jehová
a Sion, y escogerá todavía a Jerusalén.
Visión de los cuernos y los carpinteros
1:18 Después alcé mis ojos y miré, y he
aquí cuatro cuernos.
1:19 Y dije al ángel que hablaba conmigo: ¿Qué
son éstos? Y me respondió: Estos son los cuernos
que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén.
1:20 Me mostró luego Jehová cuatro carpinteros.
1:21 Y yo dije: ¿Qué vienen éstos a hacer?
Y me respondió, diciendo: Aquéllos son los cuernos
que dispersaron a Judá, tanto que ninguno alzó su
cabeza; mas éstos han venido para hacerlos temblar, para
derribar los cuernos de las naciones que alzaron el cuerno sobre
la tierra de Judá para dispersarla.
Capítulo 2
Llamamiento a los cautivos
2:1 Alcé después mis ojos y miré, y he aquí
un varón que tenía en su mano un cordel de medir.
2:2 Y le dije: ¿A dónde vas? Y él me respondió:
A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura,
y cuánta su longitud.
2:3 Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba
conmigo, y otro ángel le salió al encuentro,
2:4 y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin muros será
habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de
ganado en medio de ella.
2:5 Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego
en derredor, y para gloria estaré en medio de ella.
2:6 Eh, eh, huid de la tierra del norte, dice Jehová, pues
por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice Jehová.
2:7 Oh Sion, la que moras con la hija de Babilonia, escápate.
2:8 Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos:
Tras la gloria me enviará él a las naciones que os
despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo.
2:9 Porque he aquí yo alzo mi mano sobre ellos, y serán
despojo a sus siervos, y sabréis que Jehová de los
ejércitos me envió.
2:10 Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí
vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová.
2:11 Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel
día, y me serán por pueblo, y moraré en medio
de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos
me ha enviado a ti.
2:12 Y Jehová poseerá a Judá su heredad en
la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén.
2:13 Calle toda carne delante de Jehová; porque él
se ha levantado de su santa morada.
Capítulo 3
Visión del sumo sacerdote Josué
3:1 Me mostró al sumo sacerdote Josué,
el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás
estaba a su mano derecha para acusarle.
3:2 Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda,
oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén
te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado
del incendio?
3:3 Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba
delante del ángel.
3:4 Y habló el ángel, y mandó a los que estaban
delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles.
Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te
he hecho vestir de ropas de gala.
3:5 Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y
pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas.
Y el ángel de Jehová estaba en pie.
3:6 Y el ángel de Jehová amonestó a Josué,
diciendo:
3:7 Así dice Jehová de los ejércitos: Si anduvieres
por mis caminos, y si guardares mi ordenanza, también tú
gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios,
y entre éstos que aquí están te daré
lugar.
3:8 Escucha pues, ahora, Josué sumo sacerdote, tú
y tus amigos que se sientan delante de ti, porque son varones simbólicos.
He aquí, yo traigo a mi siervo el Renuevo.
3:9 Porque he aquí aquella piedra que puse delante de Josué;
sobre esta única piedra hay siete ojos; he aquí yo
grabaré su escultura, dice Jehová de los ejércitos,
y quitaré el pecado de la tierra en un día.
3:10 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos,
cada uno de vosotros convidará a su compañero, debajo
de su vid y debajo de su higuera.
Capítulo 4
El candelabro de oro y los olivos
4:1 Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó,
como un hombre que es despertado de su sueño.
4:2 Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado,
y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito
encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete
tubos para las lámparas que están encima de él;
4:3 Y junto a él dos olivos,
el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda.
4:4 Proseguí y hablé, diciendo a aquel ángel
que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío?
4:5 Y el ángel que hablaba conmigo respondió y me
dijo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: No, señor
mío.
4:6 Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es
palabra de Jehová a Zorobabel,
que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu,
ha dicho Jehová de los ejércitos.
4:7 ¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante
de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará
la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella.
4:8 Vino palabra de Jehová a mí, diciendo:
4:9 Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa,
y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová
de los ejércitos me envió a vosotros.
4:10 Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces
se alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel.
Estos siete son los ojos de Jehová,
que recorren toda la tierra.
4:11 Hablé más, y le dije: ¿Qué significan
estos dos olivos
a la derecha del candelabro y a su izquierda?
4:12 Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué
significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de
oro vierten de sí aceite como oro?
4:13 Y me respondió diciendo: ¿No sabes qué
es esto? Y dije: Señor mío, no.
4:14 Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están
delante del Señor de toda la tierra.
Capítulo 5
El rollo volante
5:1 De nuevo alcé mis ojos y miré, y he aquí
un rollo que volaba.
5:2 Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: Veo un
rollo que vuela, de veinte codos
de largo, y diez codos de ancho.
5:3 Entonces me dijo: Esta es la maldición que sale sobre
la faz de toda la tierra; porque todo aquel que hurta (como está
de un lado del rollo) será destruido; y todo aquel que jura
falsamente (como está del otro lado del rollo) será
destruido.
5:4 Yo la he hecho salir, dice Jehová de los ejércitos,
y vendrá a la casa del ladrón, y a la casa del que
jura falsamente en mi nombre; y permanecerá en medio de su
casa y la consumirá, con sus maderas y sus piedras.
La mujer en el efa
5:5 Y salió aquel ángel que hablaba conmigo, y
me dijo: Alza ahora tus ojos, y mira qué es esto que sale.
5:6 Y dije: ¿Qué es? Y él dijo: Este es un
efa que sale. Además dijo: Esta es la iniquidad de ellos
en toda la tierra.
5:7 Y he aquí, levantaron la tapa de plomo, y una mujer
estaba sentada en medio de aquel efa.
5:8 Y él dijo: Esta es la Maldad; y la echó dentro
del efa, y echó la masa de plomo en la boca del efa.
5:9 Alcé luego mis ojos, y miré, y he aquí
dos mujeres que salían, y traían viento en sus alas,
y tenían alas como de cigüeña, y alzaron el
efa entre la tierra y los cielos.
5:10 Dije al ángel que hablaba conmigo: ¿A dónde
llevan el efa?
5:11 Y él me respondió: Para que le sea edificada
casa en tierra de Sinar; y cuando esté preparada lo pondrán
sobre su base.
Capítulo 6
Los cuatro carros
6:1 De nuevo alcé mis ojos y miré, y he aquí
cuatro carros que salían de entre dos montes; y aquellos
montes eran de bronce.
6:2 En el primer carro había caballos alazanes,
en el segundo carro caballos negros,
6:3 en el tercer carro caballos blancos,
y en el cuarto carro caballos overos rucios rodados.
6:4 Respondí entonces y dije al ángel que hablaba
conmigo: Señor mío, ¿qué es esto?
6:5 Y el ángel me respondió y me dijo: Estos son los
cuatro vientos de los cielos,
que salen después de presentarse delante del Señor
de toda la tierra.
6:6 El carro con los caballos negros salía hacia la tierra
del norte, y los blancos salieron tras ellos, y los overos salieron
hacia la tierra del sur.
6:7 Y los alazanes salieron y se afanaron por ir a recorrer la tierra.
Y dijo: Id, recorred la tierra. Y recorrieron la tierra.
6:8 Luego me llamó, y me habló diciendo: Mira, los
que salieron hacia la tierra del norte hicieron reposar mi Espíritu
en la tierra del norte.
Coronación simbólica de Josué
6:9 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
6:10 Toma de los del cautiverio a Heldai, a Tobías y a
Jedaías, los cuales volvieron de Babilonia; e irás
tú en aquel día, y entrarás en casa de Josías
hijo de Sofonías.
6:11 Tomarás, pues, plata y oro, y harás coronas,
y las pondrás en la cabeza del sumo sacerdote Josué,
hijo de Josadac.
6:12 Y le hablarás, diciendo: Así ha hablado Jehová
de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón
cuyo nombre es el Renuevo,
el cual brotará de sus raíces, y edificará
el templo de Jehová.
6:13 El edificará el templo de Jehová, y él
llevará gloria, y se sentará y dominará en
su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz
habrá entre ambos.
6:14 Las coronas servirán a Helem, a Tobías, a Jedaías
y a Hen hijo de Sofonías, como memoria en el templo de
Jehová.
6:15 Y los que están lejos vendrán y ayudarán
a edificar el templo de Jehová, y conoceréis que
Jehová de los ejércitos me ha enviado a vosotros.
Y esto sucederá si oyereis obedientes la voz de Jehová
vuestro Dios.
Capítulo 7
El ayuno que Dios reprueba
7:1 Aconteció que en el año cuarto del rey Darío
vino palabra de Jehová a Zacarías, a los cuatro días
del mes noveno, que es Quisleu,
7:2 cuando el pueblo de Bet-el había enviado a Sarezer, con
Regem-melec y sus hombres, a implorar el favor de Jehová,
7:3 y a hablar a los sacerdotes que estaban en la casa de Jehová
de los ejércitos, y a los profetas, diciendo: ¿Lloraremos
en el mes quinto? ¿Haremos abstinencia como hemos hecho ya
algunos años?
7:4 Vino, pues, a mí palabra de Jehová de los ejércitos,
diciendo:
7:5 Habla a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes,
diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo
mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para
mí?
7:6 Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis
y bebéis para vosotros mismos?
7:7 ¿No son estas las palabras que proclamó Jehová
por medio de los profetas primeros, cuando Jerusalén estaba
habitada y tranquila, y sus ciudades en sus alrededores y el Neguev
y la Sefela estaban también habitados?
La desobediencia, causa del cautiverio
7:8 Y vino palabra de Jehová a Zacarías, diciendo:
7:9 Así habló Jehová de los ejércitos,
diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y
piedad cada cual con su hermano;
7:10 no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero
ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra
su hermano.
7:11 Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y
taparon sus oídos para no oír;
7:12 y pusieron su corazón como diamante, para no oír
la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos
enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros;
vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.
7:13 Y aconteció que así como él clamó,
y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché,
dice Jehová de los ejércitos;
7:14 sino que los esparcí con torbellino por todas las
naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada
tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues convirtieron
en desierto la tierra deseable.
Capítulo 8
Promesa de la restauración de Jerusalén
8:1 Vino a mí palabra de Jehová de los ejércitos,
diciendo:
8:2 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Celé
a Sion con gran celo, y con gran ira la celé.
8:3 Así dice Jehová: Yo he restaurado a Sion, y moraré
en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará
Ciudad de la Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos,
Monte de Santidad.
8:4 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún
han de morar ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén,
cada cual con bordón en su mano por la multitud de los días.
8:5 Y las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos
y muchachas que jugarán en ellas.
8:6 Así dice Jehová de los ejércitos: Si esto
parecerá maravilloso a los ojos del remanente de este pueblo
en aquellos días, ¿también será maravilloso
delante de mis ojos? dice Jehová de los ejércitos.
8:7 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He
aquí, yo salvo a mi pueblo de la tierra del oriente, y de
la tierra donde se pone el sol;
8:8 y los traeré, y habitarán en medio de Jerusalén;
y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios
en verdad y en justicia.
8:9 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Esfuércense
vuestras manos, los que oís en estos días estas palabras
de la boca de los profetas, desde el día que se echó
el cimiento a la casa de Jehová de los ejércitos,
para edificar el templo.
8:10 Porque antes de estos días no ha habido paga de hombre
ni paga de bestia, ni hubo paz para el que salía ni para
el que entraba, a causa del enemigo; y yo dejé a todos los
hombres cada cual contra su compañero.
8:11 Mas ahora no lo haré con el remanente de este pueblo
como en aquellos días pasados, dice Jehová de los
ejércitos.
8:12 Porque habrá simiente de paz; la vid dará su
fruto, y dará su producto la tierra, y los cielos darán
su rocío; y haré que el remanente de este pueblo posea
todo esto.
8:13 Y sucederá que como fuisteis maldición entre
las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así
os salvaré y seréis bendición. No temáis,
mas esfuércense vuestras manos.
8:14 Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos:
Como pensé haceros mal cuando vuestros padres me provocaron
a ira, dice Jehová de los ejércitos, y no me arrepentí,
8:15 así al contrario he pensado hacer bien a Jerusalén
y a la casa de Judá en estos días; no temáis.
8:16 Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad
cada cual con su prójimo;
juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras
puertas.
8:17 Y ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra
su prójimo, ni améis el juramento falso; porque todas
estas son cosas que aborrezco, dice Jehová.
8:18 Vino a mí palabra de Jehová de los ejércitos,
diciendo:
8:19 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:
El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo,
y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa
de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades.
Amad, pues, la verdad y la paz.
8:20 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:
Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas ciudades;
8:21 y vendrán los habitantes de una ciudad a otra, y dirán:
Vamos a implorar el favor de Jehová, y a buscar a Jehová
de los ejércitos. Yo también iré.
8:22 Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar
a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a
implorar el favor de Jehová.
8:23 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:
En aquellos días acontecerá que diez hombres de las
naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío,
diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios
está con vosotros.
Capítulo 9
Castigo de las naciones vecinas
9:1 La profecía de la palabra de Jehová está
contra la tierra de Hadrac y sobre Damasco;
porque a Jehová deben mirar los ojos de los hombres, y de
todas las tribus de Israel.
9:2 También Hamat será comprendida en el territorio
de éste; Tiro y Sidón,
aunque sean muy sabias.
9:3 Bien que Tiro se edificó fortaleza, y amontonó
plata como polvo, y oro como lodo de las calles,
9:4 he aquí, el Señor la empobrecerá, y herirá
en el mar su poderío, y ella será consumida de fuego.
9:5 Verá Ascalón, y temerá; Gaza también,
y se dolerá en gran manera; asimismo Ecrón, porque
su esperanza será confundida; y perecerá el rey de
Gaza, y Ascalón no será habitada.
9:6 Habitará en Asdod un extranjero, y pondré fin
a la soberbia de los filisteos.
9:7 Quitaré la sangre de su boca, y sus abominaciones de
entre sus dientes, y quedará también un remanente
para nuestro Dios, y serán como capitanes en Judá,
y Ecrón será como el jebuseo.
9:8 Entonces acamparé alrededor de mi casa como un guarda,
para que ninguno vaya ni venga, y no pasará más sobre
ellos el opresor; porque ahora miraré con mis ojos.
El futuro rey de Sion
9:9 Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo,
hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá
a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre
un pollino hijo de asna.
9:10 Y de Efraín destruiré los carros, y los caballos
de Jerusalén, y los arcos de guerra serán quebrados;
y hablará paz a las naciones, y su señorío
será de mar a mar, y desde el río hasta los fines
de la tierra.
9:11 Y tú también por la sangre de tu pacto serás
salva; yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua.
9:12 Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy
también os anuncio que os restauraré el doble.
9:13 Porque he entesado para mí a Judá como arco,
e hice a Efraín su flecha, y despertaré a tus hijos,
oh Sion, contra tus hijos, oh Grecia, y te pondré como
espada de valiente.
9:14 Y Jehová será visto sobre ellos, y su dardo
saldrá como relámpago; y Jehová el Señor
tocará trompeta, e irá entre torbellinos del austro.
9:15 Jehová de los ejércitos los amparará,
y ellos devorarán, y hollarán las piedras de la
honda, y beberán, y harán estrépito como
tomados de vino; y se llenarán como tazón, o como
cuernos del altar.
9:16 Y los salvará en aquel día Jehová su
Dios como rebaño de su pueblo; porque como piedras de diadema
serán enaltecidos en su tierra.
9:17 Porque ¡cuánta es su bondad, y cuánta
su hermosura! El trigo alegrará a los jóvenes, y
el vino a las doncellas.
Capítulo 10
Jehová redimirá a su pueblo
10:1 Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía.
Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia
abundante, y hierba verde en el campo a cada uno.
10:2 Porque los terafines han dado vanos oráculos, y los
adivinos han visto mentira, han hablado sueños vanos, y vano
es su consuelo; por lo cual el pueblo vaga como ovejas, y sufre
porque no tiene pastor.
10:3 Contra los pastores se ha encendido mi enojo, y castigaré
a los jefes; pero Jehová de los ejércitos visitará
su rebaño, la casa de Judá, y los pondrá como
su caballo de honor en la guerra.
10:4 De él saldrá la piedra angular, de él
la clavija, de él el arco de guerra, de él también
todo apremiador.
10:5 Y serán como valientes que en la batalla huellan al
enemigo en el lodo de las calles; y pelearán, porque Jehová
estará con ellos; y los que cabalgan en caballos serán
avergonzados.
10:6 Porque yo fortaleceré la casa de Judá, y guardaré
la casa de José, y los haré volver; porque de ellos
tendré piedad, y serán como si no los hubiera desechado;
porque yo soy Jehová su Dios, y los oiré.
10:7 Y será Efraín como valiente, y se alegrará
su corazón como a causa del vino; sus hijos también
verán, y se alegrarán; su corazón se gozará
en Jehová.
10:8 Yo los llamaré con un silbido, y los reuniré,
porque los he redimido; y serán multiplicados tanto como
fueron antes.
10:9 Bien que los esparciré entre los pueblos, aun en lejanos
países se acordarán de mí; y vivirán
con sus hijos, y volverán.
10:10 Porque yo los traeré de la tierra de Egipto, y los
recogeré de Asiria; y los traeré a la tierra de Galaad
y del Líbano, y no les bastará.
10:11 Y la tribulación pasará por el mar, y herirá
en el mar las ondas, y se secarán todas las profundidades
del río; y la soberbia de Asiria será derribada, y
se perderá el cetro de Egipto.
10:12 Y yo los fortaleceré en Jehová, y caminarán
en su nombre, dice Jehová.
Capítulo 11
11:1 Oh Líbano, abre tus puertas, y consuma el fuego tus
cedros.
11:2 Aúlla, oh ciprés, porque el cedro cayó,
porque los árboles magníficos son derribados. Aullad,
encinas de Basán, porque el bosque espeso es derribado.
11:3 Voz de aullido de pastores, porque su magnificencia es asolada;
estruendo de rugidos de cachorros de leones, porque la gloria del
Jordán es destruida.
Los pastores inútiles
11:4 Así ha dicho Jehová mi Dios: Apacienta las
ovejas de la matanza,
11:5 a las cuales matan sus compradores, y no se tienen por culpables;
y el que las vende, dice: Bendito sea Jehová, porque he
enriquecido; ni sus pastores tienen piedad de ellas.
11:6 Por tanto, no tendré ya más piedad de los moradores
de la tierra, dice Jehová; porque he aquí, yo entregaré
los hombres cada cual en mano de su compañero y en mano
de su rey; y asolarán la tierra, y yo no los libraré
de sus manos.
11:7 Apacenté, pues, las ovejas de la matanza, esto es,
a los pobres del rebaño. Y tomé para mí dos
cayados: al uno puse por nombre Gracia, y al otro Ataduras; y
apacenté las ovejas.
11:8 Y destruí a tres pastores en un mes; pues mi alma
se impacientó contra ellos, y también el alma de
ellos me aborreció a mí.
11:9 Y dije: No os apacentaré; la que muriere, que muera;
y la que se perdiere, que se pierda; y las que quedaren, que cada
una coma la carne de su compañera.
11:10 Tomé luego mi cayado Gracia, y lo quebré,
para romper mi pacto que concerté con todos los pueblos.
11:11 Y fue deshecho en ese día, y así conocieron
los pobres del rebaño que miraban a mí, que era
palabra de Jehová.
11:12 Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no,
dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata.
11:13 Y me dijo Jehová: Echalo al tesoro; ¡hermoso
precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas
de plata, y las eché en la casa de Jehová al tesoro.
11:14 Quebré luego el otro cayado, Ataduras, para romper
la hermandad entre Judá e Israel.
11:15 Y me dijo Jehová: Toma aún los aperos de un
pastor insensato;
11:16 porque he aquí, yo levanto en la tierra a un pastor
que no visitará las perdidas, ni buscará la pequeña,
ni curará la perniquebrada, ni llevará la cansada
a cuestas, sino que comerá la carne de la gorda, y romperá
sus pezuñas.
11:17 ¡Ay del pastor inútil que abandona el ganado!
Hiera la espada su brazo, y su ojo derecho; del todo se secará
su brazo, y su ojo derecho será enteramente oscurecido.
Capítulo 12
Liberación futura de Jerusalén
12:1 Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel.
Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma
el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho:
12:2 He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará
temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en
el sitio contra Jerusalén.
12:3 Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por
piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren
serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra
se juntarán contra ella.
12:4 En aquel día, dice Jehová, heriré con
pánico a todo caballo, y con locura al jinete; mas sobre
la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo
de los pueblos heriré con ceguera.
12:5 Y los capitanes de Judá dirán en su corazón:
Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en Jehová
de los ejércitos, su Dios.
12:6 En aquel día pondré a los capitanes de Judá
como brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo
entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra a todos
los pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada
en su lugar, en Jerusalén.
12:7 Y librará Jehová las tiendas de Judá primero,
para que la gloria de la casa de David y del habitante de Jerusalén
no se engrandezca sobre Judá.
12:8 En aquel día Jehová defenderá al morador
de Jerusalén; el que entre ellos fuere débil, en aquel
tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como
el ángel de Jehová delante de ellos.
12:9 Y en aquel día yo procuraré destruir a todas
las naciones que vinieren contra Jerusalén.
12:10 Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores
de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración;
y mirarán a mí, a quien traspasaron,
y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose
por él como quien se aflige por el primogénito.
12:11 En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén,
como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido.
12:12 Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes
de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí;
los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus
mujeres por sí;
12:13 los descendientes de la casa de Leví por sí,
y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí,
y sus mujeres por sí;
12:14 todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres
por sí.
Capítulo 13
13:1 En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa
de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación
del pecado y de la inmundicia.
13:2 Y en aquel día, dice Jehová de los ejércitos,
quitaré de la tierra los nombres de las imágenes,
y nunca más serán recordados; y también haré
cortar de la tierra a los profetas y al espíritu de inmundicia.
13:3 Y acontecerá que cuando alguno profetizare aún,
le dirán su padre y su madre que lo engendraron: No vivirás,
porque has hablado mentira en el nombre de Jehová; y su padre
y su madre que lo engendraron le traspasarán cuando profetizare.
13:4 Y sucederá en aquel tiempo, que todos los profetas se
avergonzarán de su visión cuando profetizaren; ni
nunca más vestirán el manto velloso para mentir.
13:5 Y dirá: No soy profeta; labrador soy de la tierra, pues
he estado en el campo desde mi juventud.
13:6 Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas
en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido
en casa de mis amigos.
El pastor de Jehová es herido
13:7 Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra
el hombre compañero mío, dice Jehová de los
ejércitos. Hiere al pastor, y serán dispersadas
las ovejas;
y haré volver mi mano contra los pequeñitos.
13:8 Y acontecerá en toda la tierra, dice Jehová,
que las dos terceras partes serán cortadas en ella, y se
perderán; mas la tercera quedará en ella.
13:9 Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré
como se funde la plata, y los probaré como se prueba el
oro. El invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré:
Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi
Dios.
Capítulo 14
Jerusalén y las naciones
14:1 He aquí, el día de Jehová viene, y en
medio de ti serán repartidos tus despojos.
14:2 Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir
contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán
saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad
irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será
cortado de la ciudad.
14:3 Después saldrá Jehová y peleará
con aquellas naciones, como peleó en el día de la
batalla.
14:4 Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el
monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén
al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio,
hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande;
y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra
mitad hacia el sur.
14:5 Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de
los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera
que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías
rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con
él todos los santos.
14:6 Y acontecerá que en ese día no habrá luz
clara, ni oscura.
14:7 Será un día, el cual es conocido de Jehová,
que no será ni día ni noche; pero sucederá
que al caer la tarde habrá luz.
14:8 Acontecerá también en aquel día, que saldrán
de Jerusalén aguas vivas,
la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el
mar occidental, en verano y en invierno.
14:9 Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel
día Jehová será uno, y uno su nombre.
14:10 Toda la tierra se volverá como llanura desde Geba hasta
Rimón al sur de Jerusalén; y ésta será
enaltecida, y habitada en su lugar desde la puerta de Benjamín
hasta el lugar de la puerta primera, hasta la puerta del Angulo,
y desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey.
14:11 Y morarán en ella, y no habrá nunca más
maldición,
sino que Jerusalén será habitada confiadamente.
14:12 Y esta será la plaga con que herirá Jehová
a todos los pueblos que pelearon contra Jerusalén: la carne
de ellos se corromperá estando ellos sobre sus pies, y se
consumirán en las cuencas sus ojos, y la lengua se les deshará
en su boca.
14:13 Y acontecerá en aquel día que habrá entre
ellos gran pánico enviado por Jehová; y trabará
cada uno de la mano de su compañero, y levantará su
mano contra la mano de su compañero.
14:14 Y Judá también peleará en Jerusalén.
Y serán reunidas las riquezas de todas las naciones de alrededor:
oro y plata, y ropas de vestir, en gran abundancia.
14:15 Así también será la plaga de los caballos,
de los mulos, de los camellos, de los asnos, y de todas las bestias
que estuvieren en aquellos campamentos.
14:16 Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron
contra Jerusalén, subirán de año en año
para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a
celebrar la fiesta de los tabernáculos.
14:17 Y acontecerá que los de las familias de la tierra que
no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Jehová
de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia.
14:18 Y si la familia de Egipto no subiere y no viniere, sobre ellos
no habrá lluvia; vendrá la plaga con que Jehová
herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta
de los tabernáculos.
14:19 Esta será la pena del pecado de Egipto, y del pecado
de todas las naciones que no subieren para celebrar la fiesta de
los tabernáculos.
14:20 En aquel día estará grabado sobre las campanillas
de los caballos: SANTIDAD A JEHOVÁ; y las ollas de la casa
de Jehová serán como los tazones del altar.
14:21 Y toda olla en Jerusalén y Judá será
consagrada a Jehová de los ejércitos; y todos los
que sacrificaren vendrán y tomarán de ellas, y cocerán
en ellas; y no habrá en aquel día más mercader
en la casa de Jehová de los ejércitos.
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