Primera Epístola del Apóstol San Pablo
a los Corintios
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Algunos hablan de los primeros cristianos como si hubieran sido modelos
de todas las virtudes. La primera carta a los Corintios nos mostrará
que esos creyentes de los primeros tiempos tenían igual que nosotros
sus debilidades y que la fe no había suprimido el peso de las
realidades humanas.
Corinto, entre las ciudades del Mediterráneo, tenía su propia
fisionomía. Ciudad situada en una franja de tierra que separa
dos golfos, se había aprovechado de su situación privilegiada.
Los dos puntos del este y del oeste se habían unido por una especie
de camino enlosado por el cual se tiraba de los navíos por medio
de enormes carros arrastrados por bueyes. Así los marinos se ahorraban
de dar la vuelta a Grecia por el sur. Pero había que pagar, lo
que le significaba a la ciudad una importante entrada; además
que el transporte exigía una abundante mano de obra, lo que para
la época significaba muchos esclavos.
La ciudad poseía desde muy antiguo un santuario consagrado a Afrodita,
la "diosa del amor", según los griegos, en cuyo derredor se desarrollaba
-y para eso había plata- una prostitución que de sagrada no tenía
más que el nombre. En tiempos de Pablo, las prostitutas se contaban
por millares.
Por último, muy cerca de Corinto, se celebraban cada dos años
competencias deportivas, parecidas a los juegos olímpicos actuales.
Estas atraían grandes multitudes.
Se advertirán en estas dos cartas de Pablo alusiones muy claras
a estos diferentes aspectos de Corinto: el dinero, la esclavitud,
la prostitución y los juegos del estadio.
En Corinto, judíos y paganos convertidos por Pablo formaban una
Iglesia dinámica aunque poco ordenada. Después del entusiasmo
de los primeros años, muchos de entre ellos se habían dejado llevar
por sus vicios y por sus costumbres paganas, y los responsables
de la comunidad se sentían impotentes para hacer frente a esas
dificultades como también a divisiones internas o dudas respecto
a la fe. Hicieron pues un llamado a Pablo. Retenido en Efeso por
su trabajo apostólico, les envió en respuesta esta carta.
Llama la atención tanto la autoridad con que el apóstol se dirige
a la Iglesia en nombre de Cristo, como su manera de enseñar, pues
antes de responder directamente a una cuestión, comienza siempre
por reafirmar las bases de la fe. Las dudas de los Corintios,
sumidos en un mundo pagano, se referían a temas que son aún de
actualidad o que se discuten entre nosotros:
- el celibato y el matrimonio;
- los problemas de coexistencia con los no creyentes;
- el orden de las reuniones de la Iglesia, tanto para la celebración
de la santa sena como para el ejercicio de los "dones espirituales";
-la resurrección de los muertos.
Capítulo 1
Salutación
1:1 Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la
voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes,
1:2 a la iglesia de Dios que está en Corinto,
a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos
con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro
Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:
1:3 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor
Jesucristo.
Acción de gracias por dones espirituales
1:4 Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia
de Dios que os fue dada en Cristo Jesús;
1:5 porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él,
en toda palabra y en toda ciencia;
1:6 así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado
en vosotros,
1:7 de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando
la manifestación de nuesto Señor Jesucristo;
1:8 el cual también os confirmará hasta el fin,
para que seáis irreprensibles en el día de nuestro
Señor Jesucristo.
1:9 Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión
con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.
¿Está dividido Cristo?
1:10 Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor
Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no
haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente
unidos en una misma mente y en un mismo parecer.
1:11 Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos,
por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas.
1:12 Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo;
y yo de Apolos;
y yo de Cefas; y yo de Cristo.
1:13 ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado
Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre
de Pablo?
1:14 Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado,
sino a Crispo
y a Gayo,
1:15 para que ninguno diga que fuisteis bautizados en mi nombre.
1:16 También bauticé a la familia de Estéfanas;
de los demás, no sé si he bautizado a algún
otro.
1:17 Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar
el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no
se haga vana la cruz de Cristo.
Cristo, poder y sabiduría de Dios
1:18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden;
pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.
1:19 Pues está escrito:
Destruiré la sabiduría de los sabios,
Y desecharé el entendimiento de los entendidos.
1:20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde
está el escriba? ¿Dónde está el disputador
de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría
del mundo?
1:21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció
a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar
a los creyentes por la locura de la predicación.
1:22 Porque los judíos piden señales, y los griegos
buscan sabiduría;
1:23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos
ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;
1:24 mas para los llamados, así judíos como griegos,
Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.
1:25 Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres,
y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
1:26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois
muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos
nobles;
1:27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar
a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios,
para avergonzar a lo fuerte;
1:28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios,
y lo que no es, para deshacer lo que es,
1:29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.
1:30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús,
el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención;
1:31 para que, como está escrito: El que se gloría,
gloríese en el Señor.
Capítulo 2
Proclamando a Cristo crucificado
2:1 Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros
el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría.
2:2 Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo,
y a éste crucificado.
2:3 Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor;
2:4 y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas
de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu
y de poder,
2:5 para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría
de los hombres, sino en el poder de Dios.
La revelación por el Espíritu de Dios
2:6 Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han
alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de
los príncipes de este siglo, que perecen.
2:7 Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría
oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para
nuestra gloria,
2:8 la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció;
porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado
al Señor de gloria.
2:9 Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
2:10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;
porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo
de Dios.
2:11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas
del hombre, sino el espíritu del hombre que está
en él? Así tampoco nadie conoció las cosas
de Dios, sino el Espíritu de Dios.
2:12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo,
sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos
lo que Dios nos ha concedido,
2:13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas
por sabiduría humana, sino con las que enseña el
Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.
2:14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu
de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender,
porque se han de discernir espiritualmente.
2:15 En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él
no es juzgado de nadie.
2:16 Porque ¿quién conoció la mente del Señor?
¿Quién le instruirá?
Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
Capítulo 3
Colaboradores de Dios
3:1 De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales,
sino como a carnales, como a niños en Cristo.
3:2 Os di a beber leche, y no vianda;
porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía,
3:3 porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros
celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis
como hombres?
3:4 Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro:
Yo soy de Apolos,
¿no sois carnales?
3:5 ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos?
Servidores por medio de los cuales habéis creído;
y eso según lo que a cada uno concedió el Señor.
3:6 Yo planté,
Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.
3:7 Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino
Dios, que da el crecimiento.
3:8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada
uno recibirá su recompensa conforme a su labor.
3:9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois
labranza de Dios, edificio de Dios.
3:10 Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito
arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada
uno mire cómo sobreedifica.
3:11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está
puesto, el cual es Jesucristo.
3:12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras
preciosas, madera, heno, hojarasca,
3:13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día
la declarará, pues por el fuego será revelada; y la
obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.
3:14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó,
recibirá recompensa.
3:15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida,
si bien él mismo será salvo, aunque así como
por fuego.
3:16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el
Espíritu de Dios mora en vosotros?
3:17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá
a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo
es.
3:18 Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros
se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue
a ser sabio.
3:19 Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para
con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la
astucia de ellos.
3:20 Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los
sabios, que son vanos.
3:21 Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque
todo es vuestro:
3:22 sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida,
sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro,
3:23 y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
Capítulo 4
El ministerio de los apóstoles
4:1 Así, pues, téngannos los hombres por servidores
de Cristo, y administradores de los misterios de Dios.
4:2 Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno
sea hallado fiel.
4:3 Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal
humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo.
4:4 Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy
justificado; pero el que me juzga es el Señor.
4:5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta
que venga el Señor, el cual aclarará también
lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones
de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza
de Dios.
4:6 Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí
y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis
a no pensar más de lo que está escrito, no sea que
por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros.
4:7 Porque ¿quién te distingue? ¿o qué
tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué
te glorías como si no lo hubieras recibido?
4:8 Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros
reináis. ¡Y ojalá reinaseis, para que nosotros
reinásemos también juntamente con vosotros!
4:9 Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros
los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte;
pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles
y a los hombres.
4:10 Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros
prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes;
vosotros honorables, mas nosotros despreciados.
4:11 Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos,
somos abofeteados, y no tenemos morada fija.
4:12 Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos;
nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.
4:13 Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como
la escoria del mundo, el desecho de todos.
4:14 No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como
a hijos míos amados.
4:15 Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis
muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré
por medio del evangelio.
4:16 Por tanto, os ruego que me imitéis.
4:17 Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado
y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder
en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas
las iglesias.
4:18 Mas algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiese
de ir a vosotros.
4:19 Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere,
y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan
envanecidos.
4:20 Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.
4:21 ¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros
con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?
Capítulo 5
Un caso de inmoralidad juzgado
5:1 De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación,
y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles;
tanto que alguno tiene la mujer de su padre.
5:2 Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más
bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros
el que cometió tal acción?
5:3 Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu,
ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho.
5:4 En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros
y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo,
5:5 el tal sea entregado a Satanás para destrucción
de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día
del Señor Jesús.
5:6 No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que
un poco de levadura leuda toda la masa?
5:7 Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis
nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua,
que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.
5:8 Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura,
ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura,
de sinceridad y de verdad.
5:9 Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios;
5:10 no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los
avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en
tal caso os sería necesario salir del mundo.
5:11 Más bien os escribí que no os juntéis
con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o
avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón;
con el tal ni aun comáis.
5:12 Porque ¿qué razón tendría yo para
juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros
a los que están dentro?
5:13 Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad,
pues, a ese perverso de entre vosotros.
Capítulo 6
Litigios delante de los incrédulos
6:1 ¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro,
ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos?
6:2 ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?
Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos
de juzgar cosas muy pequeñas?
6:3 ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?
¿Cuánto más las cosas de esta vida?
6:4 Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis
para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia?
6:5 Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre
vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos,
6:6 sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto
ante los incrédulos?
6:7 Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis
pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís
más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís
más bien el ser defraudados?
6:8 Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis,
y esto a los hermanos.
6:9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán
el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras,
ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan
con varones,
6:10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes,
ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.
6:11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya
habéis sido santificados, ya habéis sido justificados
en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu
de nuestro Dios.
Glorificad a Dios en vuestro cuerpo
6:12 Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen;
todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré
dominar de ninguna.
6:13 Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas;
pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero
el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor,
y el Señor para el cuerpo.
6:14 Y Dios, que levantó al Señor, también
a nosotros nos levantará con su poder.
6:15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros
de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo
y los haré miembros de una ramera? De ningún modo.
6:16 ¿O no sabéis que el que se une con una ramera,
es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola
carne.
6:17 Pero el que se une al Señor, un espíritu es
con él.
6:18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que
el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica,
contra su propio cuerpo peca.
6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del
Espíritu Santo, el cual está en vosotros,
el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
6:20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad,
pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los
cuales son de Dios.
Capítulo 7
Problemas del matrimonio
7:1 En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería
al hombre no tocar mujer;
7:2 pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia
mujer, y cada una tenga su propio marido.
7:3 El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo
la mujer con el marido.
7:4 La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido;
ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino
la mujer.
7:5 No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún
tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la
oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente
Satanás a causa de vuestra incontinencia.
7:6 Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento.
7:7 Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo;
pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un
modo, y otro de otro.
7:8 Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera
quedarse como yo;
7:9 pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor
es casarse que estarse quemando.
7:10 Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no
yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido;
7:11 y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese
con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.
7:12 Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún
hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir
con él, no la abandone.
7:13 Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él
consiente en vivir con ella, no lo abandone.
7:14 Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer,
y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros
hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos.
7:15 Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues
no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante
caso, sino que a paz nos llamó Dios.
7:16 Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá
harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú,
oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?
7:17 Pero cada uno como el Señor le repartió, y como
Dios llamó a cada uno, así haga; esto ordeno en todas
las iglesias.
7:18 ¿Fue llamado alguno siendo circunciso? Quédese
circunciso. ¿Fue llamado alguno siendo incircunciso? No se
circuncide.
7:19 La circuncisión nada es, y la incircuncisión
nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios.
7:20 Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede.
7:21 ¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te dé cuidado;
pero también, si puedes hacerte libre, procúralo más.
7:22 Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo,
liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo
libre, esclavo es de Cristo.
7:23 Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos
de los hombres.
7:24 Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así
permanezca para con Dios.
7:25 En cuanto a las vírgenes no tengo mandamiento del Señor;
mas doy mi parecer, como quien ha alcanzado misericordia del Señor
para ser fiel.
7:26 Tengo, pues, esto por bueno a causa de la necesidad que apremia;
que hará bien el hombre en quedarse como está.
7:27 ¿Estás ligado a mujer? No procures soltarte.
¿Estás libre de mujer? No procures casarte.
7:28 Mas también si te casas, no pecas; y si la doncella
se casa, no peca; pero los tales tendrán aflicción
de la carne, y yo os la quisiera evitar.
7:29 Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues,
que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen;
7:30 y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran,
como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen;
7:31 y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen;
porque la apariencia de este mundo se pasa.
7:32 Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene
cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al
Señor;
7:33 pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo
agradar a su mujer.
7:34 Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella. La doncella
tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así
en cuerpo como en espíritu; pero la casada tiene cuidado
de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido.
7:35 Esto lo digo para vuestro provecho; no para tenderos lazo,
sino para lo honesto y decente, y para que sin impedimento os acerquéis
al Señor.
7:36 Pero si alguno piensa que es impropio para su hija virgen que
pase ya de edad, y es necesario que así sea, haga lo que
quiera, no peca; que se case.
7:37 Pero el que está firme en su corazón, sin tener
necesidad, sino que es dueño de su propia voluntad, y ha
resuelto en su corazón guardar a su hija virgen, bien hace.
7:38 De manera que el que la da en casamiento hace bien, y el que
no la da en casamiento hace mejor.
7:39 La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido
vive; pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien
quiera, con tal que sea en el Señor.
7:40 Pero a mi juicio, más dichosa será si se quedare
así; y pienso que también yo tengo el Espíritu
de Dios.
Capítulo 8
Lo sacrificado a los ídolos
8:1 En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que
todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor
edifica.
8:2 Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada
como debe saberlo.
8:3 Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.
8:4 Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos,
sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más
que un Dios.
8:5 Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo,
o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores),
8:6 para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre,
del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él;
y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las
cosas, y nosotros por medio de él.
8:7 Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados
hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a
ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina.
8:8 Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios;
pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos,
seremos menos.
8:9 Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero
para los débiles.
8:10 Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado
a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que
es débil, ¿no será estimulada a comer de lo
sacrificado a los ídolos?
8:11 Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil
por quien Cristo murió.
8:12 De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo
su débil conciencia, contra Cristo pecáis.
8:13 Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión
de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo
a mi hermano.
Capítulo 9
Los derechos de un apóstol
9:1 ¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No
he visto a Jesús el Señor nuestro? ¿No sois
vosotros mi obra en el Señor?
9:2 Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente
lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor.
9:3 Contra los que me acusan, esta es mi defensa:
9:4 ¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber?
9:5 ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana
por mujer como también los otros apóstoles, y los
hermanos del Señor, y Cefas?
9:6 ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho
de no trabajar?
9:7 ¿Quién fue jamás soldado a sus propias
expensas? ¿Quién planta viña y no come de su
fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma
de la leche del rebaño?
9:8 ¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto
también la ley?
9:9 Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás
bozal al buey que trilla.
¿Tiene Dios cuidado de los bueyes,
9:10 o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió;
porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con
esperanza de recibir del fruto.
9:11 Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es
gran cosa si segáremos de vosotros lo material?
9:12 Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto
más nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino que
lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo
al evangelio de Cristo.
9:13 ¿No sabéis que los que trabajan en las cosas
sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar
participan?
9:14 Así también ordenó el Señor a los
que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.
9:15 Pero yo de nada de esto me he aprovechado, ni tampoco he escrito
esto para que se haga así conmigo; porque prefiero morir,
antes que nadie desvanezca esta mi gloria.
9:16 Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme;
porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no
anunciare el evangelio!
9:17 Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré;
pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada.
9:18 ¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando
el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para
no abusar de mi derecho en el evangelio.
9:19 Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos
para ganar a mayor número.
9:20 Me he hecho a los judíos como judío, para ganar
a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque
yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar
a los que están sujetos a la ley;
9:21 a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley
(no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para
ganar a los que están sin ley.
9:22 Me he hecho débil a los débiles, para ganar a
los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos
modos salve a algunos.
9:23 Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe
de él.
9:24 ¿No sabéis que los que corren en el estadio,
todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred
de tal manera que lo obtengáis.
9:25 Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad,
para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
9:26 Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura;
de esta manera peleo, no como quien golpea el aire,
9:27 sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea
que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.
Capítulo 10
Amonestaciones contra la idolatría
10:1 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros
padres todos estuvieron bajo la nube,
y todos pasaron el mar;
10:2 y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en
el mar,
10:3 y todos comieron el mismo alimento espiritual,
10:4 y todos bebieron la misma bebida espiritual;
porque bebían de la roca espiritual que los seguía,
y la roca era Cristo.
10:5 Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por
lo cual quedaron postrados en el desierto.
10:6 Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para
que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.
10:7 Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según
está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber,
y se levantó a jugar.
10:8 Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron
en un día veintitrés mil.
10:9 Ni tentemos al Señor, como también algunos de
ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes.
10:10 Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron
por el destructor.
10:11 Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están
escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los
fines de los siglos.
10:12 Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.
10:13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana;
pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más
de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis
soportar.
10:14 Por tanto, amados míos, huid de la idolatría.
10:15 Como a sensatos os hablo; juzgad vosotros lo que digo.
10:16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es
la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos,
¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?
10:17 Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un
cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan.
10:18 Mirad a Israel según la carne; los que comen de los
sacrificios, ¿no son partícipes del altar?
10:19 ¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo
es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos?
10:20 Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios
lo sacrifican, y no a Dios;
y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con
los demonios.
10:21 No podéis beber la copa del Señor, y la copa
de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor,
y de la mesa de los demonios.
10:22 ¿O provocaremos a celos al Señor?
¿Somos más fuertes que él?
Haced todo para la gloria de Dios
10:23 Todo me es lícito, pero no todo conviene;todo
me es lícito, pero no todo edifica.
10:24 Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
10:25 De todo lo que se vende en la carnicería, comed,
sin preguntar nada por motivos de conciencia;
10:26 porque del Señor es la tierra y su plenitud.
10:27 Si algún incrédulo os invita, y queréis
ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada
por motivos de conciencia.
10:28 Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos;
no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró,
y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra
y su plenitud.
10:29 La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues
¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia
de otro?
10:30 Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué
he de ser censurado por aquello de que doy gracias?
10:31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis
otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
10:32 No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles,
ni a la iglesia de Dios;
10:33 como también yo en todas las cosas agrado a todos,
no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que
sean salvos.
Capítulo 11
11:1 Sed imitadores de mí,
así como yo de Cristo.
Atavío de las mujeres
11:2 Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de
mí,
y retenéis las instrucciones tal como os las entregué.
11:3 Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de
todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer,
y Dios la cabeza de Cristo.
11:4 Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta,
afrenta su cabeza.
11:5 Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta,
afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado.
11:6 Porque si la mujer no se cubre, que se corte también
el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello
o raparse, que se cubra.
11:7 Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él
es imagen y gloria de Dios;
pero la mujer es gloria del varón.
11:8 Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer
del varón,
11:9 y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer,
sino la mujer por causa del varón.
11:10 Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad
sobre su cabeza, por causa de los ángeles.
11:11 Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer,
ni la mujer sin el varón;
11:12 porque así como la mujer procede del varón,
también el varón nace de la mujer; pero todo procede
de Dios.
11:13 Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore
a Dios sin cubrirse la cabeza?
11:14 La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón
le es deshonroso dejarse crecer el cabello?
11:15 Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le
es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.
11:16 Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros
no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.
Abusos en la Cena del Señor
11:17 Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque
no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor.
11:18 Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia,
oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo.
11:19 Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para
que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados.
11:20 Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer
la cena del Señor.
11:21 Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia
cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga.
11:22 Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis
y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de
Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué
os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo.
Institución de la Cena del Señor
(Mt. 26.26-29; Mr.
14.22-25; Lc. 22.14-20)
11:23 Porque yo recibí del Señor lo que también
os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche
que fue entregado, tomó pan;
11:24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad,
comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto
en memoria de mí.
11:25 Asimismo tomó también la copa, después
de haber cenado, diciendo: Esta copa es
el nuevo pacto
en mi sangre;
haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.
11:26 Así, pues, todas las veces que comiereis este pan,
y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis
hasta que él venga.
Tomando la Cena indignamente
11:27 De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere
esta copa del Señor indignamente, será culpado del
cuerpo y de la sangre del Señor.
11:28 Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y
coma así del pan, y beba de la copa.
11:29 Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el
cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.
11:30 Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros,
y muchos duermen.
11:31 Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no
seríamos juzgados;
11:32 mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor,
para que no seamos condenados con el mundo.
11:33 Así que, hermanos míos, cuando os reunís
a comer, esperaos unos a otros.
11:34 Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os
reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré
en orden cuando yo fuere.
Capítulo 12
Dones espirituales
12:1 No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones
espirituales.
12:2 Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos,
como se os llevaba, a los ídolos mudos.
12:3 Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu
de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús
Señor, sino por el Espíritu Santo.
12:4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu
es el mismo.
12:5 Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el
mismo.
12:6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas
las cosas en todos, es el mismo.
12:7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu
para provecho.
12:8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra
de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el
mismo Espíritu;
12:9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de
sanidades por el mismo Espíritu.
12:10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro,
discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros
de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.
12:11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu,
repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
12:12 Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros,
pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo,
así también Cristo.
12:13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados
en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres;
y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
12:14 Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.
12:15 Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por
eso no será del cuerpo?
12:16 Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo,
¿por eso no será del cuerpo?
12:17 Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría
el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde
estaría el olfato?
12:18 Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos
en el cuerpo, como él quiso.
12:19 Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde
estaría el cuerpo?
12:20 Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno
solo.
12:21 Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco
la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.
12:22 Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más
débiles, son los más necesarios;
12:23 y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos
vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos
decorosos, se tratan con más decoro.
12:24 Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen
necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante
honor al que le faltaba,
12:25 para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros
todos se preocupen los unos por los otros.
12:26 De manera que si un miembro padece, todos los miembros se
duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros
con él se gozan.
12:27 Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada
uno en particular.
12:28 Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles,
luego profetas, lo tercero maestros,
luego los que hacen milagros, después los que sanan, los
que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.
12:29 ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas?
¿todos maestros? ¿hacen todos milagros?
12:30 ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos
lenguas? ¿interpretan todos?
12:31 Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino
aun más excelente.
Capítulo 13
La preeminencia del amor
13:1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo
amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
13:2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios
y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase
los montes,
y no tengo amor, nada soy.
13:3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres,
y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada
me sirve.
13:4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el
amor no es jactancioso, no se envanece;
13:5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda
rencor;
13:6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
13:7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
13:8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán,
y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
13:9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
13:10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte
se acabará.
13:11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba
como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre,
dejé lo que era de niño.
13:12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos
cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré
como fui conocido.
13:13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres;
pero el mayor de ellos es el amor.
Capítulo 14
El hablar en lenguas
14:1 Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre
todo que profeticéis.
14:2 Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino
a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla
misterios.
14:3 Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación,
exhortación y consolación.
14:4 El que habla en lengua extraña, a sí mismo se
edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia.
14:5 Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas,
pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza
que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que
la iglesia reciba edificación.
14:6 Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas,
¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación,
o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?
14:7 Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como
la flauta o la cítara, si no dieren distinción de
voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la
flauta o con la cítara?
14:8 Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién
se preparará para la batalla?
14:9 Así también vosotros, si por la lengua no diereis
palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá
lo que decís? Porque hablaréis al aire.
14:10 Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y
ninguno de ellos carece de significado.
14:11 Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como
extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero
para mí.
14:12 Así también vosotros; pues que anheláis
dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación
de la iglesia.
14:13 Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en
oración poder interpretarla.
14:14 Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu
ora, pero mi entendimiento queda sin fruto.
14:15 ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu,
pero oraré también con el entendimiento; cantaré
con el espíritu, pero cantaré también con el
entendimiento.
14:16 Porque si bendices sólo con el espíritu, el
que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá
el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que
has dicho.
14:17 Porque tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro
no es edificado.
14:18 Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos
vosotros;
14:19 pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento,
para enseñar también a otros, que diez mil palabras
en lengua desconocida.
14:20 Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar,
sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de
pensar.
14:21 En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros
labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán,
dice el Señor.
14:22 Así que, las lenguas son por señal, no a los
creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía,
no a los incrédulos, sino a los creyentes.
14:23 Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar,
y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos,
¿no dirán que estáis locos?
14:24 Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo
o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado;
14:25 lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así,
postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando
que verdaderamente Dios está entre vosotros.
14:26 ¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís,
cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua,
tiene revelación, tiene interpretación. Hágase
todo para edificación.
14:27 Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos,
o a lo más tres, y por turno; y uno interprete.
14:28 Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable
para sí mismo y para Dios.
14:29 Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás
juzguen.
14:30 Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado,
calle el primero.
14:31 Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que
todos aprendan, y todos sean exhortados.
14:32 Y los espíritus de los profetas están sujetos
a los profetas;
14:33 pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como
en todas las iglesias de los santos,
14:34 vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les
es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también
la ley lo dice.
14:35 Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos;
porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.
14:36 ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o
sólo a vosotros ha llegado?
14:37 Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo
que os escribo son mandamientos del Señor.
14:38 Mas el que ignora, ignore.
14:39 Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis
el hablar lenguas;
14:40 pero hágase todo decentemente y con orden.
Capítulo 15
La resurrección de los muertos
15:1 Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he
predicado, el cual también recibisteis, en el cual también
perseveráis;
15:2 por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os
he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.
15:3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí:
Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;
15:4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día,
conforme a las Escrituras;
15:5 y que apareció a Cefas,
y después a los doce.
15:6 Después apareció a más de quinientos hermanos
a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen.
15:7 Después apareció a Jacobo; después a todos
los apóstoles;
15:8 y al último de todos, como a un abortivo, me apareció
a mí.
15:9 Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles,
que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí
a la iglesia de Dios.
15:10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no
ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que
todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.
15:11 Porque o sea yo o sean ellos, así predicamos, y así
habéis creído.
15:12 Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos,
¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección
de muertos?
15:13 Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo
resucitó.
15:14 Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación,
vana es también vuestra fe.
15:15 Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado
de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó,
si en verdad los muertos no resucitan.
15:16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó;
15:17 y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún
estáis en vuestros pecados.
15:18 Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron.
15:19 Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más
dignos de conmiseración de todos los hombres.
15:20 Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de
los que durmieron es hecho.
15:21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también
por un hombre la resurrección de los muertos.
15:22 Porque así como en Adán todos mueren, también
en Cristo todos serán vivificados.
15:23 Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego
los que son de Cristo, en su venida.
15:24 Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando
haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia.
15:25 Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto
a todos sus enemigos debajo de sus pies.
15:26 Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.
15:27 Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies.
Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él,
claramente se exceptúa aquel que sujetó a él
todas las cosas.
15:28 Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces
también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó
a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.
15:29 De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan
por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por
qué, pues, se bautizan por los muertos?
15:30 ¿Y por qué nosotros peligramos a toda hora?
15:31 Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo
en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero.
15:32 Si como hombre batallé en Efeso contra fieras, ¿qué
me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque
mañana moriremos.
15:33 No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas
costumbres.
15:34 Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no
conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo.
15:35 Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán
los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?
15:36 Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere
antes.
15:37 Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el
grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano;
15:38 pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla
su propio cuerpo.
15:39 No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la
de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces,
y otra la de las aves.
15:40 Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una
es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales.
15:41 Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra
la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra
en gloria.
15:42 Así también es la resurrección de los
muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción.
15:43 Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra
en debilidad, resucitará en poder.
15:44 Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual.
Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.
15:45 Así también está escrito: Fue hecho el
primer hombre Adán alma viviente;
el postrer Adán, espíritu vivificante.
15:46 Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo
espiritual.
15:47 El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre,
que es el Señor, es del cielo.
15:48 Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual
el celestial, tales también los celestiales.
15:49 Y así como hemos traído la imagen del terrenal,
traeremos también la imagen del celestial.
15:50 Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden
heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.
15:51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos;
pero todos seremos transformados,
15:52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta;
porque se tocará la trompeta, y los muertos serán
resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
15:53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción,
y esto mortal se vista de inmortalidad.
15:54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción,
y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá
la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.
15:55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?
¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
15:56 ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder
del pecado, la ley.
15:57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por
medio de nuestro Señor Jesucristo.
15:58 Así que, hermanos míos amados, estad firmes
y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo
que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.
Capítulo 16
La ofrenda para los santos
16:1 En cuanto a la ofrenda para los santos,
haced vosotros también de la manera que ordené en
las iglesias de Galacia.
16:2 Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga
aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para
que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.
16:3 Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta,
a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a
Jerusalén.
16:4 Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo.
Planes de Pablo
16:5 Iré a vosotros, cuando haya pasado por Macedonia,
pues por Macedonia tengo que pasar.
16:6 Y podrá ser que me quede con vosotros, o aun pase
el invierno, para que vosotros me encaminéis a donde haya
de ir.
16:7 Porque no quiero veros ahora de paso, pues espero estar con
vosotros algún tiempo, si el Señor lo permite.
16:8 Pero estaré en Efeso hasta Pentecostés;
16:9 porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos
son los adversarios.
16:10 Y si llega Timoteo,
mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él
hace la obra del Señor así como yo.
16:11 Por tanto, nadie le tenga en poco, sino encaminadle en paz,
para que venga a mí, porque le espero con los hermanos.
16:12 Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese
a vosotros con los hermanos, mas de ninguna manera tuvo voluntad
de ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad.
Salutaciones finales
16:13 Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.
16:14 Todas vuestras cosas sean hechas con amor.
16:15 Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas
es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio
de los santos.
16:16 Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y
a todos los que ayudan y trabajan.
16:17 Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato
y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia.
16:18 Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced,
pues, a tales personas.
16:19 Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila,
con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en
el Señor.
16:20 Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros
con ósculo santo.
16:21 Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia
mano.
16:22 El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema.
El Señor viene.
16:23 La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros.
16:24 Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros.
Amén.
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